miércoles, 15 de enero de 2014

El día de Reyes



Si la navidad es mi fiesta favorita del año, la noche y el posterior día de Reyes son, sin duda, mis días preferidos… por la ilusión por los regalos, por el jaleo, por estar con la familia y porque parecen días mágicos donde todo el mundo está feliz y donde todo parece posible.

Sin embargo, no hay suficiente magia en el mundo ni en la noche de Reyes ni en la verbena de san Juan para que en mi casa vivamos un día apacible, en familia y alegremente, pero relajados como ocurre en las películas o en otras casas de personas normales donde uno puede abrir un regalo sin sentir el aliento de una pelirroja en el cogote, dispuesta a martillearte la cabeza con un secador de plástico mientras te llaman de casa de tus padres para decirte que dónde estáis metidos que ya son las diez de la mañana y ya ha llegado todo cristo con doscientos roscos de Reyes y ya están desayunando… y un aspirante a pelirrojo porculero y maligno te deja caer un chorreón de leche regurgitada por el cuello impregnando el pañuelo nuevo que te acabas de probar mientras el pater monta casas de Nenucos a destajo con una corona de la barbie cortándole la circulación en las sienes.

Y es que después de la víspera de Reyes de infarto que ya os narraré, la niña se despertó como las locas, dando corretadas a diestro y siniestro sin dejarme siquiera recolocarme los ojos dentro de las órbitas de cansancio extremo ni hacer un pipí de dos litros que había acumulado durante la noche con el acojone de no querer hacer ruido para evitar que los pelirrojos se me despertaran.

Así que empezó el despliegue de regalos, que estaban envueltos porque la niña tormento así lo quiso y entonces nos tocó a la ‘amanesía’ y sin cuatro horas de sueño en el cuerpo y con la espalda partida y un brote de artrosis en las muñecas de envolver regalos la noche anterior, ponernos a montar cacharros y a sacar tuercas, alambres, gomillas, tornillos y todo el set de seguridad nuclear que traen los juguetes por alguna extraña razón que no llego a comprender.

Y mientras, Cigoto chillando porque quería su bibi y mi padre llamándome al móvil porque el desayuno ya estaba puesto allí y que en media hora venía a recogernos y la pelirroja amenazando con su kit de peluquería y moviendo de un lado a otro la peluca de Rapunzel hasta que dejó tuerto al pater que llevaba el atrezzo de princesa pero al menos se libraba de las horquillas de plástico que me tocaron a mí y que bien podrían haberse usado en la Inquisición y antes de poder siquiera probarme mis regalos y con la cara sin lavar, mi padre me llama para decirme que no hay prisas pero que ya está abajo esperando.

Así que como si fuera una persecución de Benny Hill, nos duchamos, nos vestimos y hasta me pude echar dos capas de rimel para amortiguar las ojeras de judía, coger los regalos para la familia y plantarnos en casa de mi madre donde a las diez y media de la mañana ya nos esperaban dos millones de familiares estresados por naturaleza, hablando todos a la vez, cada uno con su propia conversación. A su ritmo. Y antes de poder saludar me endiñaron regalos, un vaso de cocacola, un trozo de rosco de nata y un bollo con jamón mientras yo como el hombre orquesta con un plato en cada mano, una bolsa bajo cada brazo y sosteniendo un paquete bajo la barbilla, me debatía entre el desmayo y la hiperexcitación.

Cigoto volaba de mano en mano feliz de que por fin alguien le hiciera caso, ninguneado como está en casa y la pelirroja abría paquetes como una profesional y comía caramelos como un castor cocainómano y antes de poder encontrar asiento y terminar una conversación con sentido con alguien, dieron las dos de la tarde, así sin comerlo ni beberlo, y cargados cual mulas, huimos cronometrados rumbo al almuerzo con la otra familia no sin antes tomarme un sobre antigripal que me dio la mamma sin opción a negativa y que debía llevar un valium machacado porque no pude levantar cabeza en dos horas.

Y en casa de mi cuñada Inma más de lo mismo. Otras doscientas personas dándose culazos entre las sillas apiñadas como en Semana Santa, pasando copas de vino y bolas de chocolate, regalos, besos, tiquets regalo y platos de plástico como si no hubiera un mañana.

Y comimos y bebimos como señores y hablamos a voz en grito, básicamente porque es la tradición, y tuve un brote de alergia ante la presencia del miniperro de mi suegra que me tuvo estornudando dos horas y cuarto y los niños jugaron y se mataron vivos y lo pasamos en grande… y nuevamente antes de poder pestañear ya era tarde y tan o más cargados de como llegamos, volvimos a casa, donde nos esperaba una marea de cartones, bolas de papel y bolsas a gogó, un cansancio extremo la mar de malo, un Cigoto con nervios acumulados para no pegar ojo hasta la pubertad y una pelirroja ansiosa nivel Pocholo por jugar a las cocinitas y hacerme comer salchichas de plástico y helados de plastilina morada.

Por suerte también había un sofá donde poder hacerme un ovillo como Rainman, dejarme atusar la melena hasta desangrarme el cuero cabelludo y dejarme partir los dientes con una alcachofa de plástico del tamaño de Brasil, que olía a petróleo rancio.

Pues eso, que me encanta la Navidad.

9 comentarios:

  1. Madre mía qué estrés, casi lo he podido masticar jaja!

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  2. A mí me encanta el día de Reyes, a pesar de que acabo el día con las manos llenos de tiritas y una luxación de muñeca de quitar alambres, grapas, tornillos y demás fijaciones que llevan los juguetes. Para resistir un ataque nuclear, sí señor...

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  3. Vamos, como en mi casa... Ay señor menos mal que son una vez al año!!!

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  4. Como siempre tan realista que casi puedo estar en vuestras celebraciones! Me he reído un montonazo, si algún día publicas un libro con tus post te haces de oro, eso sí aún por determinar categoría, humor, terror?!

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  5. Jajajaja. Si es que todo lo vivís muy intensamente y así no hay cuerpo que aguante... Besotes!!!

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  6. Ay, madre, que me da taquicardia de leerte. Mi familia es más o menos así, solo que con menos gente y menos pelirrojos (menos mal). No sé tu, pero jamás me acostumbraré a tanto nervio, cada reunión me estresa.
    Como dice mi familia cuando vienen a mi casa, que aquello es un convento.

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  7. "la pelirroja comía caramelos como un castor cocainómano" LOL

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  8. Como te entiendo!!! La mis fue prácticamente igual sólo que con un sólo niño pero ya me he echo la idea leyendote de lo que me espera el año que viene!!

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  9. Madremíadelamorhermoso que trabajo me ha costado seguirte el ritmo y eso que me has cogido sentada jajjjjaj.Dí que sí,eso es Reyes y lo demás moco de pavo,a ver quien te quita lo bailao!!!La de los churumbeles.PD-cigoto me iba dando penita por aquello de no estar tan acostumbrado,pero creo yo que ya sabía donde iba a caer,para el año creo que tendrá post exclusivo.

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