Han tenido que pasar 36 años para que me dé cuenta de que
soy un hombre. Fíjate tú qué disgusto, con la de vestidos que tengo y la
colección de bolsos bonitos y caros y collares XXL que me había hecho y ahora
resulta que lo mío son las pajaritas y la testosterona, con lo feo que está eso
y lo que tiene que cansar ser un hombre e ir por la vida con tanto pelo
corporal con este cambio climático tan malo y estos calores. Que a ver que yo
de momento soy barbilampiña, pero que todo es ponerse, que a lo mejor mi cuerpo,
creyendo erróneamente ser una mujer, se ha estado conteniendo la criatura y
ahora que ya se ha destapado la verdad, va a empezar a echar pelo y me va a
dejar hecha un hipster con los sofocos tan malos que tiene que dar en eso en un
verano malagueño.
La culpa de que la verdad haya salido a la luz la ha tenido
la primogénita, poco a poco y pico y pala, dejando en mí pequeñas evidencias
hasta que hemos ido atando cabos y descubriendo mi virilidad indeseada y lo que
es peor, que soy un hombre de los chungos, de esos que solemos criticar con las
amigas. Un despropósito.
Todo empezó porque la pelirroja no se calla. Nunca. Nunca
jamás. Y siempre tiene algo que decir sobre cualquier cosa, mientras vemos una
peli, leemos, nos bañamos, tomamos el sol o tratamos de dormir. Y no sólo habla
y habla y habla sino que pretende que mientras lo hace le tenga clavadas las
pupilas, que si no, es como si no la estuviera escuchando y encima he de
asentir cada tres palabras y al final de la perorata hacer una pequeña
intervención lo suficientemente larga para que vea que tengo interés y lo
suficientemente corta para no restarle tiempo de seguir hablando ella, que es
el fin último. Y entonces me veo como el pater cuando trato de explicarle cómo
va la dinastía de las Kardashian y hace como que me escucha cuando en realidad
está poniendo los ojos en blanco y contando los minutos que faltan para que me
calle o de mi padre, que se quejaba porque con tanto hablar en bucle mi madre,
mi hermana y yo cual gallinas hiperactivas, no le dejábamos enterarse del
argumento de ninguna película. Pues más o menos lo mismo.
Aparte de eso, la pelirroja es muy cariñosa, cosa que es de
agradecer porque a toda madre le gusta verse ‘espachurrada’ por los bracitos de
sus hijos, pero de ahí a vivir abrazada a mi persona hay un rato. Y más en este
verano a 40 grados que se me derriten hasta las pestañas. Así cuando vemos una
peli no es que se eche encima sino que me atrapa con brazos piernas y
tirabuzones, pegada cual lapa y dejándome inmovilizada y al borde de la crisis
nerviosa de la ansiedad. Y por mucho que trates de despegarte de una manera
suavona, tienes que acabar cediendo, sobrevivir a la claustrofobia y ver
Campanilla con un koala pelirrojo. Y me acuerdo de los tópicos de los hombres
ariscos poco amantes de los achuchones y de las mujeres sobonamente románticas y
necesitadas de contacto físico para sentir el amor. Y me siento uno de ellos,
mire usted, loco por mi lado del sofá libre de abrazos y a tope de aire
acondicionado en la frente.
Y ya el colmo lo viví el otro día en Zara cuando la
pelirroja comparaba dos bañadores para ver con cuál se quedaba ‘porque uno
tiene florez pero es azul y el otro es roza pero no tiene na’ aproximadamente
durante dos horas y cuarto y entonces me escuché a mí misma decir ‘¿pero de
verdad tienes que tardar tanto? Si sólo es un bañador, por Dios, da igual…
mientras sirva para bañarte’ y noté como me empezaba a subir la testosterona
que es como la bilirrubina pero en mal y a convertirme en mi padre.
Al principio me preocupé por este cambio de rol tan malo y
por verme refunfuñando (¡yo!) en una tarde de compras y por pensar que un
bañador es sólo un bañador. Luego pensé que a cambio igual ya no tendría que
hacerme más la cera ni pintarme las uñas por los desconchones sorpresa en mitad
del autobús y me vine arriba. Todo es acostumbrarse.
Jajajajaja... todo es acostumbrarse, asi mismo :)
ResponderEliminarA mi tambien se me sube la testosterona cuando, por la man~ana, desayuno, me lavo y me visto en 3 minutos y no logro entender porque hay que pasarse 10 mirandose al espejo antes de empezar a lavarse los dientes, o porque hay que probarse 4 camisetas diferentes, con lo facil que es ponerse la que esta preparada y ya...
Jajajaja!! Pobre Flor, o debería llamarte, no sé... Paco? Pobre pelirroja, si ella sólo quiere compañía, amor y que la escuchen. Vamos, casi ná... ánimo!!!!!!
ResponderEliminarJajajaja. Es que no es lo mismo sufrir las propias indecisiones en cuanto a ropa, que sufrir las ajenas. Besotes!!!
ResponderEliminarJajaja...muy bueno, me parto con tu testoterona jajaja. Pero tranquila, que no estás sola en esto. Miralo por el lado positivo, la pelirroja está aprendiendo y a que velocidad...36 años son pocos, si estás en lo mejor de la vida, así que disfruta el momento seas mujer o hombre. La de los churumbeles.
ResponderEliminarJajajajja, que bueno, en lo de los achuchones yo también soy n poco hombre, me gusta que mi hia me de abracitos, pero eso de estar pegada cual lapa, mira, pues un rato vale, pero poco, jajajja soy mu arisca en eso, que le vamos hacer!!!
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