Ayer sobrevivimos al primer día de la vuelta al cole. Y
cuando digo sobrevivimos en realidad estoy siendo muy generosa y osada porque
no me extrañaría nada que toda la tensión acumulada a lo largo del día, me
hiciera explotar la yugular una noche de éstas cuando ya me crea a salvo.
Y es que el día dio para mucho porque ya la noche anterior,
el pater –que suele trabajar desde casa- me había avisado que él se iba a la
amanecía por lo que me tocaba lidiar con el dúo pelirrojo en las primeras horas
–con el mal despertar que yo tengo- y lanzarme a la calle con ambos. Sí, como
cada día, dirán ustedes, pero no, porque el estrés de un martes tan importante como
éste, requería de relax y buen hacer.
No obstante, como la niña no entraba hasta las 12, tenía
tiempo de hacer las cosas poco a poco y bien. Y con tiempo empecé a arreglar
los entes inanimados como el bolso del cigoto, con sus cargas de leche y su
muda y su gasa de dos metros, la mochila de la niña y vestir al hermanísimo
después de enchufarle el bibi, y a mi persona –que vale que no somos inanimados
pero una vez arreglados, arreglados nos quedamos, no como la pelirroja que es
capaz de hacer trizas un vestido a los tres segundos de ponérselo-.
Así que la dejé para el final con el tiempo justo de
vestirla y limpiarle los tatuajes de carcelaria de los Phoskitos que llevaba
por todo el brazo, justo cuando me llama la mamma y me dice que ella se viene
al cole a ver a la nena en su gran día, así, a las bravas, que una no gana para
sustos. Y cuelgo, dejándola con la palabra en la boca y cojo al cigoto y lo
cambio de ropa que como mi madre lo vea con ese pelele va a volverse loca
diciendo que el elástico se le clava en la ingle aunque en realidad le quepan
los dos puños de Hulk, pero así es la mamma y su alterada de visión de la
realidad. Así que lo cambio y justo cuando lo tengo listo, lo giro para
abotonarlo, se le abre el píloro y me echa medio litro de leche regurgitada en
la cara. Por suerte, mantengo el rimel casi intacto aunque eso sí, al parpadear
me cuesta la vida volver a abrir el ojo, pero para lo que hay que ver… A volar.
Así que me cambio de ropa y recambio al cigoto y cojo el
vestido de la nena, cuando suena el timbre y aparece mi tío que viene a
arreglar la luz del cuarto de la niña que lleva mal dos meses… ¿es una broma? Pues
no. Me pide las escaleras y me obliga a hacer de ayudante mientras la pelirroja
le saca sus nuevos juguetes y se los enseña, entregada como está y hasta le
baila con el hulahop con la gracia de Karmele.
Y me doy cuenta de que ya no hay tiempo para quitar tatuajes
ni pinturas de uñas rosa prostituta, todo sea que nos echen del colegio antes
de empezar el curso. Le pongo el vestido, blanco impoluto –qué me gusta un
riesgo- para que la niña se vea esclarecida y anule la visión de la calcomanía
semiborrada, le anclo el gigantolazo, nos despedimos de mi tío y a correr bajo
el sol infernal que, como no podía ser de otra manera, ya íbamos tarde.
Y vamos a marcha ligera porque la idea era que la nena
tuviera tiempo para jugar con las amigas antes de entrar, pero justo cuando
vamos a entrar por la calle que nos lleva al colegio, dos mil obreros nos niegan
el paso y aunque pongo mi mejor cara de loca peligrosa ‘apártate o te fulmino’,
no se amedrentan –imagino que mi melena crespa tricolor me hacía perder
respeto- y en lugar de retroceder los 200 metros recorridos se
me ocurre –en un chispazo de ésos que me arruinan la vida- seguir por la
paralela sin saber que ambas calles van separándose más y más y más y al final
el nuevo camino llevaba a Roma, pero no al colegio, no hoy al menos y al final
tardamos más de media hora en hacer un recorrido que habitualmente hacemos en diez
minutos, mientras la pelirroja deshidratada y quejosa se dejaba las pantorrillas
en cada esquina pidiendo clemencia y un autobús.
Y llegamos. Prácticamente a las doce, pero llegamos y allí
nos esperaba la comitiva para despedir a la nena –la mamma, mi tía Laly y mi
prima Laura- como si la niña se fuera a la Legión Extranjera, que ya os he
dicho que en mi familia nos gustan muchos los follones y el cachondeo, y tras
un saludo rápido y sin mirarnos a la cara, las abandoné con el cigoto y
obviando las súplicas pelirrojas por montarse en los columpios nuevos que
habían colocado en el parque aledaño –qué ganas de complicarnos la vida a las
madres- la metí en el colegio antes de que se le pasara el entusiasmo escolar y
salí corriendo y ya en la puerta me sentí victoriosa, cerré los ojos y lancé un
bufido de alivio. Lo había conseguido.
Lo que no conseguí fue volver a abrir el ojo izquierdo, así
que tendría que ir a hacer la compra a Carrefour con el ojo pipa a lo Popeye el
Marino.
Lo que aún no sabía es que ése sería el menor de mis problemas.
... Continuará
Lo que aún no sabía es que ése sería el menor de mis problemas.
... Continuará
Aiiins, jajajaja...Que estrés de leerte Flor...Yo sólo acompañé a mis retoños ayer en su primer día. A partir de ahora lo harán con su papi, es lo que tiene entrar en la oficina a las 8...que una tiene que resignarse y no poder hacer ciertas cosas...jejeje. Besotes
ResponderEliminaray pobre, yo por mis horarios se encarga su padre de llevarla al cole y todo fue felicidad y algarabía, no hubo ningún contratiempo, preparo todo la noche anterior para que el pater no tenga ningún problema que si no ya la tenemos. Prepárate cuando entre a las 9
ResponderEliminarJajaja! Esperando con ansia el continuará...Nosotros empezamos mañana, por primera vez! Me temo los llantos, q la oiré desde casa, seguro. Hoy empezamos los papis, tenemos reunión a las 11; allí me plantaré con mi gigantobarriga, a ver q nos cuentan y a todo esto la enana indignada porque ella hoy no puede ir; a ver si piensa lo mismo mañana!
ResponderEliminarAyyyy Dios... que estrés!!! Menos mal que no te he leído antes de llevar yo al peque.. Pues el mío ha empezado hoy, iba contento porque decía que iba, jugaba y mañana otra vez vacaciones.. peeeerooooo ha entrado, y su profesora no estaba hoy, jolín empezaron el jueves y ya hoy no está, que bien viven! y encima han juntado dos clases, por lo que no conocía a la mitad de los niños, así que allí lo he dejado llorando por decir algo, porque más bien berreaba.. así que he vuelto a casa y no estoy todo lo contenta que creía que iba a estar..
ResponderEliminarBesos
"Qué bien viven". Como me chirría la frasecita... Si supiérais de la misa la mitad, hasta nos compadeceríais, sobre todo a los de Secundaria. Saludos y feliz vuelta al cole. Encarna.
EliminarJa, ja, mi marido y yo somos de secundaria y ya nos tomamos la frasecita tan a pitorreo que cuando vemos a colegas tomándose algo en una terracita les soltamos "qué bien vivís los maestros! es que es un clásico
EliminarJesús que estrés! Dan ganas de replantearse lo de tener hijos, jajajaja, pero supongo que es normal. Yo pasé ayer por un colegio de camino al trabajo a la hora crítica y todo eran berreos y llantos, con un montón de awelas, titas y mamás agarradas como monos a las verjas del colegio viendo las perras que estaban pillando sus churumbeles, las caras de las profes eran un poema, mezcla de pena, agobio y ganas de salir pintando.
ResponderEliminarMadre mía que bien te lo has montado en el día de vuelta....jajjaj,por supuesto tiene su aquel,no podía ser menos con dos pelirrojos,ración doble.Muy buen post y con segunda parte,espero ansiosa el desenlace.Por aquí la cosa más tranquila,allí se quedaron a las 9,30 hasta las 14,30 y ni ellos ni yo miramos para atrás,los churumbeles son así y la mamá ya ni te digo,pero no sé donde me he líado que la mañana me pasó volando.La de los churumbeles.
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