Ni aunque los astros se alinearan para escupirme toda su
maldad a la cara y estuviera en el punto de mira de un pandemonium escapado del
inframundo, ni aunque un tsunami me arrollara calle arriba, ni aunque un rayo
me calcinara y se llevara por delante mi casa y mi armario, ni aunque el banco
me duplicara la hipoteca y me multiplicara el euribor por infinito elevado al
cuadrado, ni siquiera aunque me obligaran a asistir a una clase de Spinning
intensiva, podrían hacerme sufrir ni la mitad de la mitad de lo que sufrí en el
bautizo de la pelirroja.
Probablemente, el día del bautizo fue con diferencia uno de
los peores días de mi vida como madre y puede que también de mi vida en general
y, posiblemente, de la vida de cualquiera que hubiera tenido que lidiar con una
pelirroja histérica y endemoniada desde las cinco de la tarde –muerte y sólo
muerte a las cinco de la tarde, como predijo Lorca- hasta las doce de la noche
en un maratón ininterrumpido de gritos y llantos infantiles.
Yo me había embutido –por aquello de que sólo hacía 5 meses
que había parido y mi cuerpo decidió quedarse con TODO lo que había pillado en
el embarazo, pero ése es otro tema- en un vestido de H&M la mar de mono,
pintadita como una señorita de bien y con mi niña enfundada en un exquisito
traje de cristianá con encaje de chantilly, dispuestas a dar el golpe, en el
que parecía que iba a ser un día fabuloso.
Pero como no podía ser de otra manera en esta vida perruna
que llevamos el pater y yo misma, no lo fue ¿cómo iba a serlo? La niña estaba
en una época difícil –como los adolescentes de Hermano mayor- y verle la cara a
alguien a menos de un metro de distancia, era como ver a la cabra satánica -que
anda sobre dos patas y tiene los ojos verdes de maldad- y al instante empezaba
a llorar en plan ‘voy a colapsarme’ con hipos y todo, entrando en una espiral
de violencia sin fin.
Y lo peor es que la gente no parecía entender que la niña,
insociable por naturaleza, no quería ver ni al Tato de Jerez cerca de ella, y
aunque fuera por compasión hacia mí, deberían habernos dado espacio, pero no. La
gente venía y la achuchaba y le decía cosas y le cantaba y la niña lloraba y
lloraba y algunos me decían, déjala que la coja, que ya verás cómo la
tranquilizo y una por educación –y por agotamiento- lo hacía, y más lloraba y
más y más y más. Y al entrar en la iglesia aquello fue de película de terror.
Que sólo le faltó empezar a trepar por las vidrieras con la cabeza del revés.
Yo creo que el cura empezó a sospechar que aquella violencia
de la niña en la iglesia podría deberse a una posesión demoníaca -como luego se
demostró en nuestro día a día- pero como era el tío del pater, pues calló y nos
dejó bautizarla aunque la niña se revolviera como una loca bajo el agua
bendita.
Pero la cosa tampoco mejoró mucho al salir de la iglesia, ni
en la celebración donde la niña seguía llorando y llorando... y yo sudando,
histérica, arrastrando el bolso y la dignidad, con el tocado golpeándome el ojo
y la pintura corrida, con la gente hablándome y hablándome y dándome regalos
–pobres- y con el pater acosándome para que probara aquellas delicias
culinarias y mi madre desnudando a la niña y volviéndola a vestir y, entretanto,
llanto y más llanto, sólo amortiguado por algún pequeño vómito de mocos sobre
mi vestido.
Sobra decir que no probé ni un solo bocado del catering, ni siquiera la tarta
-que era de helado y chocolate caliente-, ni me senté, ni mantuve una
conversación coherente -ni incoherente-, sólo mecí y mecí y
mecí y traté de domar a la fiera que no descansó de su violencia hasta que volvimos a casa, cuando al cerrar
la puerta lanzó su último gemido y cerró los ojos. Perraca. Y yo me senté con
mi tocado ya en la nuca, mi rimel corrido cual prostituta del puerto y con mi
vestido, directamente para tirarlo a la basura, a comerme un triste sandwiche
frente a la tele masticando el fracaso y temiendo, diez años antes, la llegada de la Primera Comunión.
¡Genial! ¡Me ha encantado cómo lo has contado! Lo que más me ha gustado ha sido lo de "trepar por las vidrieras". Seguro que dentro del caos reinante lo pasásteis genial y la pelirroja iba ideal ¡como su mami!. Yo bauticé a la mia con cuatro meses y todo fue como la seda, pero porque ella es tranquila per se! Ahora que la Comunión seguro que es otro cantar! ¡Qué miedo! Ja, ja!
ResponderEliminarNo, no, no... No lo pasé bien ni un poquito. Lo pasé taaaaan mal!! jajajja... En serio, fue un tormento!!
EliminarLo leo hoy, recién llegada de un bautizo (que no era de mis hijos), y me parto a reir porque parece que estuviste allí. Es que fue clavado. Enhorabuena por ese relato tan hilarante de una realidad tan cruel
EliminarAy pobre, vaya día! Yo recuerdo un bautizo similar, sólo que éramos invitados, osea, prescindibles, cuando calculé que el 50% de la gente nos ponía ya mala cara decidí que era el momento de marcharnos!
ResponderEliminarClaro, el problema es que yo no podía irme,aunque creéme que hubiera querido hacerlo!!!
EliminarToda una pesadilla, sin duda, yo tuve más suerte, el mío pasó de todo, como si eso no fuera con él!. Eso nos pasa por bautizarlos, acaso nos lo pidieron??
ResponderEliminarYa sabes plantéate el tema comunión... !!
Vanina
http://vaninasblog.worpdpress.com
Estoy por hacerme atea...
EliminarEn el caso de mi hermana se portó como una señorita en la misa, se bautizaba también otro niño que estuvo llorando toda la misa, (está grabado) y luego cuando salimos de la iglesia empezó a llorar y no paró hasta que posó el culo en el moisés, en cambio el otro niño fue salir de misa y quedarse roque...
ResponderEliminarTranquila por la primera comunión, que entre el vestido, las estampitas, la tarta etc, seguro seguro que no te deja hacerle ni una triste foto para recordar que una vez estuvo vestida de niña bien. jejeje Besos.
jajjajaja, a ver si es verdad!!
EliminarTia, lo tuyo es monumental...me parto!!
ResponderEliminarTe juro que todo es real como la vida misma.
EliminarEl bautizo de mi peque fue más o menos tranquilo porque invité a poca gente, sólo los más allegados(padres, hermanos y abuelos) sólo éramos 14 y ya es un punto. La niña lloró casi todo el bautizo pero por lo demás se portó bien. Lo que más temía era tener que sacarme la teta para darle de comer pero ahí aguantó como una campeona.
ResponderEliminarA ver si sobrevivimos al bautizo del segundo que será allá para final de año...
Suerteee!!
EliminarJajaja. Es como el niño de La Profecía... Supongo que no habrás querido ver el vídeo, ¿no? Besos.
ResponderEliminarGracias a Dios no hicimos vídeos, pero tengo fotos que acreditan la violencia de la pelirroja!!
EliminarCuando haga la Primera Comunión puedes aprovechar para grabar un corto y presentarlo al Festival de Cine de Terror de San Sebastián, lo mismo ganas y amortizas lo que te cueste...
ResponderEliminarY más aún si dejas que ella elija el vestuario...
Bueno, de hecho tengo una foto vestida de cristianá que da terror!!! Y eso que es de la prueba y no del Día D!!
EliminarHola Flor! Me encanta tu blog, describes la realidad pura y dura de una forma muy divertida.Soy madre primeriza y reciente ( hace tres meses) y a mi nadie me avisó de qué iba esto, vamos, que me hubiera venido muy bien un campamento prematernal. Hoy me he animado a escribirte porque mañana justo bautizamos a la niña (que aunque me queje estoy "chocha" con ella) y espero pasar un día agradable, ya no pido que salga perfecto porque de entrada aquí en el norte hace 10 grados y llueve sin parar. Ah! Y que la niña se deje poner el gorro con lo guapa que está con el.
ResponderEliminarSaludos desde Vitoria.
Muchas gracias, Laura! Y no te preocupes por el bautizo que yo he ido a muchos y la mayoría han sido normales, jajajja... La pelirroja es que estaba en un momento difícil!!
EliminarLa mía llevaba capotita y al final tuve que conformarme con ponerle un pañuelito en la cabeza, aunque era una maravilla bordado por una amiga.
En fin, mucha suerte!!!!
Y ya nos contarás!!!
XXX
Prueba superada! Ha hecho un tiempo horrible pero la pequeñaja se ha portado hasta bien y eso que el cura nos ha tenido hora y media en misa, para mí que la niña se ha dormido de aburrimiento....jeje
EliminarJajaja, ahora más que nunca me alegro de ser atea; de lo que me libro.
ResponderEliminarSí, ya sé que puedo pasar por algo así en cualquier otra situación, aunque espero que no sea ni la mitad de lo que debiste pasar tú ;-)
Bs.
http://missymistergolosina.blogspot.com.es/
Alguna ventaja teníamos que tener, dí que sí! Piensa también lo que nos ahorraremos en primeras comuniones!!! :P
Eliminarcuanto me alegro de ser atea jajaja, nunca pasaré por eso ni de coña, yo en mi firme defensa de la apostasía, cosa que he hecho
ResponderEliminarsusana ourense
Jajajaja...bueno, no, lo siguiente!! me alegro de por mis convicciones no haber pasado por ese momento...Dios de mi vida! te imagino y no puedo parar de reir...lo siento!
ResponderEliminarPerdona que te diga, Flor, pero que un niño llore en su bautizo es lo más normal del mundo mundial. Lo que no es normal es lo que le pasó a mi hermano pequeño, lo recuerdo perfectamente. Yo pensaba ahora, viendo las fotos, que tenía 5 o 6 meses, pero no, las fechas no me cuadran, y en realidad tenía 3 meses escasos, pero como el niño pasó 4 kilos y pico... primero la discusión que tuvieron mis padres con el traje del niño, mi madre quería un batín o algo así y mi padre decía que no "que se le amariconaba el niño" XD Al final, gracias a Bebelín, llegaron a un acuerdo intermedio. La gracia fue cuando lo pusieron en la pila bautismal y le echaron el agüita, que lo normal es que un niño llore, como mi primo, que se bautizó con mi hermano, que hizo un gesto como "ui", luego hizo un puchero, pero la madre fue rápida y le endiñó el chupete y ahí acabó todo. Pero a mi hermano le echaron el agua y el tío riéndose. La gente decía que era muy simpático, pero yo tengo una foto que me da hasta miedo, con todos arregladitos (yo con mi cara de pandereta, mi lazo en el pelo y mi vestidito de batista bordada blanco a mis 9 años) y el niño con la cabeza allí metida con una cara que parece chucky, el muñeco diabólico XD mi hermano fue muy muy risueño, muy comilón y dormilón, eso sí, como le entrase la llantera eso era horroroso, se le ponía la lengua negra, con una fuerza en los pulmones que me río yo del Pavarotti, vamos, se quedaba sin respiración y todo.
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