lunes, 20 de junio de 2016

Yo soy ésa



Ya me lo dijo el otro día mi hermana ‘Niña, me estoy convirtiendo en tu madre y en tu tía Maricarmen y no lo puedo evitar’, pero yo que cuando voy con pelirrojos sólo escucho la mitad de las frases y asiento con cara de guiri sin saber de qué va el asunto, fingí que manteníamos una conversación, pero en realidad estaba en muerte cerebral.

Pero claro, la genética es lo que tiene, que tira mucho y ahora yo también soy mi madre y mi tía Maricarmen y cuando lo descubrí ya era demasiado tarde para las advertencias de mi hermana, para mí y para toda la humanidad. Una pena.

¿Os acordáis de cuando os metisteis en este negocio de la crianza e ibais con vuestro carro por las calles con vuestra cara de novata y vuestras ojeras e ilusiones y siempre había una espontánea que salía al acecho de cualquier esquina para daros consejos invasivos sobre cómo cuidar a vuestros retoños en plan ‘este niño tiene calor, quítale eso’ o ‘échale una sabanita que refresca’ o ‘chiquilla, no le des chupete, que se le estropean los dientes’ en plan vieja maleducada y metomentodo y a vosotras os entraban unas ganas sobrehumanas de reventarle la cabeza con un hacha? Pues bien, yo soy ésa. La Pantoja no, la del hacha tampoco, la otra. La porculera.

Lo sé, merezco ser quemada en la hoguera, sobre todo porque con esta bipolaridad tan mala que me ha generado la maternidad también quiero ir abriendo cabezas en el supermercado cuando las espontáneas me alertan del riesgo de comprar helados en invierno o crearle unos hábitos saludables de alimentación a la pelirroja que llora si le pones un trozo de queso en el brazo, no te digo ya en la lengua, pero por otro lado ahora deambulo por el mundo cual justiciera maternal y me tengo que contener para no asaltar a la gente y organizarle la vida.

El otro día, por ejemplo, paseaba al lado de una pareja de jovenzuelos –bueno ellos paseaban, yo corría con ojos de loca persiguiendo al benjamín lampón por el atropello- que llevaban un carrito de capazo con un bebé dentro de pocas semanas y al que le estaba dando directamente en todo el cuerpecito de recién nacido, el solano malagueño de nuestros 40 grados con su terral y sus tres melanomas antes de comer. Y yo que ahora soy mi madre quise acercarme y decirle que echaran una gasita que cubriera el capazo, que aunque les hayan dicho que los bebés necesitan sol no es ese sol de las dos de la tarde de Málaga a ‘jierro’, pero me contuve y me dediqué a perseguirlos cual psicópata colocándome estratégicamente a su alrededor para generar sombra sobre el carro. De vergüenza. Lo que viene a ser estar a medio camino entre ser una espontánea metomentodo digna de ser apaleada y una demente peligrosa. Al final los dejé ir porque era eso o que acabaran llamando a la poli, pero la verdad es que me quedé con cierto sentimiento de culpa de no haber hecho de mi tía Maricarmen y haberles obligado a cubrir el carro.

La pena es que no es algo pasajero. Yo soy ésa casi siempre. Con lo que yo he sido. Y hace un par de días mientras hacía la sirena ortopédica con la pelirroja en la playa vi a una madre en la orilla con un bebé pelirrojo de año y poco, que tenía un brazo achicharrado del sol, más que rojo, morado y la mujer en su estrossamiento de madre pelirrojil parecía que no se había dado cuenta. Así que yo, con mis penosas pintas playeras y mis pelos en la cara, me sumergí hasta los ojos como un caimán para despistar pero sin quitarle de encima la mirada desquiciada de majara que se me está poniendo, a ver si la mujer se daba cuenta y enyesaba al niño con Isdin 50 como debía ser. Pero no. Y yo con ese sufrimiento playero tan grande.

Así, que al final, para no quedarme con el reconcome del carro y seguir fingiendo que no soy mi madre, mandé a la pelirroja a hacer como que jugaba con el niño y que al segundo palazo le soltara a la madre lo del brazo achicharrado.Y no sólo lo hizo sino que consiguió que la madre de echara la crema mientras yo simulaba echarme las manos a la cabeza y disculparme por el entrometimiento de mi hija.

A cambio, le compré dos cajas de nuggets y un helado y ahora somos un equipo. O sea que no sólo soy mi madre sino que he hecho de la pelirroja mi mejor compinche. Ahora somos como Batman y Robin o como Ryan y Tatum O’Neal en ‘Luna de papel’ y vamos por la vida repartiendo justicia y estafando a partes iguales.

Lo dicho, que he perdido la cabeza.

lunes, 6 de junio de 2016

Campamento prematernal. Lección 2

El proyecto de campamento prematernal va tomando forma y cada vez hay más no-padres interesados en conseguir una plaza en nuestros siempre interesantes y fructíferos ciclos formativos con una severa disciplina  militar con la que prepararse para una futura paternidad y, también, cada vez son más los sí-padres que desean verles sufrir y perder la cara de 'he descansado 8 horas seguidas en una cama para mí solo'. De esa manera, hemos acordado incluir en el currículo las siguientes nuevas materias:

1.- Contaminación acústica. Todos los alumnos, sin excepción, estarán obligados a llevar siempre unos auriculares de última generación a través de los cuales escucharán a toda potencia todo tipo de llantos y griterío infantil que, en contadas ocasiones, y de manera aleatoria serán alternados por las melodías de Dora La Exploradora, Caillou y las siete ediciones de los Cantajuegos.
2.- Malabarismo maternal. Una vez al día recibirán una llamada telefónica en la que se le detallarán importantes aspectos de su día a día y que deberán atender con los auriculares puestos, recitando el cuento de Cenicienta y haciendo juegos malabares con tres granadas sin anillas, haciendo creer a su interlocutor no sólo que le escuchan sino que están muy interesados en su conversación.

3.- Agresiones gastronómicas. Las comidas deberán realizarse en 5 minutos cronometrados por un superior, tiempo tras el cual, un saco de harina con forma humana meterá sus articuladas manos en el plato y refregará su contenido por la cara y la ropa del alumno en cuestión. Igualmente, durante las comidas y sin previo aviso, los alumnos serán espurreados con comida masticada a la cara, preferiblemente fruto de papillas pastosas o quesitos para untar.

4.- Tratamiento de choque. A lo largo de las diferentes comidas diarias, haremos las interrupciones que consideremos oportunas con el fin de que el alumno lleve a cabo algunas de las siguientes actividades: a) Introducir la cabeza en un cubo de mierda y aspirar profundamente durante dos minutos b) limpiar un gigantovómito de mocos o c) hacer un aspirado nasal en profundidad, volviendo luego a la mesa a terminar el plato. La dirección se reserva el derecho a solicitar los tres servicios durante una misma comida.

(Continuará)