El Día del Trabajo, como no teníamos otra cosa mejor que
hacer y, dado que estar parada condiciona moralmente la celebración de esta
onomástica curiosona, decidimos ir al Torneo de Fútbol Infantil del primo de la
pelirroja, así a las bravas, sin que nadie nos los hubiera pedido, en un alarde
de locura transitoria e inconsciencia in extremis.
Lo cierto es que el primísimo lleva ya un tiempo jugando al
fútbol – un poco mal, según tengo entendido- y hasta entonces nunca antes
habíamos ido a verlo para disgusto del chaval, así que, como ese día jugaba en Rincón
de la Victoria
y, además, se trataba de un premio importante –todo lo importante que puede ser
un torneo infantil llamado Carrasco Cup – pues nos animamos a hacer de cheerleaders
por un día.
Así que organizamos una excursión a la amanecía –porque el
torneo entre otras torturas incluía madrugar- el abuelo, la abuela, mi tía, mi
tío, mi primo Diego, mi hermana, mi cuñado, mi sobrino, la pelirroja y yo
misma, que para eso somos una familia muy intensa y nos gusta enfrentarnos a
estas terribles aventuras en conjunto. El pater que es más listo que todos
nosotros y ya aventuraba que aquello iba a ser un martirio chino, fingió que
tenía mucho trabajo y que tenía que quedarse en casa adelantándolo. Picarón.
Y el resto –sólo los que he
nombrado, no fuimos todos los Menas, cuando eso ocurre tenemos que fletar un
autobús- nos encaminamos a una jornada difícil que, a diferencia de otros eventos
familiares que empiezan oliendo bien y a la hora de la verdad acaban apestando,
ya apestaba a priori.
Calculado así a bote pronto, en el campo podría haber tres o
cuatro millones de personas, pero abultaban más, probablemente porque la
mayoría eran niños. Niños de todas las edades vestidos con sus mini
equipaciones y con la ilusión de llevarse la medalla de hojalata reflejada en
los ojos… y gritando, gritando todo el tiempo, gritando mucho. Gritando mucho
pero no tanto como los padres enfervorizados que años atrás habrían estado
dándolo todo en una discoteca y que ahora –oh, pobres ex jóvenes metidos a esto
de la paternidad- disfrutaban del nulo talento de sus hijos con una tensión que
ríete tú de un Barça-Madrid.
Hacía un sol de justicia y, como no podía ser de otra
manera, fuimos a parar a la zona del campo donde más sol daba, por lo que tuve
que pasarme media mañana echándole crema protectora a la pelirroja -antes de
que se volviera fluorescente como suele ocurrir en estos casos- y la otra mitad
cambiando pañales y leotardos porque estábamos iniciando la terrible operación
diarrea infernal y el esfínter de la nena, inasequible al desaliento, no
pensaba darnos tregua.
Todo esto sin poder ver nada de los partidos, -a ver, que no
es que yo tuviera mucha ilusión, pero, en fin, ya que se va…- porque los padres
y madres entusiasmados estaban levantados junto a la barandilla entonando
curiosos cánticos de la peña de sus hijos y gritándole a los pobres chiquillos
que apenas están aprendiendo a leer, mientras la comitiva familiar que
componíamos nos dedicábamos a beber coca colas y a picar algo del cutrebar del
campo con la secreta ilusión de que el equipo del niño perdiera y al fin
pudiéramos escapar antes de que nos diera una insolación y las medias se me
acabaran fundiendo con la piel, cosa que finalmente ocurrió.
Probablemente lo peor de la jornada no fue el golpe de calor
que sufrimos, ni los exaltados padres que nos rodeaban y que daban mucho miedo,
ni que la niña acabara con todas sus mudas llenas de caca en mi bolso de Bimba
y Lola, ni que a la salida mis padres se olvidaran de recogernos y nos tuvieran
esperando cual penélopes a las puertas del estadio durante más de media hora,
ni que me llevaran a comer al restaurante que más detesto y que mi madre
–nuevamente- pidiera por mí, ni que el primísimo tuviera un ataque de pánico y
se saliera del campo llorando, ni que la pelirroja se quemara la frente… Lo
peor, sin duda, fue cuando mi madre bajó al banquillo para enfrentarse al
entrenador de quince años y amenazarle Dios sabe con qué, para que sacara al
niño a jugar de inmediato, ante la estupefacta y avergonzada mirada de mi
hermana, el desconcierto de mi padre y mi colapso nervioso. Y lo sacó, digo si
lo sacó. Nadie se resiste a la extorsión de mi madre. ¿Cómo no voy a estar trastornada?
Ahhhhhhhhhhh! ¡Qué pesadilla! Has sido muy valiente, sí señor, digo por ir al partido y más llevando a la pelirroja. Te admiro de verdad. Para mi una de las ventajas de no tener hijos varones es ahorrarme la pejiguera de los partidos de fútbol. Me resultan un rollo y me dan miedo los padres y madres que gritan enfervorizados. Y tú, con una pelirroja preciosa te aventuras a meterte en semejante berenjenal, lo dicho que te admiro. Un saludo.
ResponderEliminarEs lo que tiene ser una inconsciente!!!
EliminarA Dios gracias, tengo dos hijas y no tengo sobrinos, es lo bueno de ser los hermanos mayores. Ahora, nadie me libra del "es que esta ropa no me gusta y yo me quiero poner un palabra de honor"....ayy madre, la que me espera!!
ResponderEliminarwww.ciudadarcoiris.es
Bueno, eso me temo, que también me espera a mí!!
EliminarSoy la de los churumbeles, al principio procuraba evitar las salidas así en plan mucho jolgorio,pero visto que acababan oliendome raro ahora me apunto, me pongo de los nervios,cuento hasta tres millones y luego dejo que la naturaleza haga su trabajo, eso sí,al llegar a casa vuelvo a repetir lo mismo, NO VUELVO A IR.Es que los míos cuando se sueltan no andan,vuelan.Un saludo.
ResponderEliminarAy, yo siempre prometo que no voy a volver a... y siempre vuelvo. Tengo poca memoria, jajajjaa
EliminarJaja yo tengo que aguantar algún que otro partido del padre de la criatura (cada vez me escaqueo más. Pero lo de los niños es un horror, y lo peor son los padres de los niños que chillan, insultan y humillan a los chavales a más no poder;porque no nos engañemos, muchos de los niños que van son empujados por los padres
ResponderEliminarLos padres estaban como locos, pobres chiquillos!!
EliminarTe parecen malos los partidos de fútbol? espérate a tener que ir a un campeonato de golf... eso dura más que la obra del Escorial. Por la mañana hace un frío que no veas de lo temprano que hay que llegar, y en cuanto empiezan a salir los rayos del sol, hace un calor espantoso. Y todo por ver a los niños darle a una pelotita, que sí que mis primos tienen mucho arte para eso, pero no merece la pena. Y el peor invento del hombre son las videocámaras o los móviles, que encima que te obligan a verlo en directo, luego lo tienes que volver a ver en la tele, como si no fuese bastante!
ResponderEliminarjajajajajja... Los vídeos son lo peor, pero todos. Los de las bodas, bautizos y comuniones, lunas de miel, viajes, gracias de niños... ufff, un infierno!!
EliminarJa, ja, digno de guión, de peli, vamos el "penalti más largo del mundo" o "días de futbol", chorradas...
ResponderEliminarVeo que las salidas familiares dan mucho de sí, piensa que algún día te reiras de esto...o no?:)
Con mi posicoanalista, imagino, jajajja
EliminarJajajaja, no te imaginas la panzá de reir que me estoy pegando, ay Dios mío, ay Dios mío, ay dios mío, que yo quiero apuntar al niño al fútbol el año que viene y mi madre es de la misma escuela que la tuya. Que dios nos coja confesados. Besos. Inma
ResponderEliminarY si lo apuntas a tenis?? Allí todo es más tranquilito, no?
EliminarJajajaja. Qué valiente eres. La única vez que he pisado un campo de fútbol en mi vida fue cuando nos llevaron en clase de Sociología del instituto a ver un partido de segunda división. Lo que me reí apuntando las conversaciones que oía por ahí y los gritos al árbitro. Tengo que volver algún día para escribir un post sobre ello. Un besote!!!
ResponderEliminarSi tu restaurante odiado es 'La venta del túnel' te doy un premio...
ResponderEliminarUffff, la venta del túnel es lo peor, con ese arroz caldoso que a la gente le gusta tanto y que a mí me da repelús sólo de verlo... Pero no, me refería a los Campanillas en el paseo marítimo del Rincón, es de pescado y te atienden y te echan a la velocidad del rayo...
EliminarSi al menos tu madre pide pescado por ti estate contenta, la mia pide el arroz caldoso que has mencionado tan a la ligera y que para mi familia es lo más (yo no lo aprecio porque estoy sevillanizada, ea). Un beso!!!!
EliminarQue bien escribes, puñetera, me ha hecho mucha ilusión que nos menciones. Besotes
ResponderEliminarMuchas gracias, amore!!
EliminarJajajajajaa acabo de leerlo! Fue más terrorifica la cruda realidad que el propio relato de la.mater.No obstante,os invito a todos y todas al próximo.torneo que tendrá lugar el próximo sábado en Las Lagunas!!Acaso tienen ustedes un plan mejor??? Además, os diré que a pesar de seguir fingiendo ser una niña bien, deberían venir con una nevera de playa(sí,como lo oyen,es lo.que.se lleva en estos.casos por lo visto)Así,entre una zero y otra podrán.dejarse morir en la.soleada grada.
ResponderEliminarCaro, sintiéndolo mucho,te lo hago a la reciproca, tengo mi propia pesadilla también el sábadete en el Martin Carpena, que te parece?. Besotessss
ResponderEliminarJaja después de todo no.hubiese tenido escapatoria,no? Qué horror!! Al menos os dará la sombra.Mater, que la.ahijada tiene exhibición!! Podrás escapar?? Je je
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