miércoles, 25 de septiembre de 2013

La fiesta de pijamas

Lo mejor de tener un segundo hijo es que empiezas a ver a tu primera hija en toda su plenitud y tan mayor como dice en su partida de nacimiento. A veces hasta más, que las comparaciones son odiosas y si no que me lo digan a mí cuando veo el vestido de Mango en Miranda Kerr y luego en mi cuerpo serrano de postparto tardío. No hay color. Ni compasión.

La cuestión es que he perdido algo de miedo con la pelirroja –un poquito, tampoco para saltar alarmas- así que cuando mi cuñada me dijo que iba a hacer una fiesta de pijamas para el cumpleaños de su niña, antes siquiera de darme la invitación, grité ‘sí, sí, sí…’ con tanta intensidad como si estuviera teniendo un orgasmo de película.

El hecho de que mi sobrina Maribel, la cumpleañera, tenga 8 años y que la mayoría de las invitadas tuvieran esa edad, me echó un poco para atrás, pero no lo suficiente como para arrepentirme del asunto, que también iba la prima Sara, que tiene casi seis años y un máster en peligrosidad y Silvita que tiene diez y que es más responsable que yo misma. Así que sin contemplaciones le hice la mochila –con dos mudas por si la fiesta se prolongaba un par de días- y la lancé a la fiesta, que venía precedida por un taller de repostería –que pienso copiar en cuanto pueda- para que las niñas fuern aconociéndose y divirtiéndose entre magdalenas y mangas pasteleras.

La idea era decorar las magdalenas para luego comérselas a modo de merendola, pero claro, mi pelirroja que aunque nadie se lo crea es de poco comer, se negaba a terminar de decorar la suya, que ya casi llegaba al techo de tanta nata y tanto tops de purpurina, básicamente porque si terminaba tenía que comérsela así que ‘zólo me queda un poco y otro poco máz’ se prolongó hasta que supo que comérsela no era obligatorio, momento en el que soltó la manga pastelera y huyó antes de que alguien cambiara de idea y le hiciese comer aquel engendro.

Y llegó la hora de irme y dejarla allí entre tanta niña mayor y resuelta, calladita como nunca –que la pelirroja es muy tímida en según qué públicos- y agarradita de mi mano, aún no sé si por amor, vergüenza o para evitar merendar, la cuestión es que temí que llorara cuando se fuera y al final ni fiesta de pijamas, ni perro muerto.

Pero no. De hecho, casi le costó darme el beso de despedida, que para eso estaba con sus amigas mayores y chulaponas y me fui sin llevármelas todas conmigo y con la sensación de que no era de extrañar que tuviera que volver a recogerla con nocturnidad y alevosía.

La suerte es que a mí la preocupación se me va con un par de copas de vino y como cenábamos en casa de unos amigos, pues mire usted, ni me acordé, que bastante tenía con cuidar del peque y del Pou que reclamaba comida y un agüita fresca como si llegara de la mina y entre una cosa y otra, me relajé. Sobre todo, cuando mi cuñada empezó a enviarme fotos de las 15 niñas asalvajadas en pijama en el salón y la pelirroja sobre el sofá con cara de adolescente problemática, con el flequillo sobre el ojo y haciendo la señal de la victoria o lo que sea que sea eso que hacen ahora las preadolescentes.

Así que por la mañana, antes de peinarme y de despertarme del todo, fui a recogerla con la débil esperanza de encontrarme un bebé lloroso que se echara a mis brazos y me pidiera que la llevara a casa… que una también tiene su corazoncito. Pero no. Nada más verme aparecer –y eso que ya se habían ido casi todas las niñas- lanzó un suspiro y se escondió entre los cojines al grito de ‘Ta dissho que me quiero illlllll’.

Una hora de llanto después llegamos a casa.

Ahora sólo vivo esperando la próxima fiesta de pijamas.

22 comentarios:

  1. ¡Qué bueno! Mis padres también hacían esas fiestas cuando éramos pequeñas en casa y nos lo pasábamos en grande. Yo soy pro fiestas en casa, con amiguitas y jaleo. Es lo que he vivido y no me importaría tener una manada de fierecillas, con tal de ver lo bien que se lo pasan. Igual, de pijamas, no, hasta que no sean medio grandecitas. Pero fiestas de esas de hacer cosas y cumpleaños con muuuchas amigas en casa y sándwiches de nocilla y medias lunas de salami, sí, jajajaja.

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  2. Es que te leo y en serio, veo a la mía, sólo que en morena. Cualquiera que la vea, dice "comer, come bien ¿verdad?". ¡pues no! es grandota, pero come pocas cosas que no sean patatas guisadas y arroz.

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  3. Que suerte, una fiesta de pijamas!.. Toda una noche sin pelirroja.. yo no sé lo que es eso.. que triste tener a la family tan lejos y encima vivir en Italia, donde no hacen fiestas de ése tipo, aquí todo muy formalito y cada uno a su casa rapidito..
    Me encanta Violeta, habría que verle la carita rodeada de tanta niña grande..

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  4. A mí me encantaban mis fiestas de pijama cuando nos reuníamos todas las amigas y nos acostábamos tardísimo, qué recuerdos.

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    1. Sí!! O cuando te quedabas a dormir en casa de las primas! Ainsss

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  5. Buenísimo lo de las dos copas de vino! A mí también se me pasa así. Quiero una fiesta de pijamas ya! Pero de mayores! Besos

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  6. que valiente tu cuñada con la fiesta de pijamas; yo la hubiera mandado de cabeza con lo bien que se lo pasan y lo tranquilas que nos dejan. A ver si se pone de moda por aquí aunque si luego me tocara hacerla a mí ya sería otro tema.

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  7. Se veía venir jajjajj,por cierto olé la fiestorra pijamal,quiero una ya para copiarte en la cena y dos copas de vino,que estoy de un aburridooooo nocturno,que no veas jajj.La de los churumbeles.

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  8. Jajaja. Si es que te ha salido fiestera... Hay que ver lo que le mola un sarao. Besotes!!

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  9. Fiesta de pijamas en casa para nosecuantas niñas desmadradas... Y luego que para ser torero hay que ser muy valiente. Ya. A otra con ese cuento.

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  10. ¿La has llevado a los spas esos para niñas? Puede ser una opción para cuando no tengas plan ni fiestas a la vista.

    Mira, en ese aspecto es lo único que tenemos tranquilidad. AHORA sólo se despierta una o dos veces por la noche, y no todas. ¿Nadie hace fiestas de día? Yo apuntaría al colorao a todas las de día...

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    1. No sé, pero podemos pegar a puertas al azar y luego salir corriendo dejándole a los coloraos en la puerta! jajaja

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