Me hice periodista por vocación y por falta de luces a pesar
de la lucha de mi madre, que se empeñaba en que estudiara un económicas ‘o un
algo’ con más estabilidad y futuro, pero a mí que soy de la opinión de que las
hojas de cálculo de excell deberían estar perseguidas por Amnistía
Internacional, la mera idea me hacía hiperventilar de tristeza infinita.
En mi currículum dice que me llamo Flor Enjuto y que tengo más de 16 años de
experiencia en el sector de la comunicación, tanto en medios como en gabinetes
de prensa o agencias de comunicación, como redactora, como editora, como
colaboradora, como community manager, como jefaza y como currito. Y sin que
sirva de precedente, es verdad. Y aunque esté feo decirlo, se me da bastante
bien, qué quieres que te diga…
Me gusta escribir. Escribo en el móvil, en servilletas, en
las miles de libretas que acumulo cual Diógenes y en documentos de Word que
acabo perdiendo por las insondables carpetas de los ordenadores de casa, entre
vídeos de Peppa Pig y canciones de Calamaro.
Me gusta el chocolate y la coca cola zero, las galletas oreo y las
patatas al jamón, pero suelo vivir al borde de la inanición en busca de una
línea que jamás he alcanzado, pero como diría la mamma, ‘entre voy y vengo,
vida tengo’. Y así vamos.
Me di a la procreación y al malvivir recién alcanzada la
treintena y la divina providencia me trajo dos pelirrojos hiperactivos que son
mi felicidad y mi condena. Desde entonces, soy la versión de los chinos de mí
misma y salir a la calle sin un lamparón ya me supone un logro sin precedentes
por no hablar de cuando consigo llevar las dos cejas depiladas al mismo tiempo.
De hacerse la plancha e ir conjuntada ni hablamos. Con lo que yo he sido.
Ahora tengo mis bolsos caros llenos de piruletas y restos de
gusanitos chupados y el día se considera un éxito si no tenemos deberes y nadie
acaba con la frente abierta en el Materno. Soy una persona lúcida a tiempo
parcial, una madre agotada pero feliz que piensa que la vida es disfrutar del
momento, mirar para otro lado de vez en cuando, quererse mucho, reírse hasta
que duela, bailar en familia y echarse al gaznate un copazo con los amigos
siempre que se pueda.