Si la navidad es mi fiesta favorita del año, la noche y el
posterior día de Reyes son, sin duda, mis días preferidos… por la ilusión por
los regalos, por el jaleo, por estar con la familia y porque parecen días mágicos
donde todo el mundo está feliz y donde todo parece posible.
Sin embargo, no hay suficiente magia en el mundo ni en la
noche de Reyes ni en la verbena de san Juan para que en mi casa vivamos un día
apacible, en familia y alegremente, pero relajados como ocurre en las películas
o en otras casas de personas normales donde uno puede abrir un regalo sin
sentir el aliento de una pelirroja en el cogote, dispuesta a martillearte la
cabeza con un secador de plástico mientras te llaman de casa de tus padres para
decirte que dónde estáis metidos que ya son las diez de la mañana y ya ha
llegado todo cristo con doscientos roscos de Reyes y ya están desayunando… y un
aspirante a pelirrojo porculero y maligno te deja caer un chorreón de leche
regurgitada por el cuello impregnando el pañuelo nuevo que te acabas de probar mientras
el pater monta casas de Nenucos a destajo con una corona de la barbie cortándole
la circulación en las sienes.
Y es que después de la víspera de Reyes de infarto que ya os narraré, la niña se despertó como las locas, dando corretadas a diestro y
siniestro sin dejarme siquiera recolocarme los ojos dentro de las órbitas de
cansancio extremo ni hacer un pipí de dos litros que había acumulado durante la
noche con el acojone de no querer hacer ruido para evitar que los pelirrojos se
me despertaran.
Así que empezó el despliegue de regalos, que estaban
envueltos porque la niña tormento así lo quiso y entonces nos tocó a la ‘amanesía’
y sin cuatro horas de sueño en el cuerpo y con la espalda partida y un brote de
artrosis en las muñecas de envolver regalos la noche anterior, ponernos a
montar cacharros y a sacar tuercas, alambres, gomillas, tornillos y todo el set
de seguridad nuclear que traen los juguetes por alguna extraña razón que no
llego a comprender.
Y mientras, Cigoto chillando porque quería su bibi y mi
padre llamándome al móvil porque el desayuno ya estaba puesto allí y que en
media hora venía a recogernos y la pelirroja amenazando con su kit de peluquería
y moviendo de un lado a otro la peluca de Rapunzel hasta que dejó tuerto al
pater que llevaba el atrezzo de princesa pero al menos se libraba de las
horquillas de plástico que me tocaron a mí y que bien podrían haberse usado en la Inquisición y antes de
poder siquiera probarme mis regalos y con la cara sin lavar, mi padre me llama
para decirme que no hay prisas pero que ya está abajo esperando.
Así que como si fuera una persecución de Benny Hill, nos
duchamos, nos vestimos y hasta me pude echar dos capas de rimel para amortiguar
las ojeras de judía, coger los regalos para la familia y plantarnos en casa de
mi madre donde a las diez y media de la mañana ya nos esperaban dos millones de
familiares estresados por naturaleza, hablando todos a la vez, cada uno con su
propia conversación. A su ritmo. Y antes de poder saludar me endiñaron regalos,
un vaso de cocacola, un trozo de rosco de nata y un bollo con jamón mientras yo
como el hombre orquesta con un plato en cada mano, una bolsa bajo cada brazo y sosteniendo
un paquete bajo la barbilla, me debatía entre el desmayo y la hiperexcitación.
Cigoto volaba de mano en mano feliz de que por fin alguien
le hiciera caso, ninguneado como está en casa y la pelirroja abría paquetes como
una profesional y comía caramelos como un castor cocainómano y antes de poder
encontrar asiento y terminar una conversación con sentido con alguien, dieron
las dos de la tarde, así sin comerlo ni beberlo, y cargados cual mulas, huimos cronometrados
rumbo al almuerzo con la otra familia no sin antes tomarme un sobre antigripal
que me dio la mamma sin opción a negativa y que debía llevar un valium machacado
porque no pude levantar cabeza en dos horas.
Y en casa de mi cuñada Inma más de lo mismo. Otras
doscientas personas dándose culazos entre las sillas apiñadas como en Semana
Santa, pasando copas de vino y bolas de chocolate, regalos, besos, tiquets
regalo y platos de plástico como si no hubiera un mañana.
Y comimos y bebimos como señores y hablamos a voz en grito,
básicamente porque es la tradición, y tuve un brote de alergia ante la
presencia del miniperro de mi suegra que me tuvo estornudando dos horas y cuarto
y los niños jugaron y se mataron vivos y lo pasamos en grande… y nuevamente
antes de poder pestañear ya era tarde y tan o más cargados de como llegamos,
volvimos a casa, donde nos esperaba una marea de cartones, bolas de papel y
bolsas a gogó, un cansancio extremo la mar de malo, un Cigoto con nervios
acumulados para no pegar ojo hasta la pubertad y una pelirroja ansiosa nivel
Pocholo por jugar a las cocinitas y hacerme comer salchichas de plástico y
helados de plastilina morada.
Por suerte también había un sofá donde poder hacerme un
ovillo como Rainman, dejarme atusar la melena hasta desangrarme el cuero
cabelludo y dejarme partir los dientes con una alcachofa de plástico del tamaño
de Brasil, que olía a petróleo rancio.
Pues eso, que me encanta la Navidad.
Madre mía qué estrés, casi lo he podido masticar jaja!
ResponderEliminarA mí me encanta el día de Reyes, a pesar de que acabo el día con las manos llenos de tiritas y una luxación de muñeca de quitar alambres, grapas, tornillos y demás fijaciones que llevan los juguetes. Para resistir un ataque nuclear, sí señor...
ResponderEliminarVamos, como en mi casa... Ay señor menos mal que son una vez al año!!!
ResponderEliminarComo siempre tan realista que casi puedo estar en vuestras celebraciones! Me he reído un montonazo, si algún día publicas un libro con tus post te haces de oro, eso sí aún por determinar categoría, humor, terror?!
ResponderEliminarJajajaja. Si es que todo lo vivís muy intensamente y así no hay cuerpo que aguante... Besotes!!!
ResponderEliminarAy, madre, que me da taquicardia de leerte. Mi familia es más o menos así, solo que con menos gente y menos pelirrojos (menos mal). No sé tu, pero jamás me acostumbraré a tanto nervio, cada reunión me estresa.
ResponderEliminarComo dice mi familia cuando vienen a mi casa, que aquello es un convento.
"la pelirroja comía caramelos como un castor cocainómano" LOL
ResponderEliminarComo te entiendo!!! La mis fue prácticamente igual sólo que con un sólo niño pero ya me he echo la idea leyendote de lo que me espera el año que viene!!
ResponderEliminarMadremíadelamorhermoso que trabajo me ha costado seguirte el ritmo y eso que me has cogido sentada jajjjjaj.Dí que sí,eso es Reyes y lo demás moco de pavo,a ver quien te quita lo bailao!!!La de los churumbeles.PD-cigoto me iba dando penita por aquello de no estar tan acostumbrado,pero creo yo que ya sabía donde iba a caer,para el año creo que tendrá post exclusivo.
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