Si hay alguien en este mundo a quien le gusten las compras,
ésas somos Paris Hilton y yo, eso sí con sustanciosas diferencias en el grosor
de nuestra cartera, pero ése es otro cantar…
La cuestión es que a mí me encanta ir de compras y mirar,
remirar, probarme, comparar y acabar despistando a la mozuela de mechas
californianas para que suelte el fular de mis sueños y pueda agarrarme a él
como Kate Winslet a su tablón en Titanic. Y es que comprar bien es un arte, que
no vale quedarse con lo primero que se encuentra y sobre todo, a la hora de
regalar hay que fijarse en lo que le gusta al agasajado, quiero decir, que si
tienes un primo choni, le regalas una camiseta choni por mal que te pese, que
el regalo es para él y no para ti y una chaqueta de pata de gallo como que no y
si tienes una tía que viste al estilo catequista pues le coges una faldita de
monja retirada, a cada uno, lo suyo. Sin mirar atrás.
Pues así andaba antes de las navidades calculando qué
comprar a cada uno, estableciendo presupuestos e ideas y un planning para que
me diera tiempo a todo sin prisas ni agobios y que por un año la Navidad no fuera una
carrera y unos pies abolillados y una lengua fuera y dos red bulles antes de
comer y un espidifen en un botellín de agua en la sección de señora de El Corte
Inglés… Pero no. Se ve que la ansiedad y el malvivir son algo que va tan
implícito en la Navidad
como el Suchard y los pajes reales con trajes de los chinos.
Así que esta Navidad ha sido lo que viene a denominarse un
infierno en vida en cuanto a lo que a compras se refiere porque no sé por qué
extraña razón o motivo, Málaga ha cuadruplicado su población y aunque saliera de
casa a las tres y media de la tarde de un lunes, con la comida aún sin masticar
y atajara por la calle más solitaria e incluso peligrosa de la ciudad, me
topaba con una marea humana de dos millones de personas, como si estuviera en la
salida del Cautivo, y para no morir tenía que dejarme llevar adonde quiera que
los empujones de bestias pardas me llevaran y si era a una tienda de alpistes
para jilgueros, pues una bolsa de cuarto kilo para mi hermana, que la cosa no
está para ser tentona y como me descuidara , venía una señora de pelo de
cardado infinito y me apaleaba las piernas con sus gigantobolsas para llevarse las últimas reservas en alpiste y entonces volvía a dejarme llevar por la marea humana casi
como si me estuvieran manteando.
Así que tras sufrir un colapso nervioso ante las colas de
Primark -lugar capaz de acoger a quince millones de compradoras enfurecidas y
ansiosas- una crisis de ansiedad en la sección de juguetes de El Corte Inglés
ante las estanterías vacías –que la gente está este año como si fuera a haber
una crisis de abastecimiento y se llevan lo que sea y lo que sea es una pelota
de aprendizaje infantil para un chaval de 8 años- y sin rastro de Peppa Pig ni
del set de peluquería 100% plástico chinasqui previamente fichado, mientras mi
madre me llama al móvil para que le coja el regalo a fulanito y a menganito de
su parte, y tras dos ataques de histeria nivel día de furia en Mango que ha
empezado sus rebajas antes de tiempo y con doscientas mil personas frenándome
el paso y yo con el carrito atrapada frente a las camisetas que estuvieron de
moda en 1997 y fuera lloviendo y otra marea humana esperándome para destrozarme
las pantorrillas a bolsazos… decidí que ir de compras es una mierda, una tarea ingrata
y ruin, así que el año que viene o compro en agosto con el biquini atado al
cuello o tarjetas regalo para todo cristo, hombre ya, que ahora necesito un mes
en una clínica antiestrés para recuperarme de las navidades y un relleno de colágeno
para paliar las cuencas de los ojos de tres metros de profundidad que me han
dejado las colas infinitas en la sección de empaquetados de El Corte Inglés
donde al parecer era imprescindible ser un inútil incapaz de despegarse el
papel de celo de las manos para poder ser contratado. Lo dicho, necesito el
ingreso.
Pues si, hija, vaya navidades de estrés, y es que todo lo dejamos para el último día, por lo menos ese es mi caso, el viernes pasado, día 3, fui al Corte Inglés a comprar los últimos regalos que me quedaban y eso fue la marabunta, las colas infinitas, las dependientas estresadisimas, gente por todos lados... Menos mal que ya se ha terminado todo, anda con Dios...
ResponderEliminarMenos mal!!!!
EliminarYo me he visto todos los catálogos online he comparado precios y me he cogido promociones de gastos de envió gratis y he hecho mis compras navideñas desde el sofá. Ya se que no favorezco precisamente a las tiendas de barrio pero con dos niños tipo tsunami el trabajo a jornada completamente la casa y un par de detallitos más que siempre hay por ahí era eso o acabar en el psiquiátrico. Luego me desquitare en las rebajas...
ResponderEliminarEl año que viene me apunto!!!
EliminarSoy un grinch cualquiera y no me gustan estas fiestas. Que no niego que tiempos ha tuviera su cosa y ganas de celebrar pero ¿hoy día? Una fiesta ¿religiosa? ¿alguien se acuerda de eso? Los niños están cebados de chuches que antes las cataban solo en estas fiestas; los mayores idem con la comida y bebida ¿quién no puede permitirse hoy comprar un jamon, una paletilla de cordero u ostras? ¿Y champán? Antes el que trabajaba fuera sólo venía una vez al año y el resto sólo eran llamadas rápidas una vez al mes, que las llamadas fuera de la ciudad o pais eran muy caras. ¿Ahora? Con tanta tarifa plana de llamadas e internet, tanto whasapp y vuelos baratos regulares sabes más de tu hermano en Londres que tu padre que vive a media hora andando. Y así con todo.
ResponderEliminarHoy es una odisea comprar regalos ya que todo el mundo tiene de todo. ¿Qué regalas? Pues cosas repetidas y juguetes de plástico como si estuviesen chapados en oro, de lo que cuestan. Me niego a pensar que un juego de 10 rotuladores de colores valga 25 leros, solo porque lleve dibujado una familia de cerdos o unas monstruitas prepúberes.
Definitivamente, soy una Grinch.
Pero que conste que trago y sigo las convicciones sociales.
Jajajajjajajajajajjajaja
EliminarMuy bueno,con el alpiste he llegado a la carcajada jajjajj.Yo este año he pasado de eso,que una va vieja y cansada para tanto meneo,los he cogido con tiempo,tampoco me he roto la cabeza porque total....,hoy no sorprendes ni a mariquitapérez,algunos los he pedido por internet,los que no había al lado de casa,que los centros comerciales en estas fechas parecen invadidos por seres de otro planeta,aunque negar no niego que me pasa como a ti,ir de tiendas es mi hobby preferido desde que soy mamá y he dejado de ser libre.La de los churumbeles.Feliz vuelta a la rutina,aunque me cueste madrugar.
ResponderEliminarAy, la libertad, qué tiempos...
Eliminarjajajjajaja qué exagerada eres jajajja pues si, compras, tarea ingrata y ruin jajaja tarjeta regalo lo mejor y que se vayan a la clínica otros...Por suerte ya pasó todo! Un besazo!
ResponderEliminarCharlie Brown
Y me decía mi hemana que nos fuéramos hoy de rebajas... ¿¿¿estamos locos???
EliminarSi es que Navidades y estrés es todo uno. Creo que lo hacen pensando en los bloggers. ¿De qué íbamos a escribir, si no? Besotes!!!
ResponderEliminarDe mi hamaca balinesa???
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