(...)
Si no fuera suficiente con las dos horas de espera en aquella sala de la tortura, con las lámparas fluorescentes parpadeando como en una película alemana de terror, con las agotadoras señoras de pelo crespo y mirada loca que me clavaban los ojos con ansiedad y con la máquina de cocacolas que no funcionaba y que me dejaban sin un sorbo de cafeína que echarme a la boca, Cigoto se había convertido en la atracción principal de la sala, siendo un imán ya no sólo para madres charlatanas sino para cualquier niño que pasara por allí, como Yonatan que tenía cara de haber sido expuesto a radiación nuclear y otro niño con nombre indio o de concursante de programa musical de Telecinco que también parecía haberle visto los ojos a la muerte y ambos metían la cabeza en el carro para acabar de matarme al Cigoto y claro, una miraba a las madres a ver si se animaban a decir algo, pero no... bueno decir sí que decían, de hecho no se callaban pero sólo para hablarme de la Pantoja y de los chorizos de la crisis ‘que devuerrvan lo robao, que lo devuerrvan ya’ mientras yo fingía mi propia muerte.
Si no fuera suficiente con las dos horas de espera en aquella sala de la tortura, con las lámparas fluorescentes parpadeando como en una película alemana de terror, con las agotadoras señoras de pelo crespo y mirada loca que me clavaban los ojos con ansiedad y con la máquina de cocacolas que no funcionaba y que me dejaban sin un sorbo de cafeína que echarme a la boca, Cigoto se había convertido en la atracción principal de la sala, siendo un imán ya no sólo para madres charlatanas sino para cualquier niño que pasara por allí, como Yonatan que tenía cara de haber sido expuesto a radiación nuclear y otro niño con nombre indio o de concursante de programa musical de Telecinco que también parecía haberle visto los ojos a la muerte y ambos metían la cabeza en el carro para acabar de matarme al Cigoto y claro, una miraba a las madres a ver si se animaban a decir algo, pero no... bueno decir sí que decían, de hecho no se callaban pero sólo para hablarme de la Pantoja y de los chorizos de la crisis ‘que devuerrvan lo robao, que lo devuerrvan ya’ mientras yo fingía mi propia muerte.
Y para añadir estrés al asunto, cada cinco minutos llamaban
a alguien por megafonía, una megafonía con la tecnología de la extinta URSS,
que parecía que nos habían conquistado los alienígenas y
nos estaban dando instrucciones para el desarme a voz en grito... y cada vez que sonaba Cigoto pegaba
un salto que casi se cargaba la escayola del techo y arrancaba a llorar como si
fuera Lydia Lozano en Sálvame Deluxe.
Pero la cosa podía empeorar y después de que la máquina se
me tragara 5 euros, de que se me pegara un caramelo en el culo y de esperar dos
horas y media en ese escenario de Lorca, la señora de la niña me miró y me dijo
‘pero chiquilla, ¿no llevas aquí mucho rato?’ / Sí, claro, pero como tú estabas
antes y no has entrado… por eso no me ha parecido tan raro / Ah, no, si yo
estoy esperando a un análisis que va para rato, pero vamos, que ya ha entrado
medio Materno…
¿Cómo?
Así que me fui al mostrador con la cara partida y me encaré con la recepcionista ‘Es que a lo mejor no ha escuchado que la llamaban / ¿Es una broma? Pero si eso lo escucharían hasta en el Estrecho de Gibraltar / Pues usted dirá / ¿Perdón? / Ah, pues no, ha pasado un raro y se han saltado a tu niño hace más de una hora por no sé que problema del sistema, pero no te retires que te llaman enseguida.
Así que me fui al mostrador con la cara partida y me encaré con la recepcionista ‘Es que a lo mejor no ha escuchado que la llamaban / ¿Es una broma? Pero si eso lo escucharían hasta en el Estrecho de Gibraltar / Pues usted dirá / ¿Perdón? / Ah, pues no, ha pasado un raro y se han saltado a tu niño hace más de una hora por no sé que problema del sistema, pero no te retires que te llaman enseguida.
Y allí me quedé, en la sala A, mientras el niño berreaba y
tragaba virus ajenos y yo quería amputarme el pie vomitado y fugarme a
cualquier país sin extradición y después de 20 minutos en los que llamaron
hasta a un tal Jeremías –que ya hay que tener mala leche-, volví al mostrador
para descubrir que efectivamente se habían vuelto a olvidar a Cigoto, en esta
nueva mala malísima suerte que me persigue, y así hasta que la recepcionista se
levantó y me acompañó directamente a una consulta de un amable pediatra
pelirrojo para que mientras yo le explicaba lo malísimo que estaba el niño y
cómo no paraba de llorar como si lo estuvieran matando, el hermanísimo empezara
a partirse el culo de la risa hasta con carcajadas, a hacer gorgojeos y hasta a
chuparse los pies con una sonrisa de oreja a oreja, como si fuera un niño de
anuncio y mira que hasta le quité el chupete en plan malamadre para que se
cabreara y no me dejara en evidencia, pero no hubo resultado alguno, el niño
estaba disfrutando como un loco.
Eso sí, hasta que salimos de la consulta, que fue salir al
pasillo y empezar a berrear nuevamente, que a punto estuve de darme la vuelta y
enseñárselo al pediatra incrédulo. Pero antes de poder hacerlo, apareció Saray
de la nada, que aún andaba por allí con su mascarilla de aerosoles en la mano, y
sin decirme ‘esta boca es mía’ decidió que el broche de oro para aquella tarde
infernal era vomitarme el almuerzo sobre la sandalia izquierda.
Y así fue como me di cuenta de que alguien me había echado
un mal de ojo.
¿En serio te vomitaron en los dos pies? ¿Podría haber sido peor la tarde? jajajajaja.
ResponderEliminarCigoto encantado de tener un pediatra tan original como él, se curó de todo mal tras ver al pediatra pelirrojo.
No, sólo en un pie. En el izquierdo. No me lo empaparon pero pilló bastante cacho... Ayyyy
EliminarSi ya lo decía mi madre: "los niños te dejan por mentirosa casi siempre".
ResponderEliminarYa sea con la comida, los males, el sueño, el comportamiento... la cuestión es dejarte como una bellaca embustera y aunque tú asegures con ojos lastimeros que el niño no prueba bocao ese día va y se come un plato de sopa de estrellitas, dos petits y un biberón de colacao detrás... ¡eso me hizo el colorao ayer en casa de mi madre!
Por cierto, a mí me hacen lo de la sandalia y me muero allí mismo... ¡qué dura eres, campeona!
Calla, calla, que estuve por pedir que me amputaran!! jajajja
EliminarJoder... Te vomitaron en los dos pies??? En serio yo creo que igual deberías hacértelo ver jajajaja, madre mía!!
ResponderEliminarY yo opino igual que "gestando una idea" igual al ver a un pediatra pelirrojo se descojonó pensando "coño tio tú y yo nos parecemos"
Jajjaja, igual!! Pero no, sólo me pilló vómito el izquierdo, que ya es bastante!!!
EliminarLo de irte al materno con un bebé en trance de muerte inminente y entrar en la consulta y que se te transforme en uno de esos bebés de los anuncios de pañales y otros pontingues infantiles es uno de los grandes clàsicos de la maternidad. Increible pero cierto. El Cigoto vio a aquel médico zanahorio y pensO: para qué preocuparse? Soy como él, voy a llegar lejos. Y le entrO la felicidad total.
ResponderEliminarJajjajajajjajaja, seguro!!!
EliminarLo que te pase a tí, jajajaja Mucho ánimo
ResponderEliminarMe vomitan en un pie, y con lo asquerosita que yo soy, me pongo en plan niña del exorcista y me ingresan a mí XD
ResponderEliminarLo que dice Mar es una verdad como un tempo...basta que digas que llevas una semana en el infierno con tus hijos portándose como maníacos para que esa tarde se porten como angelitos y/o niños de portada del Hola y te dejen por madre histérica y sin aguante...ains
Ayyyy que asquito más grande!!!
ResponderEliminarMira que es complicao encontrar más de un pelirrojo junto. Tú tienes un imán.
Mal de ojo...o lamaldición dela momia,que no sé lo que es peor si estar amaldicionada o vomitada por niños que no son nuestros....que asquito,
ResponderEliminarmadre!!
Pero que ascoooooo!!! Ayyyy me muero! Tia cada vez estoy mas agradecida de tener el seguro privado, por muy lejos que me pille la Quiron y muy cerca que me pille el Materno, el dia que tenga niños casi mejor que me pierdo la gran experiencia de charlar 3 horas con los chonis del turno....Espero que el cigoto ya esta mejor, que paseis buen finde!!!
ResponderEliminarLo de los nombres de los niños en la sala de espera de urgencias es todo un misterio.
ResponderEliminarDebe ser que los nombres extraños son más propensos a enfermedades.
En la última visita a urgencias destaco dos
- Casper
- Lady Marian
Pobrecitos...
En la última visita a urgencias destaco dos
- Casper
- Lady Marian
Pobrecitos...
Sé de una que le ha puesto al niño Daniel de Andalucía. Ahì, con un par.
EliminarMal de ojo no sé,suena muy fuerte aquí en el noroeste,pero una de dos mal de ojo o mal de ojo jjajaj,además lo de la vomitona en el pie fue el punto final espero,pero menudo punto.Lo de entrar en la consulta y que al niño le pasen los males es un clásico en esta mi casa,hasta la fiebre baja,la de los churumbeles.
ResponderEliminarAy, por favor... Me ha dado hasta frustración leerte... Pobre, mi niña, qué mal lo pasas. Besotes!!!
ResponderEliminarHay pobre... Esas salas de espera con gente tan rarísima son un auténtico infierno
ResponderEliminarMe encantan los nombres que se barajan por ahí. ¡Qué pena que tenga ya a todos los míos bautizados!
ResponderEliminarY sí, nena, mírate lo del mal de ojo....
Un abrazo.