En Málaga ya estamos de Feria. De Feria y de 40 grados a la
sombra con lo que eso supone para una madre de hormonas disparadas -que no
quiere feria pero que si la quisiera la querría sola con su cuerpo serrano-,
una pelirroja hiperactiva y amante de toda fiesta y/o verbena que se le ponga
delante y una pequeña ameba aspirante a pelirrojo que sólo piensa en beber
bibis, dormir y dar guerra.
La gente, esto es la familia y los amigos, se creen que una
es la de antes y le proponen dos mil planes por minuto como si una tuviera su
útero intacto y nunca hubiera roto aguas y fuera libre como el viento, como si
aún le quedara energía después de mantener con vida al dúo dinámico un día más
y como si a una le siguiera gustando la Feria.
Así que me paso el día excusándome para no hacer planes
molones y me organizo una serie de planes torpedos con la prole, que quitan el
hipo del susto que dan. Porque claro, una puede declararse una renegada de la Feria pero tiene una hija
que se emociona hasta el grito cada vez que ve un farolillo y un revuelo de
volantes y unas tablas de un escenario para saltar sobre ellas y darlo todo
como si fuera la reencarnación de Antonio el bailarín.
De esa manera, como no me quedaba otra, hace unos días
hicimos nuestra primera incursión en el mundo ferial nocturno, ella ataviada de
gitana y con los tirabuzones engominados cual Mario Conde y estirados al máximo
hasta abrirle los ojos como Ozil y con una gigantoflor hincada en el minicoco,
que al echar la cabeza hacia atrás se le clavaba en la nuca como una daga
traicionera, pero más contenta que unas castañuelas a pesar de que las
merceditas de lona que le compré le quedaban ligeramente estrechas tirando a
‘vamosaamputarteelpieporfaltaderiegosanguíneo’, que la chiquilla pone voluntad
cuando se trata de pasarlo bien e iba como las locas más contenta por ‘montarze
en loz escenarios a bailar’ que por las atracciones de Feria, que ya os digo
que voluntad artística no le falta.
Y al Real de la
Feria nos fuimos con los primos, para que pudieran matarse
vivos entre atracción y atracción y nos obligaran a los adultos a estar
contando continuamente entre el gentío para comprobar que no nos faltaba
ninguno como si fuéramos una versión feriante de Rainman.
Así, tras un accidentado viaje en coche en el que a la novia
de mi primo casi se le cangrenan las caderas, encajadas de mala manera entre
sillita y sillita, aparcamos a unos 4 kilómetros del
recinto, por aquello de hacer deporte para generar endorfinas y nos encaminamos
al cogollo de la fiesta donde nos esperaban los demás para negociar en cuáles
atracciones podían montarse sin morir en el intento. O sin morir mucho al
menos.
Y se montaron en mil cosas, incluidos los ponis que tanta
pena y tanto asco me dan, cada vez más histéricos… y en un tren les regalaron
una espada láser con la que trataron de dejarse tuertos unos a otros con tesón un
par de veces y unos globos con los que nos dábamos unos a otros sin querer –que
ya se sabe que los padres somos mulos de carga- como si fuéramos una chirigota
gaditana, desorientados en mitad de la nada como guiris trasnochados, y se
comieron unos algodones de azúcar que se le pegaron en las pestañas a la
pelirroja y que le ralentizaban el pestañeo lo que, con el rabillo y el lunar negro
que le había pintado, le hacía una mirada raruna en plan madame borracha.
Y de ahí a una caseta, pero no una caseta molona, a una
caseta viejuna para picar algo, y acabar bailando con la pelirroja entre las
mesas como una solterona cincuentona en las bodas desde reaggetton hasta house
hasta que la niña empezó a poner ojos de cabra, amenazando con quedarse dormida
ella y sus 24 kilazos pelirrojos.
De hecho, hizo la ruta senderista de vuelta al coche a pique
de un repique de hincar la cabeza en la acera pero fue entrar en el coche y
volver a escuchar música y volverse loca nivel Pocholo, riendo a carcajadas –con
los pocos movimientos faciales que le permitía el recogido hiperengominado- y
bailando con los brazos en alto…
Y llegamos a casa, llenas de polvo, algodón de azúcar, fanta
de naranja y agotamiento extremo. Pero a la niña aún le quedaban fuerzas para despertar
al hermano y a medio vecindario y para empuñar la pistola que se había ganado
en los patos y lanzarme un chupón en la garganta que casi me deja sin aliento.
Pero desgraciadamente sobreviví. Y mañana me toca más feria. Danger.
Disfruta Flor!!! a pesar de todo, disfruta!!! la Feria una vez al año no hace daño...jejejeje. Aiiins, la Feria de Málaga...quien cogiera de nuevo esa calle Larios y paralelas para entregarse al Cartojal, a los abanicos en mano a toda pastilla y a ese corrillo de amigas para darle a la lengua sin parar y al botellón en la Plaza de la Merced, que también lo recuerdo yo como algo divertidísimo pero lejano, muy lejano...jejeje. Besitos guapa
ResponderEliminarJajajaja!! No tengo ni idea de como son esas fiestas andaluzas, bueno Ferias como las llamais, que gracioso se me hace todo, aquí las fiestas son tan diferentes... Nadie se viste de gitano! jajaja!! Como mucho con el traje regional típico, pero sobre todo los niños... Y por lo menos no tenemos 40ºC, jeje, con 25ºC suficiente y ayer nos quedamos en 22ºC (una maravilla).
ResponderEliminarPues pasarlo bien y disfrutar, que son dos días! Y hasta la de abril no hay más no? ajajajja! O antes llega la Semana Santa?? Aquí es que lo de la Semana Santa como que no se vive nada, ni te enterarías si no fuera porque los niños están de vacaciones y tienes que endiñárselos a alguien de mala manera, buffff...
Besos!!
Fotoooooo de la pelirrojaaaa!!! Anda subenos una en el face, tiene que estar monisima con su traje azul preziozo ;)
ResponderEliminarP.D. Se me estan quitando las ganas de niños, con lo bien que me lo paso yo en la feria ahora....jajajajaja
Ya he colgado fotitos!!!
EliminarA ver si de mayor va a querer ser cantante de orquesta... Besotes!!!
ResponderEliminarExiste un truco, la feria solo es un fin de semana (a menos que vivas al lado, que ya seria mala suerte, pero si te tocó aparcar a 4 kilómetros no creo), por suerte ahora se les puede trolear a base de bien (eso si lo mismo para que funcione tienes que asesinar a algún familiar o vecino lengüilargo)
ResponderEliminarVamonos pa la feria!!!!
ResponderEliminarTu tranquila, que lo tuyo por lo menos tienes excusa. Te voy a contar un cuento: erase una vez una chica a un moreno de 33 años unida por la hipoteca. Una noche de feria se engominó el pelo, se puso los tacones y un vestido blanco y se montó por expreso deseo del morenazo en una atracción acuática ubicada en un desierto de albero....
Esa chica aún no ha podido quitar las manchas de barro de su vestido blanco y los pantalones de lino (blancos of course) del morenazo.....
Disfruta de la fiera, digo feria!!!!