Cuando una se hace madre y entrega su útero y su tiempo
libre a la procreación y a los devenires que vienen luego y que son más duros
que el propio parto, -porque a ver, ¿quién no cambiaría los deberes de todo un
trimestre de la prole por una sola noche contracciones?- pasa por varias etapas
psicológicas como si fuera un votante indeciso en la elecciones generales o un
secuestrado en la selva amazónica.
Etapa Cero. Cuando una se inicia en el malvivir de la crianza
sólo tiene dos cosas claras, que el número de la pediatra deberá ser un 'número
amigo' en la tarifa de Orange y que será una madre compresiva y tolerante,
dispuesta a educar a sus hijos desde el diálogo y la comprensión. Que para eso
se ha leído tres tomos de 'Educar desde el amor', escrito por una monja de clausura
que no sabe lo que es una episiotomía ni una rabieta en la cola del súper nivel 'tengo
un ataque de epilepsia agudo' porque quiere tres globos de Minnie en forma de
corazón y un bote de chicles de fresa de kilo y medio de Orbyt. Pero la
intención no es mala y cuando una va con su carro y su bebé, que por muy malo
que sea se puede meter en un carro y huir hacia el horizonte, ve a las otras
madres gritando dedo en alto en un probador, no puede más que lamentarse del
poco talante conciliador que emplean.
Primera etapa. Cuando el niño adquiere cierta edad y cierto
raciocinio es hora de emplear el diálogo como clave y una se ve explicándole
las bondades de la leche a un niño de tres años un lunes a las ocho de la
mañana para que el susodicho te patalee el esternón y te escupa el buche a la
cara, justo hoy que te habías echado dos capas de rimel para que tus compañeros
de trabajo dejaran de creer que eres una enferma terminal. O que le expliques
el peligro del tobogán gigante para las articulaciones y antes de terminar la frase
lo tengas lanzándose cabeza abajo y con la lengua fuera. Y tú y tu talante os
quedáis comiendo pipas con la cara partida.
Segunda etapa. Con el tiempo una descubre que, además de que
ya no volverá a dormir ocho horas del tirón -ni separadas- lo del talante es un
invento de los nazis para torturar a madres inocentes y que lo que hay que
hacer es poner pie sobre pared y educar al nene a la antigua usanza, es decir,
mandando como un general. Así, tratas de un imponer un sistema para que los
niños se hagan gente de provecho y amen hacer deberes y aprendan a pedir las
cosas sin gritar como cabreros, ni se suiciden lanzándose cabeza abajo por el
sofá de piel vuelta que aún no has pagado, aunque al final sólo consigues
quedarte calva a disgustos, 'amorancarte' viva y ganarte dos pólipos en la
faringe. Cómo están los pólipos ahora.
Tercera etapa. Al final aprendes que hay cosas contra las
que es mejor no luchar, pero no por falta de ideales sino por ahorro
energético, que eso también se lleva mucho. Y al final, igual que aceptas que
el portero te llame Margarita cada mañana o que la vecina del cuarto derecha te
vuelva a contar la misma historia cada día como si fuera la primera vez, acabas
aceptando que la niña se ponga el disfraz de Elsa y vaya pintada como una
puerta a medio camino entre una Drag Queen y un espectro del más allá para ir a
comer a un restaurante de postín o al notario a firmar la modificación de la hipoteca.
Y ya no te parece tan mal que la 'a' le ocupe dos cuadritos en lugar de uno ni
que se parezca más a una 'o' o a una letra cirílica. Con tal de que termine la
ficha aceptarías que fuera en taquigrafía de los ochenta y a tamaño mamut
prehistórico. Y que si el niño sólo se duerme lamiendo el sofá, pues que lo
lama. Y si quiere meterse en el mueble o empujar la bombona lampando por una
hernia, que la empuje y si la niña no quiere disfrazarse de bruja del Mago de
Oz con un vestido que habías sacado de la página de Martha Stwart y lo que quiere
uno de los chinos de cinco euros lleno de tules y transparencias como el de su
amiga Araceli, no sólo no te importa sino que le compras dos. No sea que el año
que viene te vuelvas idiota y vuelvas a caer en la tentación de complicarte la vida.
Con la buena terminación que tiene ahora la confección oriental...
PD. Mil gracias por vuestro entusiasmo por la publicación del libro!!! Espero que os guste y que os divierta y sobre todo, que se lo contéis hasta al panadero de la esquina, que igual tiene una suegra malvada y necesita terapia y comprarse el libro para descubrir que no está solo en el mundo! jajajja... Lo dicho, gracias mil!!
PD. Mil gracias por vuestro entusiasmo por la publicación del libro!!! Espero que os guste y que os divierta y sobre todo, que se lo contéis hasta al panadero de la esquina, que igual tiene una suegra malvada y necesita terapia y comprarse el libro para descubrir que no está solo en el mundo! jajajja... Lo dicho, gracias mil!!
Ay dios yo todavia estoy en la primera etapa, no nos queda na!!! ;-)
ResponderEliminarOye, igual te dura... jajajja
EliminarExacto! Pero solo para el primer hijo, con cada hijo nuevo se salta una etapa y se empieza directamente desde la siguiente :)
ResponderEliminarO desde la última! jajaja
EliminarNo te agobies por la escritura, justamente la O y la A son de las pocas letras que se escriben igual en el alfabeto latino y el cirílico ;)
ResponderEliminarPD Gracias por no mencionar la adolescencia.. ya la sufriremos cuando llegue el momento!
jajajja... Muero de pensar en la adolescencia!
EliminarMuy buen post, verdades en cada fase, dí que si jajaja. A mí la cero me duró menos que medio telediario, que una ya no era una ingenua y rápido descubrí que nanai, pero caer caí..., la primera casi me la salté de un salto rápido y limpio para caer en la segunda donde tampoco encontré mi sitio, vi la tercera como mi salvación pero siento decir que la cuarta, la quinta...me han abierto los ojos y esto no tiene fin..., es un no parar de fases destructivas hacia mi persona jajajaj. El lado bueno??? esperar, dicen que lo mejor está por venir!!!??? y aunque la fase veinte se vea aún lejana..., he oído que mola jajajaja, pero de momento el pavismo que me está dejando la sexta me tiene con retorcijones de la mañana a la noche, y no me consuela oír aquello de - no te quejes, que en mi casa es peor, madremíadelamorhermoso si yo ya hay días que pido pan por señas...y lo peor es que el pequeño se quiere pasar por alto las fases anteriores y colarse en la del mayor, y yo me hago un lío enorme y ya no sé a quién tengo que decir una cosa o la otra. Que decididamente me están líando, y no es que yo quiera dejarme liar, pero es que a veces te lias sin darte cuenta de que te estás liando....ves?? que me he vuelto a liar. La de los churumbeles. Que vivan las fases, que aquí estamos para superarlas con un buen postre en las manos!!! PD- mil gracias a tí, por dar la oportunidad de leer tu libro!!!!
ResponderEliminarJajajjajajjajaja
EliminarEl último párrafo el mejor. Que te haces el callo, es lo bueno del malvivir, que al final una se acostumbra. Debe de ser algo parecido al Síndrome de Estocolomo que sufren los secuestrados, como tu bien decías, terminas pensando que ir sola al super a hacer la compra te parece un planazo y lo disfrutas un montón!
ResponderEliminarEstoy deseando que me llegue tu libro, a ver si las enanas (y la narcolepsia que tengo desde que nació La Mayor) me dejan terminar de leerlo antes de 2025...
Ay, qué ilu que tengas el libro!!
EliminarJajajaja. Salvando distancias, a mí me pasa lo mismo con los gatos. Al principio intento hacer de ellos animalillos ejemplares pero si arañando el sofá están tranquilitos, pues que arañen. Jajajaja. Besotes!!!!
ResponderEliminarComo te entiendo!! Con tal de que nos dejen vivir... jajajja
EliminarYo estoy en la segunda Etapa, oye fiel como la vida misma. Lo mejor de esta etapa es cuando te ves reflejado en tu primogénito/a, yo veo a mi bichito jugar y pienso.......ostris, si esa soy yo (miedomedanestosniñosdeahora)
ResponderEliminarJajajjajajaja yo ando tripolar entre las tres!
EliminarEpisetomía???
ResponderEliminarMás bien episiotomía... Mi word va por libre!! Gracias!
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