La coleguimadre nació para ser payasa, payasa profesional
quiero decir, de ésas que van a los cumpleaños de las películas americanas e
inflan globos con formas de perro deforme y hacen papiroflexia con las servilletas,
mientras los niños se mueren de aburrimiento o de terror, dependiendo de la
apariencia y de la gracia del payaso. Pero al final, se hacen madres y, claro, tienen que
aprovechar todo ese talento en la crianza de sus polluelos y los maltratan con
canciones infantiles de la posguerra y bailes con muchas vueltas y palmadas que
ridiculizarían al mismísimo Torrebruno.
La coleguimadre no tiene reparos en cantar en mitad de la
calle y ante una multitud El Disco Chino Filipino si su hijo se lo pide y lo acompaña
de una coreografía cargada de todo tipo de aspavientos con los que el niño
alucina tanto o más que los transeúntes. Pero a la coleguimadre le da igual
causar vergüenza ajena porque ella es feliz por sistema y eso, a veces, enfada
a las madres no madres que no entienden cómo puede emocionarse de esa manera
ante un visionado de los Cantajuegos o una tarde de juegos de mesa infantiles
con lamida de dados incluida.
La coleguimadre es experta en todo tipo de manualidades y es
capaz de hacerte en media hora una réplica de la familia real británica con
botes vacíos de actimel y el Congreso de los Diputados con tapones de plástico
de coca cola. Para ello, siempre va cargada con un arsenal compuesto por
pegamento de barra, ceras de colores y libros para colorear, todo en un bolso
maripopiniano que hace las delicias de sus niños y de los de los demás.
Si la coleguimadre acude a una reunión con otros padres,
rara vez conversa con éstos, lo habitual es verla agachada en cuclillas frente
a la mesa de los niños contando cuentos, cantando la intro de Dora la Exploradora o haciendo
el majara en cualquiera de sus versiones. De hecho, la coleguimadre es la
estrella de los cumpleaños infantiles porque sabe pintar caras de Spiderman y
de Cenicienta como nadie, también hace cupcakes con la cara de Epi y Blas, se
mete en la piscina de bolas, salta en el castillo hinchable y se tira por el
tobogán de plástico aunque se le encaje el culo y los anfitriones acaben
perdiendo la fianza del local.
La coleguimadre es una gran aliada para ‘la madre no madre’
porque aunque no suela hablar con
adultos y mucho menos de los temas que le interesan a ‘la madre no madre’, es
una excelente cuidadora de niños, -de los suyos y de todos los que le
endiñan- y es habitual verla en la orilla de la playa haciendo castillos de
arena o enterrada hasta los ojos masticando arena como una loca y haciendo una
lamentable versión del pino puente, mientras las otras madres toman en sol en
la hamaca.
La coleguimadre es la mejor amiga de sus hijos pero también
la causante de sus mayores vergüenzas públicas, sobre todo, cuando éstos empiezan
a tener uso de razón, alcanzando la cima de la humillación
‘juroqueéstanoesmimadre’ en la adolescencia cuando las coleguimadres pasan de
hacer trabajos manuales con papel maché a ‘hacerse las guays’, asistiendo a
conciertos de grupos para quinceañeras con todo el merchandaising encima y la
cara pintada con un 'I love you Justin'.
(Nivel de identificación personal con la coleguimadre: 3 sobre 10)
Repetimos:
Cada lunes, un nuevo modelo de madre en ‘Madre sí hay más
que una’. Entendemos que son tipos muy puristas y que más de una podéis picar
de varios a la vez, pero de cualquier manera, hagamos autocrítica y encasillémonos,
será divertido!! Los que no seáis madres podéis encasillar a las vuestras, a
vuestras hermanas, a vuestras amigas o a vuestras mujeres… que todo sea crítiqueo
y algarabía. Eso sí, que conste que desde ‘Hija no hay más que una’ no queremos
juzgar a ningún prototipo de madre, o no mucho al menos, así que, por favor,
que nadie se ofenda que nos va a tocar a todas… pero entretanto, a divertirse!