Hospitalizarse es una cosa muy mala siempre. Incluso si la razón
es buena y junto al alta te dan un bebé para que te lo lleves a casa para
acabar con la poca cordura que te quede. Incluso así. Básicamente porque los
hospitales huelen a hospitales y tienen vías para clavarte en las venas en un
descuido, sueros variados que enchufarte, médicos y enfermeras que se miran
entre ellos y te hacen imaginar que vas a morir en los próximos cuatro
segundos, baños con cuñas en el bidé, camas reclinables –bueno, esto en
realidad mola-, jamón cocido, emblanco y otras cosas tristísimas que le hunden
el ánimo a cualquiera.
Sin embargo, como una es madre desde hace tres años y medio
y vive sin vivir en ella de estrés galopante, la idea de hospitalizarme esta
vez para el nacimiento del hermanísimo no sólo no se me antojaba mala sino que
me parecía el plan perfecto, sobre todo si me encamaban la noche antes de la
rajada de útero, pudiendo así tener una noche entera de silencio, televisión y
revistas. Que sí, que serán unas aspiraciones muy cutres, que no digo yo que
no, pero es lo que nos queda. Así que cuando me dijeron que el encame sería la
misma mañana de la cesárea, casi pongo una hoja de reclamaciones.
La pelirroja había sido expulsada rumbo a casa de los
abuelos, que era donde ella quería quedarse imagino que porque sabía que no la
llevarían al cole o porque mantiene un idilio con el abuelo o porque estaba
segura que la dejarían hacer todas las maldades que se le ocurrieran –como transportar
con su fuerza de Hulk por toda la casa las garrafas de 20 litros de agua del
dispensador y tratar de vaciarlas sobre el sofá-, unas maldades que a lo largo
de cinco días, son muchas, tantas que la mamma pide a gritos un internamiento
en un balneario y mi padre que es un tipo grande y fuerte llegaba cada día más cabizbajo
al hospital, arrastrando los pies y el ánimo y perdiendo altura y ganas de
vivir por día. “es que no te puedes hacer una idea de lo que habla esta niña, es
que no calla ni debajo de agua’ me decía. A mí. Como si fuera una que pasaba
por allí.
La cuestión es que lo teníamos todo organizado y antes de
las ocho ya estábamos el pater y yo en la clínica, con mi macutón y mi mala
cara de enferma terminal debido al sueño mortal y a la falta de maquillaje y al
miedo, que todo hay que contarlo, que no sé por qué esta segunda cesárea me
daba un poco de terror, imagino que por no dejar sin madre a la pelirroja, que
ya se sabe que es parir y ni morirse puede una.
Así que con el miedo el cuerpo, pero fingiendo para que la
mamma no me volviera a insistir –y cuando digo insistir me refiero a técnicas
de interrogatorio del ejército iraquí- con la idea de un parto natural y unos
maravillosos puntos vaginales, llegamos a la habitación que poco tenía que ver
con la suite de lujo de la otra vez, que tenía hasta un saloncito previo a modo
de sala de espera de las visitas, que ya os dije que aquello fue la boda de
Lolita y había que organizarse o por lo menos intentarlo.
Esta vez era una habitación más bien pequeña, con una sola
cama, y el acompañante, o sea el pater, quedaba relegado a dormir en un sillón
cama con pinta de estar más duro que el turrón de Alicante y por el que ya habrían
pasado muchos culos visitadores. El baño también era más pequeño y más feo,
pero eso sí, en la habitación cuchitril había un rollo zen que molaba -¿o es
feng sui?- y había mejores vistas desde los balcones. A la catedral de Málaga para
ser exactos, y según la mamma y su extraña pirámide de prioridades, eso era lo
importante.
Deshice los macutones, golpeándome en la barriga con todos
los cajones y me senté junto al pater, nerviosa, a esperar que vinieran a
buscarme con más ilusión que miedo. Habían sido unas semanas intensas pero ya
todo estaba listo, la ropita dispuesta, la casa limpérrima, la niña
encasquetada y la barriga a punto de reventar. No quedaba nada. Todo estaba preparado.
Ya sólo cabía esperar porque en cualquier momento de ese extraño martes 11 de
junio, Nicolás vendría al mundo.
PD. Por cierto, para quien no lo sepa y tenga curiosidad, en nuestra página de facebook de 'Hija no hay más que una' hay fotos del hermanísimo y alguna que otra de la pelirroja...
PD. Por cierto, para quien no lo sepa y tenga curiosidad, en nuestra página de facebook de 'Hija no hay más que una' hay fotos del hermanísimo y alguna que otra de la pelirroja...
a qué hora nació el peque?
ResponderEliminarsabes, mi hija que se llama como la tuya, cumplió 4 años el 11-06? o.O plop!
Te entiendo, te entiendo...si yo estoy deseando que me operen de algo pequeño, como el apéndice, que no sirve para nada, solo por estar unos días sola y en paz en el hospital. Lo malo es que, cuando lo digo, la gente se me descojona porque piensan que hablo en broma!!!
ResponderEliminaroooooh, qué ganas de ver el resto de la historiaaaa :)
ResponderEliminarAyyyyyyy, sigue sigue!! Me has dejado intrigadísima!! Buffffff que nervios, yo estaría muy fatal. A mi me indujeron el parto, que terminó en cesárea, y visto en retrospectiva tenía que haber pedido la cesárea directamente, porque todo lo que sufrí pá na... Un horror. Ahora con esta segunda (ya estoy de 26 semanas!) soy del rollo de tu madre, quiero parto natural, pero a poder ser, sin puntos en mis partes, gracias. En fin, veremos como termina la cosa, pero realmente me da bastante miedo. Me estoy leyendo un montón de libros de hippies en los que explican que el parto es lo más natural del mundo, que las probabilidades de que te explote el útero incluso con una cesárea previa son mínimas, que nuestro cuerpo está diseñado para parir etc. a ver si me tranquilizo pero es que soy bastante cagueta de naturaleza, así que siempre hay un resquicio para el "y si...???" que nadie es capaz de responderme. Bueno, veremos, aún tengo tiempo... Bufffffff.....
ResponderEliminarVenga, sigue con el relato!!!
Al final compartimos cumple!!!!! El día 11 hizo cinco años que nació mi princesa a las 11 de la mañana por cesárea. Por cierto, dicen que los niños Géminis son tan inquietos que tienes la sensación de tener dos, yo doy fe, así que prepárate. Pero bueno tienes a la pelirroja como ayuda. Disfrútalo mucho que esta bonita época no vuelve, a no ser que te animes otra vez...jejeje. Un besazo familia.
ResponderEliminarOhhh Que bonito lo cuentas todo... Tú madre cuando le cuentas que la pelirroja no calla es que no se lo cree, o no te escucha?? Está muy bien que lo haya vivido en sus propias carnes.. jaja
ResponderEliminarPorque fuiste sin maquillar??.. Yo di a luz en un hospital privado y nadie me dijo nada.. cuando volví de dar a luz, algunos bromearon diciendo si venía del paritorio o de la esteticien ..
Muchos besos , y madre mía que dos niños tan bonitos tienes..
Qué intriga Flor!
ResponderEliminarMe has traído muchos recuerdos. Estoy deseando leer la segunda parte...
Por cierto, Nicolás es una monada y la pelirroja ni te cuento!!!
Besucos
emocionante relato para el que sabemos el final super feliz, pero aún así me he quedado con la intriga y todo... y las fotos de la pelirroja y el hermanísimo ... no te digo nada... GUAPISIMOS!!!!!! me han encantado!
ResponderEliminarbesotes!!!!
Preciosos los dos!!! El niño es bonitísimo! qué redondito! Me da que la pelirroja se va a pegar a él como una lapa jejeje Enhorabuena!!!
ResponderEliminarJajaja. Me ha hecho gracia tu padre con lo de "No te imaginas...". Le tenías que haber dicho "Pues qué raro... en casa ni se la oye". Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarVaya niños bonitos. A freír espárragos la genética. Mi niña tiene los ojos azules y mi marido es moreno moreno. La gente nos mira a los dos para ver a quién se parece y se queda chof.
ResponderEliminarUn bebé de portada de revista. Ves como sirve de mucho leerlas?
casi nace el día de mi cumple jeje, que emoción ir a por el bebé; la verdad es que a mí tambien me dio mas terror el segundo parto, en el primero estás más nerviosa por como será el bebé, por como será el parto que no piensas en que pueda pasar algo.
ResponderEliminarA mi me pasaba lo mismo, también pensaba en que tendría algún momento de relax sin tener que preocuparme por la mayor y la verdad que en el hospital tuve tiempo de echarme siesta y leer revistas.
Todavía sigo queriendo saber porqué te has decidido por dos cesáreas en lugar de un parto vaginal. Que conste que no es a modo de crítica, sino a modo de curiosidad profunda. A mi me va a tocar cesárea quiera o no quiera, y si pudiera elegir, no la querría.
ResponderEliminarQué guapos!!!! Enhorabuena por la doble maternidad!!!
ResponderEliminarQue recuerdos,me ha gustado como lo has escrito,entre líneas se pueden leer tantas cosas,mis dos partos fueron de película pero de terror,los dos acabaron en urgencia máxima,pero aún así los adorno tanto que me parecen tan bonitos...La de los churumbeles.PD-preciosos Violeta y Nicolás,para achuchar de lo lindo.
ResponderEliminarMis abuelos también viven el hospital como unas vacaciones, porque les llevan la comida y no tienen que limpiar y como les visita gente tienen con quién hablar.
ResponderEliminarEnhorabuena!! Yo también tengo dos cesáreas, pero a la segunda iba mas confiada que a la primera, cosas de las drogas que sabía que me iban a dar. Espero que hayas recuperado al menos la posición erguida ( y no la de alcayata post-cesarea) y puedas seguir escribiendo este blog tan genial.
ResponderEliminarUn barazo
La Madre Ninja
Un abrazo, coño, que parecece que te mande un balazo, y nada mas lejos de la realidad ( puto texto predictivo)
ResponderEliminar¡Enhorabuena de nuevo Flor! Porque tienes una hija pelirroja muy guapa, y un hijo también muy guapo, así que espero que estés mejor de la cesárea y que puedas disfrutar de ambos. Besitos y un abrazo!!
ResponderEliminarya he visto las fotillos guapisimos los dos
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