Ya os he dicho alguna vez que la pelirroja está frita por
hacerse mayor, básicamente para poder hacer todo lo relacionado con pinturas,
tacones, moños y vestidos de lentejuelas que al parecer la niña tiene asimilado
que hacerse mayor implica tener un look de prostituta rusa y eso la vuelve loca
de emoción e impaciencia.
De hecho, sus juegos favoritos cuando simula ser mayor se
basan en salones de belleza, bailes, salidas con ‘laz amigaz’ y todo lo que
implique fiesta y zapatos con strass. La parte positiva es que ahora tiene un
juego nuevo, que indica que al menos va a ser una hortera decente, dispuesta a
pasar por la vicaría más pronto que tarde y es que de un tiempo a esta parte sólo
quiere jugar ‘a lazbodaz’ y es que vivir en el centro rodeada de Iglesias y de
bodorrios, con sus trajes blancos impolutos, sus velos, sus moños y su
parafernalia pues no nos ha hecho mucho bien a la familia.
Así, ahora se pasa el día jugando a las bodas cuyas reglas
son las siguientes:
- Pintarse como una
puerta. A ser posible con colores estridentes y marcando mucho las ojeras
con sombra lila para dar un aspecto de novia muerta. Es fundamental pintarse
los ojos con barra de labios y los labios con lápiz de ojos para obtener ese
look tipo Tim Burton que tanto se lleva en las bodas de postín. Y luego negarse
a quitárselo bajo ningún concepto. Y aprovechar el cansancio del progenitor
para lograr salir a la calle sin que se dé cuenta del despropósito hasta que
sea demasiado tarde.
- Quedarse en
braguitas. Aún no tengo claro si se trata de alguna tradición de algún
extraño rito balinés o zulú como el de Lauren Postigo, pero la niña asegura que
hay que casarse en bragas, pero eso sí en bragas blancas, que hay tradiciones
que no hay que saltarse jamás.
- Colocarse los
tacones con más purpurina del armario para ir dando tropezones por toda la
casa y tener un curioso aspecto de miniprostituta gótica y/o cadáver. Para
mayor diversión colocar los zapatos del revés y negarse a admitir que lo están.
- Atrezzo. Coger
la terrible biznaga artificial que alguna vez nos dieron en una boda y que
tiene el polvo incrustado en los pétalos y llevarla como si fuera un ramo y tú
una Miss España y hacerse con la funda de la almohada del hermano y metérsela
por la cabeza como si fuera un secuestrado de Al Qaeda o un hermano de la Cofradía de los Gitanos. En
ocasiones, ante el riesgo de asfixia, se permite asomar la nariz por un
extremo, dejando a la indumentaria un aspecto apitufado.
- Obligar a los
progenitores a poner una marcha nupcial o, en su defecto, a tocar la flauta
que la abuela le trajo de nosédónde y que también es un bolígrafo y hacer la entrada
triunfal por el pasillo golpeándose cada tres segundos con la pared y/o el
quicio de la puerta, con unos andares de elefante borracho a causa de los
tacones puestos del revés y cegada por la funda de almohada encajada en las cuencas
de los ojos.