lunes, 6 de abril de 2015

Un (espantoso) día de playa


Una de las consecuencias del malvivir maternal y la falta de horas de sueño es que a una empieza a fallarle la memoria y lo mismo lleva los cascabeles para el gorro de bufón al colegio dos semanas después de cuando lo pidieron, que viste a la niña para la función de baile un mes antes, coincidiendo con el día de la Virgen Niña y en lugar de perfectamente uniformada o disfrazada de angelito, la pelirroja llega vestida de Lola Flores con una flor de metro y medio y las castañuelas en la mano para disgusto de la señorita.

No obstante, me atrevería a decir que la falta de memoria es así en general una cosa buena porque posibilita que a una se le vayan olvidando los días horribles vividos en familia y volver a revivirlos sin descanso, y cuando vuelve a llegar la Feria de Agosto una la coge con ganas y decide enfrentarse a los feriantes y al ‘Follow the leader’ con los pelirrojos adosados a la cadera a pesar de que el año anterior la primogénita hizo un amago de desaparición entre el gentío, Cigoto se comió medio abanico y me tiraron una jarra de dos litros de tinto de verano sobre mi recién estrenado vestido y no me partieron el pie porque logré frenarla con la rodilla, que se me quedó metida para adentro hora y media.

Pues más o menos lo mismo es lo que me pasó el otro día con la playa. Que a una se le había olvidado el horror del año pasado y cuando vio tres días seguidos de calor veraniego, se vino arriba y en lugar de enfrentarnos a los legionarios que desfilaban por la puerta de casa decidimos irnos de playeo a buscar bronceado y problemas, con dos pelirrojos y media casa a cuestas, que yo no sé por qué pero ir a la playa es como hacer una mudanza pero en peor.

Y allí nos plantamos a la amanecía del Jueves Santo, el pater, los pelirrojos y yo, con dos millones de cubos y palas y rastrillos, la sombrilla que nunca clava bien y acaba apuñalando a alguien, las cremas tipo yeso, los veinte pares de toallas, las mudas variadas, los pañales para el baño, las revistas para fingir que vamos a relajarnos, los manguitos, flotadores y hasta una bañerita para el aspirante que compramos en los chinos y que dejó al pater hiperventilado para todo el día.

Por supuesto, a los tres minutos de estar allí acampados, el día se nubló y el mar se llenó de olas negruzcas como si fuera el fin de mundo, pero el ánimo no decaía. Que una no se había pasado media mañana haciendo macutos para esto. La pelirroja a la que le había calzado un bañador de hace dos años porque no había encontrado la bolsa del año pasado, pobre criatura que parecía Kim Kardashian, suplicaba hincada en la arena como una dolorosa que por favor nos bañáramos en el agua apocalíptica y a menos quince grados, mientras el pater inflaba cosas en una maratón sin fin, yo me retorcía en la toalla para esconder mis carnes blanquecinas con una postura made in Circo del Sol y Cigoto se rebozada cual croqueta con la cara hincada en la arena y las pupilas llenas de chinos.

Luego se rizó el rizo, llegó el frío polar huracanado y una ola tipo tsunami nos mojó las toallas, arrastró los cubos y casi se lleva por delante al hermanísimo, indignado también porque su paquete de patatas al jamón con el que comía arena como si fuera humus se le había ido flotando orilla abajo y no estaba dispuesto a tolerar tal ultraje, lo que le obligó a enfrentarse a grito limpio con el mar con su pataje de anciana artítrica.que casi le cuesta la vida y la dignidad.

Así que chorreando y muertos de frío decidimos dejar de fingir y volver a casa no sin antes someternos a los trabajos forzados que implica la recogida playera, que bien deberían estar prohibidos por la ONU, los enjuagues de los dos mil cacharritos, las visitas a la ducha para que acto seguido los pelirrojos se emborricen nuevamente en la arena, las desinfladas de bañeritas y demás, los estrujamientos de toallas y las ganas de pedir una muerte digna frente el paseo marítimo.

Al final, lo conseguimos pero acabamos volviendo a casa vestidos de indigentes –no entiendo por qué después de un día playero la ropa se convierte en harapos- con los pelos chorreando y llenos de bártulos como si fuéramos a pasar el estrecho y por supuesto con más frío que Di Caprio en Titanic.

Y con estas pintas callejeamos por el centro histórico malagueño rumbo a casa, encontrándonos con millones de personas arregladísimas para disfrutar de la mañana del Jueves Santo y el traslado del Cristo de Mena con sus trajes de chaqueta, sus vestidos de entretiempo y sus rebequitas de punto bobo, mientras nosotros parecíamos recién sacados de Chernobil.

Finalmente llegamos a casa, exactamente hora y media después de haber salido, a disfrutar de nuestra recién estrenada pulmonía galopante, a ducharnos, ponernos los pijamas de invierno y hacernos la firme promesa de no volver a pisar la playa hasta que sea julio o hasta que se nos olvide la pesadilla vivida. O sea, hasta la semana que viene.

No somos nadie.

12 comentarios:

  1. Es cierto.que los malos momentos se nos olvidan demasiado rapido.Todo por escapar de la rutina,nos pasa a todos.Yo he optado por liarme la manta ala cabeza sin pensar cuando tengo que salir con mis dos terremotas.Me siento identificada contigo.jaja

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  2. Uy pues me acorde de tu plan playero cuando sali por la tarde (en la mision suicida de ver la mena con una bebe de 7 meses colgada de su padre) con el dia tan feuco q hacia.... Yo estoy posponiendo el momento de dorar las lorzas porque la ratona es mas blanca q la leche y todos me asustan de q se me va a achicharrar en cuando mire el sol.... El dia 22 ire a verteee! A q hora es lo de la Fnac?

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  3. Jajajaja. No recuerdo yo la de veces que habré bajado a la playa al contemplar el sol espléndido y haya empezado a nublarse o a soplar viento al llegar. O ambas cosas. La Madre Naturaleza es una malvada. Besotes!!!!

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  4. Jajajaja.... menuda manera de empezar semana, post genial y es que con el primer día de playa no podía ser de otra manera jajajaj. Si es que me imagino las escenas varias...y me alegro de haberme quedado sin playa estos días libres, que sol y calor sí hacía, pero me daba una pereza enorme preparar bultos jajaja. Feliz semana, Flor. La de los churumbeles. PD- Me ha encantado la entrevista, te mereces un aplauso, has estado de 10. " la gigantopeineta asesina", que ganas tenía de empezar...la pena, que no quiero acabar..., pero que de risas me has sacado...esto no tiene precio, me está encantando y lo mejor es que lo estoy disfrutando, exprimiendo al máximo!!! Te prometo foto con él, pero dame tiempo, me está costando horrores encontrar mi lado bueno jajajaj, pero caerá!!! Muacks.

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  5. Yo es que te visualizo por las calles de Málaga, con los ojitos güertos, intentando no cruzarte con nadie conocido...ayyyy, si es que además ya le pongo tu voz al relato y a medida que voy leyendo no puedo más de la risa que tengo!! Avisa, porfaplis, cuando vengas a Madrid.

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  6. jajajaja, muchas gracias, qué risa!! Ha sido un día duro y se agradece leer algo tan divertido y que comprendo tan bien. Ir a la playa con dos enanos es una locura. Yo siempre pienso que me tiene que gustar mucho para repetir y repetir, pero tu tesis de la mala memoria tambien tiene sentido. Besos.
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  7. jajaja pues es verdad no aprendemos! en mi caso, el feriado pasado quedé con la espalda tostada (a la enana si la dejé blanco fantasma pero me olvidé de MI espalda) y este feriado dije pues bueno nos vamos a tierras altas (frías!) no contaba con que tenía que cargar a la niña que aunque con 5 años ya le faltan sólo 35 cms para alcanzar mi talla. y estoy con la espalda destrozada y tomando analgésicos como si de vitamina se tratase

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  8. Nosotros una vez nos fuimos a pasar el día al pueblo, (que está a hora y media) porque hacia un día feten solecito, 20 grados, idílico vamos. cuando llegamos allí el tiempo nos dió tregua, vamos que nos dejó preparar todos los bartulos para la barbacoa, sacar la carne y empezar a asar cuando apareció un nubarrón, que se convirtió en una tormenta que riete tu de la peli de la tormenta perfecta, y acabó nevando (nodigomas)

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  9. Este lunes me pasó lo mismo... quise resistir y con los pelos de punta y los mocos colgando congelados decía: noooo, si no hace frío!! Pero al final no me quedó más remedio que recoger el campamento y volver a casa jajaj

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  10. Ante estas dos frases: "yo no sé por qué pero ir a la playa es como hacer una mudanza pero en peor" y "no entiendo por qué después de un día playero la ropa se convierte en harapos", sólo puedo decir: AMÉN.

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    1. Estoy TOTALMENTE de acuerdo. Doy fé que es tal cual... jua jua juas!!

      Cuanto me río contigo Flor... es el precio que pagamos por olvidar tan rápido el sinvivir.

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  11. Jaja menudad pintas debíais tener por las calles de Málaga, nosotros nos hemos cisto en esas más de una vez. Y yo soy la que peor lo llevo pq soy miy tozuda y me enfado si no consigo el día parecido a perfecto que había inaginado pq ya no tengo la osadía de imaginarmr días perfectos.

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