Anteayer no pude comerme un yogur. En todo el día. Dicho así
parece que el asunto no tiene importancia, básicamente porque ni siquiera que
me gustan los yogures, sobre todo, los yogures de canijo, que son los que yo
consumo, porque los de chocolate y los Danonino sí que me gustan, como a toda
hija de vecino, pero eso me los tengo vetados por aquello de la operación
biquini.
La cuestión es que yo llegué del trabajo cerca de las cuatro
de la tarde –sí, ahora trabajo por las mañanas, pero eso ya os lo contaré en un
post propio a tutiplén para poder quejarme de mi nuevo malvivir de madre
trabajadora- y me puse a comer como los pavos porque el pater me esperaba como
agua de mayo para endosarme al pelirrojo y poder ponerse a corregir noséquélibro
con noséquién. Así que me tragué los trozos sin apenas masticar como un
rumiante y me hice con el pelirrojo mientras me acercaba a la nevera dispuesta
a coger un yogur para echar para abajo los trozos sin masticar y darle un poco
de cariño al esófago perforado por las esquinas del pollo.
Pero no me dio tiempo abrir la nevera cuando noté cierto
tufillo y me di cuenta de que el caballero se había hecho caca. Así que no me
quedó otra que cambiarlo, mientras se revuelve como una culebra, lanza por los
aires el cesto de los pañales y empieza el berreo sin fin que, además, me
anuncia que le toca el biberón.
Así, que le preparo el bibi y se lo doy mientras va cerrando
los ojos y ¡premio! Cae rendido y fritanga total. Saco mi yogur y me siento al
ordenador a escribir un post para el blog y todo es felicidad hasta que miro el
reloj y me doy cuenta de que es tardísimo y en media hora he de salir a recoger
a la pelirroja del baile. Así que no pierdo tiempo en coger la cuchara y
abandono el lácteo a su suerte y me pongo como las locas a escribir, dejando un
margen mínimo para hacer pis, vestirme y lavarme los dientes y salir como
Speedy González hasta el colegio de la niña que está en Nueva Guinea.
Cuando llego con los ojitos güertos y el corazón en la boca,
me toca semireunión del baile con las otras madres para debatir temas de vital
importancia como si les ponemos leggins o vaqueros para el baile de zumba o si
la flor se la colocamos arriba o al lado, que en el tema baile ninguna cuestión
es baladí.
Y cuando por fin zanjamos la cuestión –en realidad no, pero
creamos un grupo de whatssap para poder seguir debatiendo desde casa-, salí
pitando con la pelirroja y su falda y los tacones –que no hay quien le quite-
hasta la tienda de trajes de flamenca donde nos tenían preparada la malla para
el esperadísimo espectáculo del domingo. Y tras dos horas de pruébate malla,
colócate flor y espérate un rato a que te cuente mi vida, salí de allí como una
refugiada libanesa.
Y aunque parezca mentira seguí pensando en mi yogur, que
cuando una está a dieta, un yogur es mucho.
Pero aún no íbamos a casa porque me tocaba comprar el regalo
del día del padre y aguantar a la pelirroja descolgando perchas y bailando y lamiendo
espejos como si no hubiera un mañana hasta que la dependienta más empanada del
lugar decidió cobrarme y dejarme escapar rumbo a casa.
Serían las nueve cuando llegamos y tocaba ducha de la
pelirroja y ya aprovechamos para meter a Cigoto y todo fue pijama chorreando y
griterío materno filial, un par de decibelios más alto que lo permitido por
ley, que todo hay que decirlo.
Y le di la cena a la pelirroja mientras el pater se
encargaba del suplente y antes de que terminara el último bocado, me la llevé a
la cama a contarle un cuento soporífero para que la dejara KO lo más pronto
posible a pesar del griterío del pequeño terminator que venía desde el salón.
Y se durmió. Y yo salí como Massiel de una boda, dando
traspiés y con la cabeza del revés, pero dispuesta a comerme mi yogur aunque
fueran las diez de la noche y fuera la hora de cenar. Y antes de poder trincarlo,
lo trincó Cigoto y con su fuera descomunal de niño prodigio de circo, me lo
estampo contra la pared llenándolo todo de Vitalínea de fresa y desazón
maternal.
Pues eso, que no es por el yogur, que a mí los lácteos como
que no, pero para mí era un símbolo. Un símbolo un poco cutre, pero cada uno
elige los símbolos que quiere y puestos a que me lo estrellen, bien está un
yogur de 49 calorías. Ay.
Jaja venga dejate de yogures y abandonate al chocolate, que necesitas energía para lidiar con esos dos y con el trabajo. Piensa que ya haces mucho ejercicio todo el día correteando arriba y abajo! :)
ResponderEliminarAy, pobre. Ni un mísero yogur te pudiste tomar. Bueno, hoy te tomas dos. O un Danonino de esos. Total, con todo lo que corriste de aquí para allá, ya quemaste las calorías que tiene de más. Además, que un día es un día.
ResponderEliminar¿Estás trabajando? Pero ¿fuera de casa supongo? Al decir que el pater se quedaba con el pelirrojo... Pues me alegro mucho, pero estoy deseando que nos cuentes en qué andas y te desahogues contándonos tus peripecias en el nuevo trabajo, jajaja.
Entonces la niña, está en flamenco y zumba?? O es que en las clases de flamenco dan también zumba?
La flor arriba, que quedan más graciosas. Te lo dice una sevillana de pro (por cierto, ya mismo está aquí la feria!!)
¡Muchos besos!
Ohhhh tu ansiado yogurt estrellado contra la pared.. que triste!.. Me alegro mucho muchisimo que estés trabajando, aunque el malvivir maternal sea doble...
ResponderEliminarEstar a dieta y corriendo todo el día tiene que ser lo peor..
Mañana nos vamos ocho días a esquiar, así que te leeré a las noches cuando llegue rendida a la cama, pero imagino que no te comentaré..
Un besazo enorme..
Jajaja, tu Reino por un Vitalinea. Lo que cambian nuestras inquietudues y necesidades tras un par de rajadas uterinas o vaginales.
ResponderEliminarsi parece un spot de publicidad jajaja a ver si se lo vendes a danone como guion :) solo que en el spot la madre tendria que agarrar el yougurt en el ultimo momento antes de que se estrellara
ResponderEliminarAy mi niña pobresitaaa.... pero y lo que yo me he reído... y lo consolada que yo me siento sabiendo que no soy la única Massiel...
ResponderEliminaraprovecho Flor, y te doy las gracias por el concurso y el currle que te has metido. Este año no me ha tocado nada, pero el pasado sí, asi que el que viene me toca otra vez, además tendré también a un nuevo suplente en esta santa casa de tarados.
Truco para mamá deseperada por un yogurt...mételo con una cucharita dentro del congelador, cuando lo quieras comer vas por la casa con él tipo polo haciendo tus tareas....pero comiéndotelo. Daños colaterales que el cigoto te lo estampe en la cara y te dé en un ojo con la cuchara, anda y relájate un poco!! Un beso
ResponderEliminarJajajjja.....iba leyendo y pensando-ahora se lo come, pero nada, que tristeza de yogur, pero bueno, después de tanto ir y venir seguro que ya estaba pastoso y no lo ibas a digerir bien. Cuenta cosas del trabajo, del nuevo, y si es fuera de casa que bien viene un cambio de aires, que la casa por mucho ventilar no se airea del todo jajjja.Disfruta del fin de semana. La de los churumbeles.PD- la flor arriba, que ya verás como la luce la pelirroja.
ResponderEliminarDeberías hacer hasta un logotipo con el yogur y todo. Le veo potencial para un movimiento político. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarAy por Dios santo Flor cómete hoy un Danonino o un yogur de esos del Mercadona que son griegos y tienen como dicen aquí "mititillas de shocolate" de los que yo soy fan total y tienen más grasa que Amaia Montero en su frente. Date un capricho hijamia!!
ResponderEliminarCigoto va a seguir siendo Cigoto hasta incluso cuando vaya al cuartel?? ya tienes a todo un hombrecito en casa, mujeeee cambiale el apodo!!!....
ResponderEliminar¡Todavía es un bebé! Y Cigoto mola. Si quieres, Anónimo, puedes llamarle Pelirrojo ;)
EliminarVayamos a lo importante, ¿al final Violeta lleva leggins o vaqueros? ¿Y la flor arriba o a un lado? jajajajaja
ResponderEliminarMuas!
Pd: Siento haber estado tanto tiempo desaparecida, me he enganchado a Facebook y ya sabes... jajajajaja