lunes, 31 de marzo de 2014

Suegra sí hay más que una. 29.- La suegra desobediente


La suegra desobediente hace lo que le da la gana y cuando le da la gana, así si has quedado con ella a las siete para que venga a llevarse a los niños porque tienes una reunión importantísima de trabajo, no viene hasta las ocho 'pero que hijamía no te estreses que llegas a tiempo’ o a las seis para sentarse en tu salón  rodeada de trapos y juguetes que pensabas recoger antes de que ella llegara y descubriera que tu casa es en realidad una pocilga.

La suegra desobediente sabe que te gustan los niños vestidos con ropa clásica, pero cuando se ofrece a comprarle el traje para la comunión de la prima Encarni, te trae un vestido para chillar de feo, fuscia y morado con la cara de una muñeca XXL desde el cuello y hasta los bajos, acompañados de unas extrañas manoletinas deportivas con tres gigantogirasoles pegados en la pala que te invitan al suicidio.

La suegra desobediente no pregunta a nadie fechas ni horarios y compra entradas para llevar al niño al teatro un martes a las diez de la noche y, por supuesto, tú no te enteras hasta las ocho y media que se presenta en tu casa a recoger al niño. O se pasa el cumpleaños de tu madre –del que llevas tres semanas hablando- por el forro del abrigo y organiza una fiesta de pijamas de fin de semana con los nietos y tienes al tuyo cuatro días llorando.

La suegra desobediente sabe que no te gusta que la niña coma chucherías entre semana y cuando se la lleva a pasar la tarde a su casa, no es que le compre algunas en el kiosco, es que la niña llega con una gastroenterits de caballo y una bolsa de kilo y medio de gominolas italianas metidas en la mochila.

La suegra desobediente sabe que te gusta que el niño lleve el pelo semilargo al estilo de Nuevas Generaciones del PP porque ya habéis tenido varias conversaciones al respecto sobre ‘lo guapísimo que estaría con su pelo cortito y no con esas greñas’, pero el sábado que se queda con él para que tú y su hijo podáis ir a una boda, te lo devuelve con el peinado de Christiano Ronaldo ‘que ya sabes tú cómo son los niños y no me he podido negar’.


Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee jajjaja-, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!   



viernes, 28 de marzo de 2014

Cinco trucos para sobrevivir si eres (mala)madre

1.- Cuando tu hija empiece a lamer espejos en tu tienda habitual o estire el vestido de licra de nueva temporada de la percha como si fuera un chicle, haciéndole saltar un par de lentejuelas, o trate de sacarle un brazo al maniquí, huye. Sin mirar atrás. Y si alguien te mira pidiendo explicaciones di que no la conoces de nada. A tu hija luego le puedes explicar que era un juego para que no le queden secuelas, pero no te ablandes hasta la salida o hasta que las dependientas estén en modo corrillo.

2.- Cuando el niño llore, dale lo que quiera. Aunque sea el semanario de oro que te regaló tu abuela o un poco de uranio enriquecido que guardas en la mesilla de noche. Lo importante es que se calle y que no te taladre el cerebro porque si el llanto acaba por perforarte el hipotálamo ya no habrá marcha atrás y serás una madre verbalmente violenta de las que da mucha vergüenza de ver en acción fuera de un espectáculo de Los Morancos.

3.- Llena la nevera de Red Bull y el cajón de las medicinas de lexatines y altérnalos según requiera la ocasión. Que has pasado una mala noche y tienes que irte a trabajar con los ojitos güertos, híncate dos red bulles. Si luego por la noche no te puedes quedar dormida porque tienes los ojos como platos de la sobredosis de cafeína y taurina, tómate un lexatin... o dos. Lo más probable es que te dé un ictus, pero todo en esta vida no se puede tener. Hombre ya.

4.- Aprovecha para descansar o darte al ocio a la mínima ocasión que puedas. Eso de ‘voy a dar un spring y arreglo toda la casa a tope ahora que los niños no están’ no vale para nada. Los niños llegan y todo vuelve a ser un caos y encima estás de mala uva porque no has descansado un minuto. Finge que eres una neohippie que tiene que meditar o que la única limpieza y el único orden que importan son los interiores y date al tumbing lo que puedas.

5.- Cómprate más ropa que la que les compras a ellos porque tú no tienes previsto crecer más –a no ser que te abones a los Bollycaos- y las prendas te duran más de una temporada, así que en realidad es una inversión. Además, ellos pueden vestir como refugiados si total van a tirarse al barro, pero tú eres una buena moza que tiene que lucir bella. Y una madre bella es una madre feliz y las madres felices gritan menos. O al menos gritan más bajo. O sea, que en realidad lo haces por ellos...

jueves, 27 de marzo de 2014

La revolución silenciosa y otros engaños



Algunas cosas ocurren poco a poco, sin que nadie se dé cuenta, en plan rebelión silenciosa, como cuando empiezas acumular centímetros en las cartucheras y hasta que no tratas de embutirte en los vaqueros del año pasado y no te dislocas la muñeca tratando de abrocharlo no te percatas de que los donuts y las cañas, ésas que parecían que pasaban de puntillas por tu metabolismo, han pasado factura.

Pues eso es más o menos lo que me ha pasado a mí con mi vida social si es que a esto que tengo puede llamarse vida social, de hecho ni siquiera estoy segura de que esto sea vida, mire usted, que seguro que si Amnistía Internacional me viera por la mañanas lanzaba una campaña internacional a mi favor.

La cuestión es que yo ya era consciente del malvivir prácticamente desde que me cosieron el útero allá por el año 2009, pero me centraba más en esto del maldormir y del cansando acumulado y de la falta de tiempo para pintarme como una persona normal y no como un mapache borracho y hacer todas esas cosas que hacen las mujeres normales que no viven con un par de pelirrojos adosados a la cadera.

Pero lo que no me iba dando cuenta era de todas esos pequeños cambios que una iba haciendo en su vida y en sus costumbres paulatinamente con nocturnidad y alevosía y como sin darle mucha importancia, como si fueran cuestiones circunstanciales hasta que un día una va y se da cuenta de cómo son las cosas en realidad y entra en shock multiórgánico.

Así mis domingos de vinos y tapitas son ahora domingos de Burguer King –ni siquiera de McDonalds- con dos millones niños sudorosos dando corretadas a diestro y siniestro y pisándome los pies mientras yo me debato entre evitar que la pelirroja se descalabre tobogán de bolas abajo, hacer que Cigoto se duerma o masticar el pollo de plástico de la ensalada más triste del mundo como si lo hubiera hecho toda la vida.

O ir al cine pero no a ver películas aclamadas por la crítica, sino de dibujos animados infumables de albóndigas que caen del cielo o cuartas partes de cintas que ya eran malas en la primera entrega y encima compartiendo palomitas –alguna chupada me acabo comiendo- y haciendo viajes al baño cada cuatro segundos transportando como un sherpa los bolsos, los abrigos, las palomitas, los pelotazos y el alma en pena.

O ir a las tiendas dejándote los ojos en vigilar a los niños para que no acabéis todos en comisaría, en lugar de ir conociendo las nuevas tendencias y probándotelas con tranquilidad como una Paris Hilton venida a menos.

O ir a pasear cargada como un homeless neoyorquino, con el carrito a rebosar de posibles necesidades como biberones, mantas, mudas, pañales, potitos, zumos, yogures, el patín, juguetes… dejando cualquier atisbo de glamour con la bolsa de plástico de El Corte Inglés que llevas atada al manillar con la compra en plan señora viejuna de extrarradio.

Y lo peor no es que haga todas estas cosas. Lo peor es que ya me parecen normales y a veces, sólo a veces, me descubro reflejada en un escaparate con la cara de loca amenazando a la prole y me doy cuenta del asunto. Entonces, me pinto los labios con mi nueva barra de color fucsia, me hago la moderna y me compro un collar de esos que pesan seis kilos para dejar claro que no podrán conmigo.

Dos horas después, Cigoto ya se ha comido medio collar y la pelirroja es una masa fucsia toda ella y yo vuelvo a tener la cara de Carrie –la Bradshaw no, la muerta-  hasta que vuelvo a cruzarme con otro espejo que no esté borroso por las lamidas pelirrojiles.

Y así vamos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

De gateos, arrastres y galletas María


Cigoto no es mala persona. No mucho al menos. Lo que le pasa es que se cree mayor de lo que es como aquel compañero de instituto que tuve que quería ser un señor mayor y se dejó bigote y empezó a fumar en pipa –esto puedo jurarlo- que para gustos están los colores y para majaras mi entorno, que se ve que nos vamos juntando por grupos afines como los pingüinos en el Polo.

De momento y por suerte, Cigoto no quiere dejarse bigote, sólo me faltaba a mí estar atusándoselo con la de cosas que tengo yo que hacer, pero quiere andar. Y quien dice andar dice gatear o arrastrarse o deslizarse como una culebra por el parqué, que el chiquillo lo que quiere es libertad de movimiento pero a la criatura las neuronas todavía no se le han ajustado y no le dan para mucho, así que entretanto hace muchos esfuerzos pero obtiene pocos logros en esto del desplazamiento.

Ni la pelirroja ni yo misma gateamos, que nosotras somos chicas de bien y no hacemos esas cosas y además ambas somos flojas de nacimiento así que hasta que llegó la hora de andar, estuvimos tranquilas jugando con nuestras cosas o mirando musarañas. Cualquier cosa que no gastara más de tres calorías. Pero claro, Cigoto es otra cosa y a él le mola más esto de moverse y pegar saltos y lanzar alaridos y todas esas cosas que hacen los bebés varones y que a mí me cansan tanto y ahora se ha dispuesto a andar, le cueste lo que le cueste, aunque yo le temo más a ese momento que a una guerra nuclear en el pasillo de mi casa.

Así que ahora en el parque se agarra con furia al borde y trata de levantarse cual octogenaria con los lumbares destrozados y cuando lo consigue resoplando como el abuelo, trata de desplazarse hacia el lado, pero claro a veces sólo consigue mover las manos, a veces solo los pies y a veces nada, pero siempre acaba perdiendo el equilibrio y dándose un leñazo con la tele musical de KicoNico en el cogote, que un día de estos vamos a tener un disgusto y nos veo a todos en el Materno en pijama. Con lo feo que está eso.

Por eso ahora lo pongo en el suelo para darle vidilla y allí se pone en posición de gateo aunque cuando va a iniciar el paseo, una rodilla se le resbala  y acaba lamiendo el suelo –aunque tampoco le disgusta, que todo hay que decirlo-, pero al momento intenta volver a la posición de salida, pero claro, se queda como una cucaracha boca arriba, moviendo las piernas con ansiedad pero sin lograr darse la vuelta. Y entonces empieza la violencia y hay que ir a su rescate y volver a recolocarlo para que pueda fingir que gatea y nos mire con mirada triunfante mientras se arrastra como una lombriz de tierra como si estuviera haciendo un triple mortal con tirabuzón, aunque sin moverse del sitio, más bien como si bailara el breakdance o tuviera un ataque epiléptico sosegado.

Pero la pelirroja –que no sabrá lo que es un triángulo isósceles pero lista es un rato- ha descubierto un truco para animar al hermanísimo al desplazamiento y le coloca galletas María –de ésas de enfermo y/o viejo desdentado- diseminadas por el salón como pequeñas trampas de ratón y, claro, al caballero que come como una lima y se muere por los carbohidratos –como su madre- se le ponen los ojos en plan centrifugadora como a Marujita Díaz y poco a poco y con perseverancia a base de semigateos, barrigazos, arrastre, levantamiento y nuevo semigateo, con cabezazos incluidos, el benjamín de la casa se recorre el salón, trincando las galletas con avidez  como una desertora de la dieta Dukan y dejando claro que con los incentivos galletiles adecuados es capaz de andar más pronto que tarde.
Por eso he dejado de comprar galletas.

martes, 25 de marzo de 2014

La gran actuación y otras miserias


Lo mejor de que la niña baile es que los lunes y los martes se queda una hora más en el cole. Y una hora es mucho tiempo para una madre con toda una vida por hacer y los biorritmos lentos. Lo peor es todo lo demás. Todo. Pero sobre todo, lo peor tener que acompañarla a las actuaciones como si una fuera la madre de la Pantoja, con el bolso lleno de tiritas para los tacones y ganchillos de coco como para construir la Torre Eiffel a tamaño real y perseguirla por los tablaos de segunda con la cámara de vídeo en una mano y el móvil en la otra para que no se nos escape ni un revuelo de volantes pelirrojil.

Y eso fue lo que vivimos el pasado fin de semana, cuando la niña tuvo su primera actuación ‘profesional’ en un conocido parque de atracciones de Benalmádena, famoso por sus carricoches –perdonen el malaguismo- de los años 70 y su encanto decadente y sobre todo, porque en primavera y otoño, cuando no va ni el Tato de Jerez, aprovecha para que las academias de baile actúen allí obligando a sus familias a semejante tormento y, de paso, a pagar entrada y a quedarse en el parque consumiendo todo lo consumible. En mi caso muchas cocacolaszero.

Mi madre que huele una fiesta desde casa, sea puntó al evento, arrastrando a mi pobre padre que finge estar frito por ver a la niña bailar cuando lo que quiere es tirarse en su sofá a ver documentales de cabras y tiburones blancos asesinos. Pero la mamma manda. Siempre. Así que allí nos plantamos, la mamma, mi padre, el pater, los pelirrojos y yo misma, con los pelos de loca y los ojos de Belén Esteban en su mala época –en la más mala, quiero decir- después de una mala noche y una intensa mañana de recogidos, plastas de gomina, medias infantiles y ensayos improvisados mientras una servidora trataba de adecentarse y era perseguida por la pelirroja dando giros y palmas al viento como una demente al ritmo de ‘La Niña de Puerta Oscura’. Pobre de mí.

Y allí nos plantamos después de un infernal viaje en coche, con una ventolera que daba susto y que me quemó la cara como si fuera una moradora del desierto y a Cigoto lo dejó con los pelos de Tintín y los ojos pequeños como Juanito Valderrama, yo creo que de tanto que se le fue la cara para atrás, que aquel viento era un viento poderoso que no andaba con chiquitas.

Aquello estaba hasta la bandera de familias que como nosotros habían sido sometidos a aquel infierno y que estaban con cara de cabritas sacrificadas mirando el escenario a la espera de que salieran las suyas y poder huir más pronto que tarde. Así que nos tocó sentarnos en Gambia, a tres kilómetros del escenario y esperar como una hora hasta que llegó nuestro turno y la pelirroja apareció en el escenario junto con el resto del elenco, a cada cual más desnortada, dándose leñazos unas a otras, metiéndole el coco por los ojos a la de detrás en cada taconeo, mientras la pobre profesora se dejaba la piel agachada como un niño chino cosebalones a los pies del escenario, haciendo gestos muy ridículos para que los niños supieran por dónde iba el asunto.

Para ser justos, diré que esperaba un espectáculo mucho más lamentable y que no sólo fue gracioso sino que la pelirroja demostró estar la mar de entregada con esto del baile, dando taconazos a diestro y siniestro, mientras el pater amantísimo lanzaba flashes como un descosido y Cigoto trataba de arrancarle los pelos a mi madre, que decía cosas como ‘esta niña no tiene energía porque no le das comida con alimento…’, mi padre resoplaba y yo me daba a la cocacolazero y aplaudía a mi descendencia, entregada cual madre de la artista.

Y como en los espectáculos de nivel, hubo cambio de vestuario, dejando el flamenco por la zumba y lo volantes por unos leggins de choni rechoni en fucsia furcia para hacer un extraño baile sin pies ni cabeza y en el que la pobre pelirroja perdió como 3.000 calorías y aún así no logró levantar la pierna como debiera. Criatura.

Pero ella bajó contentísima, como si hubiera hecho una obra de arte. Y la aplaudimos, claro, yo ya con los pelos del cantante de los Kiss y la cara tiesa como Pilar Eyre de la ventolina, contenta pero temerosa de lo que se nos venía encima porque la hora del baile se había terminado, pero nos quedaba toda un jornada en las atracciones con un padre resoplador, una mamma sargento, un pater entregado a la fotografía, un Cigoto poseído por el espíritu del baile y yo misma, con una inusitada frondosidad capilar y un agotamiento extremo, consciente de que lo peor estaba aún por llegar.

Y llegó.

Pero ésa es ya otra historia.




lunes, 24 de marzo de 2014

Suegra sí hay más que una. 28.- La suegra remolona



La suegra remolona siempre está mirando para otro sitio cuando dices que el sábado necesitas dejar al niño con alguien, pero justo cuando encuentras niñera se echa las manos a la cabeza y te suelta aquello ‘Ay, hijamía, yo es que no me había enterado porque si no, ya ves tú a mí el trabajo que me cuesta, pero claro ya la próxima vez que ya tu madre lo tiene organizado todo y no vaya a pensar que le quiero quitar el puesto’.

La suegra remolona nunca te coge el teléfono pasadas las ocho de la tarde porque huele el marrón desde su casa, así que espera sigilosamente escondida tras el sofá hasta las nueve o diez de la noche para devolverte la llamada con la idea de que ya hayas solucionado la papeleta y fingir que estaba haciendo punto de macramé y que se clavó la aguja en un dedo y que como no tenía mercromina salió a buscar una farmacia de guardia en plan la gran búsqueda, ‘que ya sabes tú que como te dejes una herida, lo mismo hasta te cortan la mano de la infección y las agujas de macramé las carga el diablo’.

La suegra remolona se sienta en el asiento delantero de tu coche antes de que tu pareja lo haya abierto siquiera y una vez que ya habéis recorrido 20 kilómetros y la niña ya ha vomitado tres veces, suelta aquello de ‘Ay, que ni me he dado cuenta de que me he sentado aquí delante, que igual a ti te gusta ir mejor aquí, ¿no? Si es que tengo un despiste…’ Pero a la vuelta vuelve a hacer lo mismo creándote un dejavu en bucle la mar de malo.

La suegra remolona siempre tiene el horno roto cuando los demás se ofrecen a hacerte un plato para el cumpleaños de la niña y el día del evento te dice ‘que ya ves, con lo buenas que me salen a mí las empanadas, qué pena, hijamía y ya ves, que te hubiera hecho una tortilla pero como sé que no te gustan…’ como si tú fueras la única invitada a la fiesta o una comedora compulsiva que empezara a devorar por un lado de la mesa y terminara por el otro, mantel de papel de el chino, incluido.

La suegra remolona nunca ofrece su casa para las quedadas familiares y cuando ya estáis cenando en casa de tu cuñado se acuerda de que ella también tiene un salón ‘que yo sé que allí no queréis venir porque os pilla muy lejos y además a ti te da susto el perro, porque yo encantada de teneros en mi casa’ sin recordar que la última vez que se lo propusisteis se puso a tirar tabiques ‘que ya ves tú la malapipa de que empiecen ahora las obras’ aunque curiosamente cuando terminaron las obras, la casa está exactamente igual que siempre.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee jajjaja-, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!   




viernes, 21 de marzo de 2014

El simbolismo de los lácteos y otros ultrajes



Anteayer no pude comerme un yogur. En todo el día. Dicho así parece que el asunto no tiene importancia, básicamente porque ni siquiera que me gustan los yogures, sobre todo, los yogures de canijo, que son los que yo consumo, porque los de chocolate y los Danonino sí que me gustan, como a toda hija de vecino, pero eso me los tengo vetados por aquello de la operación biquini.

La cuestión es que yo llegué del trabajo cerca de las cuatro de la tarde –sí, ahora trabajo por las mañanas, pero eso ya os lo contaré en un post propio a tutiplén para poder quejarme de mi nuevo malvivir de madre trabajadora- y me puse a comer como los pavos porque el pater me esperaba como agua de mayo para endosarme al pelirrojo y poder ponerse a corregir noséquélibro con noséquién. Así que me tragué los trozos sin apenas masticar como un rumiante y me hice con el pelirrojo mientras me acercaba a la nevera dispuesta a coger un yogur para echar para abajo los trozos sin masticar y darle un poco de cariño al esófago perforado por las esquinas del pollo.

Pero no me dio tiempo abrir la nevera cuando noté cierto tufillo y me di cuenta de que el caballero se había hecho caca. Así que no me quedó otra que cambiarlo, mientras se revuelve como una culebra, lanza por los aires el cesto de los pañales y empieza el berreo sin fin que, además, me anuncia que le toca el biberón.

Así, que le preparo el bibi y se lo doy mientras va cerrando los ojos y ¡premio! Cae rendido y fritanga total. Saco mi yogur y me siento al ordenador a escribir un post para el blog y todo es felicidad hasta que miro el reloj y me doy cuenta de que es tardísimo y en media hora he de salir a recoger a la pelirroja del baile. Así que no pierdo tiempo en coger la cuchara y abandono el lácteo a su suerte y me pongo como las locas a escribir, dejando un margen mínimo para hacer pis, vestirme y lavarme los dientes y salir como Speedy González hasta el colegio de la niña que está en Nueva Guinea.

Cuando llego con los ojitos güertos y el corazón en la boca, me toca semireunión del baile con las otras madres para debatir temas de vital importancia como si les ponemos leggins o vaqueros para el baile de zumba o si la flor se la colocamos arriba o al lado, que en el tema baile ninguna cuestión es baladí.

Y cuando por fin zanjamos la cuestión –en realidad no, pero creamos un grupo de whatssap para poder seguir debatiendo desde casa-, salí pitando con la pelirroja y su falda y los tacones –que no hay quien le quite- hasta la tienda de trajes de flamenca donde nos tenían preparada la malla para el esperadísimo espectáculo del domingo. Y tras dos horas de pruébate malla, colócate flor y espérate un rato a que te cuente mi vida, salí de allí como una refugiada libanesa.

Y aunque parezca mentira seguí pensando en mi yogur, que cuando una está a dieta, un yogur es mucho.

Pero aún no íbamos a casa porque me tocaba comprar el regalo del día del padre y aguantar a la pelirroja descolgando perchas y bailando y lamiendo espejos como si no hubiera un mañana hasta que la dependienta más empanada del lugar decidió cobrarme y dejarme escapar rumbo a casa.

Serían las nueve cuando llegamos y tocaba ducha de la pelirroja y ya aprovechamos para meter a Cigoto y todo fue pijama chorreando y griterío materno filial, un par de decibelios más alto que lo permitido por ley, que todo hay que decirlo.

Y le di la cena a la pelirroja mientras el pater se encargaba del suplente y antes de que terminara el último bocado, me la llevé a la cama a contarle un cuento soporífero para que la dejara KO lo más pronto posible a pesar del griterío del pequeño terminator que venía desde el salón.

Y se durmió. Y yo salí como Massiel de una boda, dando traspiés y con la cabeza del revés, pero dispuesta a comerme mi yogur aunque fueran las diez de la noche y fuera la hora de cenar. Y antes de poder trincarlo, lo trincó Cigoto y con su fuera descomunal de niño prodigio de circo, me lo estampo contra la pared llenándolo todo de Vitalínea de fresa y desazón maternal.

Pues eso, que no es por el yogur, que a mí los lácteos como que no, pero para mí era un símbolo. Un símbolo un poco cutre, pero cada uno elige los símbolos que quiere y puestos a que me lo estrellen, bien está un yogur de 49 calorías. Ay.

jueves, 20 de marzo de 2014

Los juegos virtuales y otros estreses

Nunca he entendido por qué los juegos de ordenador o consola o incluso los de maquinitas de mis tiempos mozos –que iban a pilas y pesaban dos toneladas- son tan desasosegantes, vamos, que le entra a una una ansiedad muy mala a los tres minutos de estar partiéndole la cara a la sacerdotisa y echándole unos polvos mágicos al mismo tiempo para que se ponga azul y se evapore antes de que le llegue la bola que cae del cielo y que la convertirá en superpoderosa y te eliminará para siempre.

Y eso mientras la barrita de la vida va bajando frente a tus ojos y se te acaba la poción y todo es estrés, como si fuera una cuestión de vital importancia el que logres hacerle el alacrán al luchador ruso, o que encuentres el portal para pasar de nivel y poder comprarte el hacha de enano o encontrar a la princesa que está a punto de ser devorada por un dragón de tres cabezas… como si no tuviera una bastante con el trabajo, la casa, los niños y hacerse la manicura para no parecer una fulana londinense o una moderna, como para estar preocupándose del mundo virtual.

De hecho, recuerdo que para mi Comunión, me regalaron una maquinita en la que un muñeco con muy mala cara tenía que estar continuamente moviendo los cordeles de un tendedero para evitar que las gotas de lluvia que caían, mojaran la ropa. Un juego muy marujón y muy de querer sacarse los ojos porque además había unos pájaros malignos que te movían los cordeles para que perdieras. Un infierno, vamos.

Bueno, pues ahora resulta que la pelirroja ha encontrado una página web de juegos en los que hay que cuidar bebés. Bebés muy malos y muy porculeros, casi como los de verdad. Y la pobre criatura se pasa el día cambiando pañales virtualmente pestosos –esto lo sé porque sale un humillo verdoso-, dando biberones a destajo e incluso acariciando con una gigantomano tipo familia Adams a tres retoños a la vez con la suficiente rapidez para que no llore ninguno y cuando aún así lloran, hay que averiguar si lo que quieren es un biberón o una papilla o jugar con un oso estropajoso y si no aciertas con lo que necesitan, lloran y lloran cada vez más alto hasta que te vuelves loco o acaba la partida.

Así que tengo a la pelirroja hiperestresada con esta nueva maternidad virtual que se ha buscado y ayer al mediodía, mientras yo trataba de adecentar el salón y ella le daba al instinto maternal, de pronto la escuché golpear la mesa con el ratón y gimotear en plan se acerca el drama pelirrojil. Pero en lugar de arracancarse a llorar, vino hacia mí con las manos en alto y haciendo pucheros: ‘mamá ez que nunca eztán conteztoz y ziempre quieren una coza y luego la otra coza y la otra y ez que no me da tiempo y ez que ya eztoy canzada y no puedo máz y nunca ze termina… Ez que tú no lo zabez mamá porque no haz jugao pero ez canzadízimo, de veldad’.

Criatura.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Más razones por las que no mola que me crezcan los pelirrojos



5.- Las luchas por la ropa. Pues sí, en casa somos felices porque tenemos uniforme escolar y evitamos mil disgustos matutinos, con el mal despertar que tenemos todos y lo cansados que estamos a esas horas intempestivas. Pero claro, no todos son mañanas y una ha de enfrentarse a los paseos de por la tarde y a los cumpleaños y a las tardes de compras y a los fines de semana y a todo lo que supone abrir el cajón de la ropa de paisano y empezar a sacar trapos hasta dar con la prenda más hortera que descansa en el fondo del todo para que nunca la encuentre... Pero claro, la niña que es lista para lo que quiere, es capaz de ver una lentejuela y una licra desde el portal y luchar como lucharon los guanches por ponerse unos leggins con brillantina para la comunión de la prima Mariamanuela.

6.- Los pulsos de poder. La pelirroja, al igual que la mamma y las teleoperadoras de Orange, ha conseguido descubrir mi punto débil y empezar a aprovecharse de él. Vamos, que es consciente de mi cansancio extremo y de que se me gana por agotamiento. Así, si quiere cenar una bolsa de pelotazos y tres gominolas de fresa, se me acopla al lado cual lapa de roca playera y me repite el ‘polfi polfi polfi polfi’ durante una media de cien o ciento cincuenta veces hasta que me peta el hipotálamo y cedo. Y lo mismo vale para una cena de chuches que para acostarse en mi cama o ir descalza cual tarzán o cualquiera de las maldades que se le ocurren diariamente. Que son muchas.

7.- La pintura. Siempre ha sido fan muy fan del maquillaje estilo Kimera, la madre de Melody –la secuestrada, no la de los gorilas- pero de un tiempo a esta parte no sólo ha aprendido a maquilarse casi como una persona normal sino que, además, cada vez que nos estamos arreglando para irnos a la calle, se mete en el baño y me sale pintada como una puerta ‘porque zoy mayol y laz niñaz mayorez ze pintan’. Eso por no hablar de cuando se mete en una perfumería y se prueba –discretamente y sin hacer aspavientos para que la respeten como adulta fraudulenta- absolutamente todas las barras de labios de los estantes hasta ponerse la boca como Carmen de Mairena.

8.- Quiere ver series. Ya no sólo le valen las pelis de princesas Disney sino que ahora quiere ver las series de preadolescentes que echan en Canal Disney y que yo en plan madre puritana del siglo XIV me niego a que vea más que porque se vea algo raro –es Canal Disney por Dios- porque no se me haga una revejía, más revejía, quiero decir y en dos telediarios me vea haciendo cola en los conciertos de Justin Bieber. Ay.


NOTA: Ya tenemos reganadores de los premios cuyos ganadores originales jamás se pronunciaron... Lo siento, chicos, pero las normas son las normas!!! Enhorabuena a los nuevos ganadores!!! Y ya sabéis, mandadme prontito un email con vuestros datos a hijanohaymasqueunagraciasadios@gmail.com




La ganadora del accesorio de Ma Petite Emma es el nº166 que pertenece a Marta Prado Vázquez.



La ganadora del lote de Ohmycool es el nº 64 que pertenece a Celia López Carlón





 
La ganadora del Cuadro con foto es el nº79 que pertenece a Margarita Sañudo

La ganadora de la camiseta de Chincha Rabincha es el nº 1 que pertenece a Rocío Pastrana

ENHORABUENAAAA!!!!

martes, 18 de marzo de 2014

Razones por las que no mola que me crezcan los pelirrojos


1.- Cigoto amenaza con andar o gatear o abrirse la cabeza contra el suelo, a elegir, lo cual demuestra que su sistema psicomotriz está en regla y eso me alegra, no voy a decir que no, con lo que a mí me gusta una hipocondría y un diagnóstico por Internet en un foro de venezolanas adolescentes de 2001. Pero también tiene su parte mala. Muy mala. Y es que esa vocación por autotransportarse sólo va a traerme disgustos en forma de lumbago, cansancio extremo y nuevas preocupaciones ante el mundo de pequeñas piezas y pelusones por tragar que se abre ante él y sus ansias por jalárselo todo.

2.- La pelirroja trae tareas a casa y esto es un noparar de lecturas del panadero p, el lechero l y otros infiernos que me retrotraen a la infancia o lo que es peor a cuando trato de explicarle a un guiri dónde está una calle, que ni yo me logro explicar ni él se entera de nada y todo es caos y ganas de tirarme de los pelos hasta la extenuación. Y además de la lectura, están las fichas de los fines de semana y los palitos y los circulitos y las aspas en las hojas de cuadros y todo es sinvivir. Y un sinvivir en fin de semana es doblemente sinvivir.

3.-  Cada vez tenemos menos biberones y más papillas, lo cual está muy bien para su sistema digestivo y su crecimiento y su desarrollo y todo lo que ustedes quieran, pero entre echarle unos polvillos a un biberón y moverlo a un lado y a otro cual maraca de Antonio Machín y hacer vegetales pestosos con sus pollos con piel y vísceras que arrancar y luego tener que llevarlo en un termo para liar la de dios es cristo en cualquier sitio público mientras el niño le espurrea la cara hasta al que vende los cupones, no hay color. Ninguno.

4.- A la pelirroja ya no hay quién la engañe. Ni un poquito. O sea que ya no puedo decirle que la Cenicienta se ha ido a dormir o que si no está en la tele, no podemos verla porque me suelta aquello de ‘mamá, pero zi donde eztá ez en el dizco duro…’ como si ella fuera yo y yo fuera mi madre, que tuvo un videoclub durante siete años y jamás aprendió a poner el vídeo. No a programarlo, no. A ponerlo. A darle al play, vamos.

NOTA: Mañana publico nuevos ganadores de unos pocos -pero fabulosos- regalos de nuestra megasorteo de cumpleaños porque sus primeros ganadores no han dado señales de vida... y el plazo terminaba el viernes!! Así que estad atentos, que igual esta vez sí que os toca!!!! Mañana en el blog!!! Ay, quién pudiera participar!!

lunes, 17 de marzo de 2014

Suegra sí hay más que una. 27.- La suegra de espíritu libre


La suegra de espíritu libre no cree en la educación regalada como un modo de crecimiento personal y cada vez que se queda con los niños, te los devuelve con los deberes sin hacer porque ‘los niños son niños y lo que tienen que hacer es disfrutar’ y te ves como un mono a las diez de la noche, obligando al mayor a hacer el copiado en inglés en la cama mientras el pequeño se come el vegetal y repasa la tabla del dos al mismo tiempo, que tú también quieres ser un espíritu libre, pero la seño ya te ha llamado a cuatro tutorías y a la quinta te quedas sin verano de relax en la playa y con cuatro ‘vacaciones Santillana’ de polizones en la maleta.

La suegra de espíritu libre se ofrece a quedarse con los niños y llevarlos ella misma a la boda de la prima MariPili para que tú puedas ir a la peluquería y adecentarte la cabellera de india vieja, que vuelve a erizársete nivel Mufasa, cuando ves llegar a los niños a la iglesia con el pantalón de pinzas y las zapatillas de deporte ‘que es que los zapatos les apretaban’ y un quiqui a los Cristiano Ronaldo, ‘que es que tú eres muy estricta pero mira que contentos van con su gomina como niños mayores’.

La suegra de espíritu libre no se tinta el pelo desde 1997 y no duda en dejarse el pantalón de pijama debajo de la ropa para ir a bajar la basura ‘que hace mucho frío y los resfriados están acechando a la vuelta de la esquina’, un hecho que entusiasma a tus hijos, con los que tienes que luchar cada mañana para que no vayan como indigentes a la escuela amparándose en su derecho a la libertad individual.

La suegra de espíritu libre es capaz de tirar por la borda en los cinco minutos que se queda a solas con tus hijos, tus años de aleccionamiento para convertirlos en señoritos de bien y no te da tiempo a protestar cuando te los encuentras desayunando una coca cola con aceitunas y gominolas ‘porque al estómago hay que darle lo que te pide’ sobre todo cuando no es ella la que tiene luego que pasarte toda la tarde limpiando vomitonas y dando chutes de primperan como si no hubiera un mañana.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee jajjaja-, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!  

viernes, 14 de marzo de 2014

Las 'puzerzorprezaz'



Cuando era pequeña y mi padre iba a acostarse la siesta, un hecho que ocurría cada día, mi hermana y yo salíamos corriendo de la mesa, con la boca todavía llena y nos escondíamos bajo las sábanas de su cama para que mi padre preguntara aquello de ‘¿dónde están mis niñas?’ y nosotras saliéramos de nuestro escondite para dejarlo boquiabierto con ese megatruco de magia que nos habíamos sacado de la manga.

Mi hermana, que empezó a espabilarse antes, empezó a esconderse tras la cortina, lo que era más innovador pero igual de ridículo porque eran tan difícil de obviar los pies saliendo de debajo de los visillos como el gigantobulto bajo el edredón, sin contar con que el numerito se repetía cada día como un bucle infernal para mi pobre padre, que ni un solo día dejó de fingir sorpresa ante el burdo espectáculo, y nosotras nos sentíamos más que satisfechas de haberlo vuelto a engañar.

Imagino que por la ternura con la que recuerdo aquellos episodios familiares, me veo ahora con la obligación moral de hacerme la sorprendida cada vez que la pelirroja pretende torturarme con similares acrobacias mágicas, lo que pasa es que yo tengo menos paciencia y mucho más agotamiento crónico que mi padre y el entusiasmo que puedo mostrar es directamente proporcional a las horas de sueño que haya echado e inversamente proporcional al estrés acumulado durante el día, pero todo sea porque la pelirroja guarde buenos recuerdos de la niñez aunque me cuesten dos mechones de canas y dos puntos más de tensión.

He aquí algunas de las rutinas a las que me veo sometida.

1.- El bulto invisible. Ésta es más o menos igual que la que hacíamos a mi padre, pero que a veces muta y pasa de esconderse debajo del edredón a meterse debajo de la cuna del hermanísimo, con media cabeza fuera porque le da ansiedad claustrofóbica, así que además de fingir que no sé dónde está y le regaño por haberse quedado en el salón, tengo que evitar mirarle a la cara para no romper la magia. Por suerte, la pobre se contenta con poco porque si alguna vez me ve que la miro me susurra ‘mamá no me mirez que vaz a eztropear la zorpreza’ como si hubiera alguien más en la habitación o como si a mí se me pasara el hecho de que acabo de hablar con ella.

2.- Los falsos vacileos. Cada vez que la mando a hacer algo como recoger sus juguetes o ponerse el pijama o hacer los deberes, me viene con cara de picarona y las manos detrás de la espalda y me dice ‘mamá que no lo he hesssho’, entonces yo me tengo que poner farruca y decir algo así como ‘¿eso cómo va a ser? Mira que te pongo una cara triste en el cuadrante…’ y entonces ella pega un salto y me enseña lo que quiera que traiga en las manos, que habitualmente es una muestra de que sí lo ha hecho y grita entusiasmada ‘que zí, que zí, que lo he heshooo ¿a que te he engañao? ¿a qué me vaz a poner una cara sonriente?’. Yo finjo que me he sorprendido, ella que me lo he creído y ambas que tenemos un cuadrante en el que poner caras.

3.-  Los escondites. Como las amigas malvadas de las películas de Antena3 que hacen que te sientas mal para después poder consolarte y ser tus mejores amigas para siempre, la pelirroja me esconde las cosas para poder luego encontrármelas y darme un ‘puzerzorpreza’, con la consecuente pérdida de tiempo y de paciencia cuando lo que me esconde son las gafas y estoy en mis tres nanosegundos libres de televisión. La cosa va así: yo me quejo de que no encuentro las gafas y ella se ofrece a buscarlas, yo me hago la distraida y ella las saca de la caja de las manualidades con dos pegotes de plastilina naranja en los cristales. El problema es que me tengo que dejar que me las ponga ‘ez que zi no laz vaz a perdel otra vez’ e hincándome la patilla por todas partes, se debate entre dejarme tuerta o perforarme la nariz, mientras yo he de mostrar agradecimiento.

Pero qué vida más mala.

jueves, 13 de marzo de 2014

La tutoría y otros terrores



Ya sabía yo que la niña no iba para notaria desde el mismo momento en que en la guardería me la suspendieron en círculos amarillos, que se ve que era una materia troncal súper importante en la que la pelirroja no dio la talla. Aquello sumió a la familia en una depresión por aquello de que la niña no nos iba a sacar de pobres en un futuro, vamos, que no iba a ser un Nobel de Química ni de Medicina para que yo pudiera ir con una estola de zorro a la gala de Estocolmo como la madre de una eminencia… porque si no sabes distinguir círculos amarillos en el entorno, no eres nadie. Nadieeee.

Bueno pues ahora va la señorita y me cuela una nota en la libreta de la pelirroja haciéndome ojitos verbales para que vaya a tutoría porque la niña anda despistada, despistadísima para ser exactos –ya os he dicho más de una vez que vive tan en su mundo de empanamiento sin fin que a veces he de avisarla de que hay una farola para que no se la coma y tenga que ponerle dentadura postiza a los cuatro años y dejarla como una mini Massiel pelirroja- y que es más floja que un muelle de guita –que diría mi padre-, vamos, que cuando es la hora de hacer las tareas siempre encuentra una buena excusa para pasar del tema, que otra cosa no, pero capacidad de inventiva, mi niña tiene un rato.

Y claro, aquello nos dejó con el cuerpo frío del disgusto. Porque una cosa son los círculos amarillos y otra es la totalidad del currículo escolar, que de esta niña no hacemos carrera y lo que es peor, ahora me toca plantarme delante de la seño a que me castigue con una mirada tipo pediatra ‘eresmuymalamadrepornohacerfichasadestajocontuhija’  y lo que aún es peor, a que me ponga tareas para los tres nanosegundos que tengo libres cada cuatro días y me ponga cual institutriz con la nena aprender los triángulos isósceles y las unidades de millar, cuando yo lo único que quiero es irme a Bali y ver la nueva edición de Supervivientes con un paquete de palomitas y dos litros de cocacolazero.

Por lo pronto, le he comprado una libreta para ir haciendo cuadritos y rayitas como las que he visto que hace en el cole, para ir ensayando y poder llevármela al cole el día de la tutoría para fingir que soy una madre aplicada y severa con la educación intelectual de sus vástagos. Pero claro, la nena, que se me despista una cosa mala –si es que la seño nada más dice verdades como puños- en cuanto miro para otro lado, me echa cuatro pegotes de purpurina en la hoja y me dibuja lo que según ella es una princesa guerrera –según el resto del mundo un alien terrorífico- y al final ni palos ni rayas ni tareas con las que justificarme y librarme del sermón.

Así que me estoy planteando hacerme la piarda y mandar al pater a que la seño le regañe, que ya si Cigoto nos sale más aplicado, prometo ir yo a recibir los laureles, que bastante disgustos tiene una encima como para jugarse la dignidad sentada en una sillita verde de 20 centímetros de alto, mientras le echan la bronca rodeada de pegatinas de hortalizas gigantes con ojos. Hombre ya.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Dos son multitud



Sí, soy yo, la misma que decía que una vez metidos en el berenjenal de tener una pelirroja dando guerra con sus gritos, sus manos eternamente pringosas y su malvivir adosado, lo mismo daba que fueran dos pelirrojos en lugar de uno porque alcanzado ese nivel de mala vida ya todo daba igual, ya todo estaba perdido, incluida la cordura, mire usted y una vez cruzada la línea lo mismo da traspasar un poquito más que un poquito menos. Pero no. Ni mijita.

Eso es como cuando una parturienta dice que ya no le puede doler más y al final sus partes nobles se le ponen en 9 centímetros y los huesos se le abren y sí que le puede doler más y se le acaban por desencajar las mandíbulas y salírsele los ojos como a Bill Crosby y tiene que desdecirse mientras pega alaridos, hincando la cabeza contra el armario del material quirúrgico.

Pues yo soy la parturienta y aunque mis partes nobles las tengo en perfecto estado, los ojos y las mandíbulas sí que los tengo desencajados, ligeramente desde mi rajada de útero número 1, y nivel Enrique san Francisco desde mi rajada de útero número 2. Y es que cuando una termina de prepararle la merienda a la primera y la escucha gritar para que le ponga la Cenicienta ‘pol favoooooooool’, el pequeño dictador da un giro con doble tirabuzón y se coloca bocabajo en el carro, con la frente a dos cuartas del suelo y una con el estropajo en la mano y la pinza en el pelo dispuesta a limpiar el baño, tiene que lanzar los guantes por los aires y rescatar al pelirrojo para descubrir que se ha hecho caca y que se le está saliendo por el pañal y que la niña está intentando poner el dvd con la lengua a pique de pillársela con la bandeja, mientras el cartero me trae un paquete certificado y el pater me llama para preguntarme cómo se llama la crema del culo de la niña, que el otro día se hizo pipí encima en la granja escuela ‘ez que eztaban tan bonitos los conejoz que no quize ir al baño, pero no te preocupez mamá porque nadie ze ha dado cuenta y ze me ha zecado entero, entero’ y tenía el culo escocido nivel mandril africano.

Y así hasta la hora de dormirlos, que yo me encargo de engañar a la pelirroja que grita que ‘ez mu templanoooo’ y meterla a trompicones en la cama, mientras escucho al pater calmar los alaridos del pequeños terrorista con canciones de Extremoduro y cuando una hora después hemos terminado, nos miramos como se miran los excombatientes de Vietnam y nos arrastramos como podemos hasta la cama a disfrutar de las dos primeras horas de sueño, que son las únicas libres de cantos gregorianos cigotiles y gritos aterrorizados de la primogénita, que ya duran hasta que suena el despertador.

Pues eso, que la maternidad es mágica.

martes, 11 de marzo de 2014

Pistas para reconocer que (he) has perdido la cabeza


1.- Cuando vas de camino a recoger a la niña del baile ves un coche de autoescuela muy raro y te fijas cuatro segundos más de los que te fijarías en un coche hasta que el muchacho que va dentro te pita clavándote los ojos. Primero crees que llevas arrastrando el abrigo y trata de avisarte de que vas barriendo la ciudad. Luego piensas que has ligado con un postadolescente y te vienes arriba. Y cuando ya estás a punto de perder el coche de vista, te das cuenta que es tu primo que no entiende nada.

2.-  Cuando vas al supermercado, te equivocas de carro y empiezas a colocarle la compra sobre la cinta de caja a la señora de delante, que mitad atemorizada, mitad agradecida, no dice esta boca es mía. Y tú pasas los brotes de soja y los bizcochos de soletilla como si fuera tu compra habitual, aunque te dejarías morir antes que tomarte un tristebizcocho de ésos, hasta que llegas a la Pepsi y te das cuentas del error y de tu demencia. Lo peor es cómo disimulas. Un espectáculo.

3.- Cuando tratas de pagarle otra vez la mensualidad a la señorita del baile en una semana. Por suerte la muchacha es honrada y te lo devuelve… y prudente y no te dice lo majara que estás.

4.- Cuando tu hija te da el botellín de agua para que se lo cierres y en lugar de eso, se lo metes abierto en la mochila y hasta cierras la cremallera mientras la niña se queda perpleja y te avisa no antes de que el agua le empape media espalda…

5.- Cuando vas a recogerla media hora antes al colegio, corriendo como las locas y luego tienes que fingir con la portera de la escuela haciendo como que sabías que no sólo no llegabas tarde sino que llegabas con tiempo de sobra para ver ‘nosequéquemevoyainventarjustoahora’ del horario de secretaría. Qué pena.

lunes, 10 de marzo de 2014

Habemus ganadores!!!

HABEMUS GANADORES!!!!!!! Uuyuyuyuyuyuyuy, qué nervios!!!!!

Debajo de cada artículo hay un cuadrito del sr Random que ha sido la mano inocente de este sorteo, anunciando el nº ganador y a quién pertenece ese número -según la lista publicada el sábado-.

Los ganadores tenéis hasta este viernes para enviarme un email con vuestros datos -para que yo se los pase a la marca y podáis poneros en contacto- a hijanohaymasqueunagraciasadios@gmail.com. Si pasado ese tiempo no tengo noticias de algún ganador, ese artículo volvería a sortearse!!! Así que, escribid!!!

Y sin más dilación, ahí vamos:


BUHKIDS
Saco capazo de bebé fabricado a mano 100% algodón, que se adapta al crecimiento, primero como saco para el capazo y más tarde como manta de juegos o colcha de la cuna. ¡Ideal!


Buhkids! es una joven pero experta marca de artículos para bebés, todos realizados con materiales de primerísima calidad, buscando siempre la comodidad de los pequeños, pero sin renunciar a un cuidado diseño, gracias a Marta y Belén, dos arquitectas madrileñas, que aplican sus conocimientos en diseño e innovación en todos sus productos, creando preciosas colecciones que gustan tanto a los bebés como a sus mamás. ¡Pasa a conocerlos!








Y el ganador del saco capazo de Buhkids es el nº184 que pertenece a Tamara Ronda



PANGASA 
Canastilla compuesta por traje de primera puesta en algodón 100% con capota a juego, mantita, botitas, percha y el precioso osito Pangoso... ¡Me encanta!



Dedicados a la confección de ropa de bebé desde el año 1973, Pangasa elabora delicadas prendas con materias primas de máxima calidad, usando tecnología de última generación que permite la realización de prendas sin costura para la total comodidad del bebé. Pásate por su web y descubre sus prendas, complementos y canastillas… son una monería




Y el ganador de la canastilla de Pangasa es el nº4 que corresponde a Rosamna Pardellas Velay




EL PLANETA DEL BEBÉ
Mochila portabebé Mochila Piratas de Tuc Tuc. De fácil colocación incluso en solitario, con multiposiciones para que el paseo sea un placer. Anchos y acolchados cinturones y cojín reductor new born... ¡la mochila portabebés perfecta!
 


En El Planeta del bebé encontrarás todo lo que necesitas para tus retoños, con multitud de marcas y con los mejores precios: cunas, carros, sillas para el auto, bañeras, mobiliario, pequeña puricultura, juguetes, textil y un larguísimo etcétera, que conforman una amplia variedad de productos y modelos, todos de la mayor calidad, con diseños a la última y con unos precios más que competitivos. Sin duda, el paraíso del bebé y su mamá. ¡Pasa y conócelos!








Y el ganador de la mochila portabebés es el nº 187 que pertenece a Estanislao Joya





MI MARTINA
Modelo a elegir de la preciosa colección 'Mi regalo Martina', que podéis ver en la foto... ¡Qué monerías!
 

Mi Martina es una firma de moda que ofrece ropa personalizada para niños y niñas de 0 a 12 años de edad y donde podéis elegir hasta el último detalle en el diseño de vuestras prendas, hechas artesanalmente, con telas y acabados a elegir para dar un toque único y original... Lo moda más cuqui para nuestros pequeños ¡Conócela y enamórate!


Y el ganador del traje de Mi Martina es el nº 163 que corresponde a Sandra Yuste



ANA MOLINIER
Tocado de flores a modo de diadema. Ideal para bodas y eventos varios de esta primavera ¡No se me ocurre un tocado más bonito!


Apostar por los tocados de Ana Molinier para un día especial es un acierto seguro, gracias a sus diseños elegantes y actuales, elaborados con mimo y buen gusto y con los que ir guapa está prácticamente garantizado. Además no sólo hace tocados sino que en sus colecciones podrás encontrar bolsos, complementos y mucho más ¿a qué esperas para conocerla? 


Y el ganador del tocado de Ana Molinier es el nº 181 que pertenece a Laura M. A.

  
NICOLASITO
Vinilo antideslizante para la bañera a elegir entre diferentes y divertidos modelos que harán las delicias de los más pequeños...




Para decorar la habitación de tus retoños de una manera especial y divertida, nada mejor que echar mano de los preciosos vinilos de Nicolasito... y quedarán encantados. ¡Y tú también! Pasa y conócelos...










Y el ganador del vinilo antideslizante es el nº7 que pertenece a María José Chatín



WE LOVE POMPAS
Dos pares de patucos a elegir de las diferentes colecciones de We love pompas... Son tan preciosos!





Y es que una cosa son los patucos de toda la vida y otra lo que hacen las chicas de We love Pompas que son auténticas obras de arte hechas a mano, con materiales de gran calidad y diseños actuales pero sin perder su aspecto tierno. Yo ya tengo unos y son una preciosidad!










Y el ganador de los dos pares de patucos es el nº 23 que corresponde a Miriam Alonso




MA PETITE EMMA
Un complemento a elegir entre un llavero super papá con estrella, un colgante con inicial, plateado o dorado, o una pulsera mamá dorada o plateada... Todo es monísimo, pero ¡yo me quedo con la pulsera mamá en dorada! ¡Me encanta!



Artesanía de joyas personalizadas y grabadas. Para mamás, bebés, amantes de la moda, soñadores y frikis. Esto último no lo digo yo, lo dice ella misma! jajaja... yo lo único que digo es que ¡me encanta todo lo que hace! ¡Pasad y conocedla!
 










Y el ganador del accesorio de Ma Petite Emma es el nº 132 que corresponde a Gemma Arbós




OHMYCOOL
Lote súper molón compuesto por un Peluchín Tragón, el monstruito más cool y achuchable, y un bolso tote Mostacho con el que fardar cada día. ¡Me lo pido!



Si no conocéis a los chicos de Oh my cool no sabéis lo que os estáis perdiendo! Regalos originales, juguetes adultos -que no cochinos- gadgets y todo aquello con lo que siempre soñasteis y que nunca lograsteis encontrar más allá de en las revistas y en las series de televisión, lo podéis encontrar en su web y lo mejor de todo a precios increíbles. A partir de ahora sabréis dónde comprar -y compraros- esos regalos especiales con los que triunfaréis siempre!









Y el ganador del lote de Oh My Cool es el nº 80 que corresponde a César Vallejo Herrero




CANITOS
Camisa para niño o niña, con la forma, la tela y la talla a elegir por el ganador ¿qué más se puede pedir? ¡Que sean preciosas como las de Canitos!



Modelos de ensueño y precios asequibles, ésa es la base de esta firma que cada temporada crea su propia colección con diseños exclusivos de la máxima calidad. Todas sus prendas se hacen por encargo, totalmente personalizadas, combinando las telas y los diseños como tú quieras, permitiendo vestir a todos los hermanos iguales en el estilo que más te guste. ¡Pásate a conocerlos!



Y el ganador de la camisa de Canitos es el nº24 que pertenece a Silvia Sánchez Iglesias


CUADROS CON FOTO
Cuadro personalizado, hecho en lienzo sobre bastidor de madera, de 30x40cm. ¡Para hacer de tus fotografías una obra de arte!



Cuadros con foto te permite hacer auténticas virguerías con tus fotos más queridas desde hacerlas en lienzo sobre bastidor, hasta convertirlas en pósters, lonas, cuadros en 3D y mucho, mucho más... ¡Echa un ojo!












Y el ganador del cuadro con foto el el nº 88 que pertenece a Claudia Capdevilla



KOOLBEE
Modelo a elegir de la colección Doodledo, la nueva firma de moda entre los hijos de las celebrities... ¡Cómodas, divertidas y funcionales!



Diseños actuales, divertidos y cómodos, elaborados con materias primas de primera calidad, originales, llenos de colorido y con tejidos naturales y orgánicos para enamorar tanto a las mamás como a los más pequeños de la casa... ¿De verdad que aún no los conoces?



Y el ganador de la prenda Doodledo de Koolbee es el nº99 que pertenece a Blanca Castán



EL JARDÍN DE NANA
Ramo de ropita modelo Elodea a elegir entre niño o niña, que contiene: 3 pechitos pequeños estampados (surtidos en diferentes modelos),4 limpia babitas montados en 3 en rosas y 1 en caballito de mar, 8 rosas de foam y tarjeta de felicitación, todo ello presentado en una bolsa acharolada de lujo. ¡Una monería!



El Jardín de Nana es el sitio ideal donde encontrar regalos dulces y originales como tartas de pañales, carritos de bebe, ramos de ropa, canastillas y muchos más regalos originales 


Y el ganador del ramo de El Jardín de Nana es el nº 190 que pertenece a Paula Domínguez del Corte



MI PEQUEÑO PRÍNCIPE
A elegir entre faldón de niña o conjunto de niño de la nueva colección primavera verano de Ancar. De 3 a 12 meses. ¿Pueden ser más bonitos?



Mi Pequeño Príncipe es una tienda online de moda infantil, que ofrece prendas de ropa y zapatos de calidad y con diseño ideales a precios más uqe competitivos para que los peques de la casa vistan como auténticos príncipes por muy poco. ¡Visítalos!
Y el ganador del traje de Mi Pequeño Príncipe es el nº178 que pertenece a Laura Vegas



SPANTAJÁPAROS
Vestido modelo Montparnasse en gris con flores budeos de la talla 8 a la 16 para chica y camisa a elegir para chico. ¡Ideales para primavera!



Ropa alegre, cómoda y repleta de color que les gusta tanto a los niños como a sus mamás, ya que en Spantapajaros puede vestirse a la familia al completo. Madres, hijas y hermanos pueden llevar los mismos estampados y modelos ¿a que mola? También cuentan con complementos y accesorios todos de colores y estampados coloristas… Entra en su página web y conócelos…







Y el ganador de l aprenda de Spantajáparos es el nº 2 que corresponde a Susana Palacios Vinagre




CHINCHA RABINCHA
A elegir entre camiseta manga corta Spiderman Lego de la marca Stardust, disponible en la talla 6-12 meses y 1-2 años y camiseta de tirantes Guinea de la marca Monikako, disponible en tallas desde los 12 meses a los 6 años.

Porque las niñas no siempre tienen que ir de rosa y con lazos y los niños de azul celeste, nace Chincha Rabincha, una marca molona y divertida para vestir a los pequeños de la casa de vivos colores, e incluso de negro, sin renunciar a tejidos de calidad que tienen en cuenta la piel del bebé y con un montón de complementos de la mejor calidad y el diseño más divertido. ¿Qué esperas para conocerlos?

www.chincharabincha.com


Y el ganador de la camiseta de Chincha Rabincha es el nº 18 que pertenece a María Rodríguez




OUTLET KIDS
Dos conjuntos de niña de la talla 6 meses de la marca Disney y Tom et kiddy. ¡Geniales para el verano!


Outlet kids es una tienda de ropa infantil con descuentos de hasta el 80% durante todo el año en grandes marcas, pensada para mamis ahorradoras y sus familias. ¡Pásate y conócelos! 



Y el ganador de los dos trajecitos de Outlet Kids es el nº 46 que pertenece a Mireia Fuentes



SUITBEIBI
Boof, modelo a elegir de la firma Little Creative Factory, de exclusivos diseños y complementos creados y producidos en Barcelona. Todo elaborado de manera artesanal y con tejidos de alta calidad.



Artículos de decoración, menaje, complementos, cestas y muchos artículos más, todos bajo el denominador común de contar con una calidad indiscutible y un diseño actual, divertido y desenfadado que hará las delicias de los más pequeños. Pasa y disfruta de un mundo mágico.
Y el ganador del boof de Suite beibi es el nº 74 que pertenece a Mónica Sáiz



MIS ÁLBUMES DIGITALES
Álbum digital de 48 páginas con tapas blandas personalizables y páginas de 150gr impresas en brillo.





Mis álbumes digitales te ofrece un amplio abanico de opciones para que puedas conservar tus recuerdos de una manera muy especial.












Y el ganador del álbum digital es el nº 127 que corresponde a Lorena Gil Martín

 
Y eso es todo amigos!!! A los ganadores, enhorabuena suertudos!!! Y al resto, muchas gracias por participar!!!! Seguro que el año que viene es el vuestro!!!!

Y por supuesto, gracias a mil a todas las marcas amigas que han colaborado desinteresadamente con este megasorteo de cumpleaños!!!