viernes, 29 de noviembre de 2013

Trastornos capilares


En este mundo hay gente muy rara. Y a la mayoría me la encuentro yo porque tengo un imán para que se me acerque gente raruna –sobre todo en autobuses y en sitios cerrados de donde no puedo escapar- igual que mi amiga Silvia lo tenía para que se le pegaran tíos calvos, que cada cual tiene su karma y envía las ondas espirituales que quiera. Que para gustos, chakras.

La cuestión es que estoy más o menos acostumbrada al surrealismo ciudadano, pero de un tiempo a esta parte vengo sorprendiéndome de una rama o especialidad majara, que generalmente se asienta en otras madres y que viene a centrarse en el tema capilar. Sí, sí, como os lo digo. En el tema capilar.

Ya con la pelirroja me di cuenta de que existían ciertos tabúes frente al pelirrojismo en sí, y es que la gente me decía cosas como ‘hay que ver qué mona y qué rubia te ha salido’ ¿perdón? Si hay una rubia que se manifieste porque la mía es pelirroja hasta decir basta… aunque luego descubrí que igual lo hacían –y lo hacen- por prudencia, porque a la mayoría de los pelirrojos no le gusta serlo ya que cuando alguna vez me he cruzado con alguna señora pelirroja y hago la broma de ‘mis hijos parecen más tuyos que míos’, me miran con cara de ‘quién eres y por qué me hablas’ y me sueltan un ‘¿Por qué?’ /‘Por el pelo... como tú también eres pelirroja’, digo sonriendo ‘¿Yooo?' / ‘O es que es pintado?’ / '¿Pintado? Nooo...'  Entonces nos miramos en silencio. Sonrío, agacho la cabeza y huyo con la firme intención de mandarle un anónimo que diga ‘No lo sabes, pero eres pelirroja. Y mucho’.

Otra veces, si el pelirrojo es el hijo, le digo a la madre ‘Ay, un pelirrojo como los míos’ /‘¿Pelirrojo? Pero si es castaño…’  y el niño que no sólo tiene el pelo rojo sino que tiene una cara de escocés que tira para atrás me mira como si le hubiera dicho que tiene tres cabezas. Muy paranormal todo.

Y luego están las que quieren que sus hijos sean rubios y los intoxican cada noche con altas dosis de champús de camomila logrando un color rubio dorado anciana raruno, raruno y te dicen con orgullo ‘yo el mío no sé de dónde ha sacado el rubio’ y claro, tú lo sabes, en realidad todo el mundo lo sabe, pero la dejas disfrutar de su falso niño nórdico, que no hacen daño a nadie aunque tampoco descartas mandarle otro anónimo para decirle que también le enjabone las cejas, más que nada por evitar el contraste a lo Savater.

Pero el colmo de los colmos me pasó hace unos días que coincidí esperando en un semáforo con una muchacha pelirroja con un carrito y me dijo ‘Ay, que bonito pelo tienen tus niños, son como yo de pequeña’. Yo, por devolverle el piropo, me asomé a ver al niño que si no era gitano poco le faltaba y le dije ‘Es guapísimo. Pero fíjate, tú pelirroja y tu niño tan moreno…’ / '¿Moreno mi niño? ¿pero no le ves los reflejos naranja de los lados?' / Y claro, yo, ilusa, me reí pensando que, lógicamente se trataba de una broma porque el niño tenía el pelo de Georgie Dann pero la muchacha continuó ‘Es pelirrojo pero es que ahora no le da el sol pero cuando le da es naranja, naranja, casi como la tuya’.

Pues eso que la gente no está bien.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Tres no son multitud


Ya os he venido avisando del cambio a maligno que ha venido dando de un tiempo a esta parte Cigoto el malhechor y es que desde que ha logrado mantener el cuello erguido, sin pegarse barbillazos con todo lo que pillaba, se me ha venido arriba y ahora nos mira por encima del hombro, soportando el peso de los mofletes -aunque se ve que le cuesta la vida- para que no se diga y sosteniendo la mirada con aire de mafioso ruso, para dejar claro que el malvivir actual puede empeorar en el momento en el que él lo decida. Y no lo dudo. Que esa mirada de eterna sospecha no puede traer nada bueno.

Ahora, lo nuevo es que ha decidido que no quiere dormir solo como si fuera una divorciada melancólica y lo mismo le da ocho que ochenta,  que si el pater, la pelirroja o yo misma, pero solo ni mijita, que se ve que es un chaval cariñoso y amante del colecho.

Así, cada noche, después de los estreses propios de la hora infernal vespertina, cuando Cigoto cae cadáver, lo echamos a la cuna y es tanto su cansancio que no dice ésta boca es mía y se queda fritanga cual bendito mientras el pater y yo nos damos patadas en el culo por ver quién se acuesta antes -el último lava el biberón - se tapa hasta los ojos y no da ni las buenas noches con la ansiedad de no perderle un segundo a la regeneración celular.

Y hasta hace unas semanas todo iba bien.  Salvo alguna llamada de socorro de la pelirroja semisonámbula o alguna pérdida de chupete del hermanísimo, aquí nadie abría un ojo hasta la amanecía y todo era felicidad. Bueno, pues ahora el aspirante a pelirrojo decide despertarse todas las noches a las tres y cuatro de la madrugada -como si fuera una señal divina- pegando berridos como un loco y ya puede una mecerlo o ponerse a bailar el tacatá con él encima, darle un chute de bibi, de manzanilla o de Rioja de Crianza o cantarle unos fandangos de Huelva, que no hay cómo calmarlo. 

Y así nos pasamos un par de días de desconsuelo, envejeciendo como yonkis, hasta que al tercer día de sufrimiento meciendo hasta horas intempestivas, escuchando al pater cantar nanas de Extremoduro y probar todos los remedios caseros de tocapiés de foros de internet, 'jarta' de aguantar sus ocho kilazos encima, decidí soltarlo en la cama como quien suelta un fardo para que le berreara al pater en la oreja.

Y fue verse allí entre sus progenitores, mirando a un lado y al otro como un loco, y no sólo dejó de llorar sino que se encogió de la felicidad como una cochinita de ésas que se hacen bola y ya no se ven por el mundo -no se ven ¿verdad?-. Soltó una carcajada, cerró los ojos y se acabó el drama.

Sobra decir que cada noche a partir las tres y cuarto, somos tres en la cama y dos roncan. Pero la mar de contenta que estoy, a pesar de que Cigoto, para asegurarse de que no ha sido abandonado, cada dos o tres horas estira los bracitos y con sus mini uñas de jilguero salvaje nos pega tres o cuatro arañazos en la cara para asegurarse de que seguimos ahí.  Y aun con el riesgo de acabar con la cara cruzada como Íñigo Montoya, me dejo maltratar a cambio de dos horas más de sueño. Y tan feliz.

Con qué poco se conforma una. Maremía.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Frases de Madre. Parte II


‘¿Y yo qué? ¿Es que no tengo derecho ni a comer tranquila?’. Mi madre que de tonta no tiene un pelo, sabía y sabe que lo mejor es despertar el sentimiento de culpa en la otra persona para que la carcoma por dentro como un aluvión de termitas rabiosas o de hormigas carpinteras –que las vi el otro día en un terrible programa canadiense de decoración y se ve que son más destructivas que Mariñas un lunes por la mañana- y acabe claudicando y entrando por el aro, cualquier aro, incluso un aro ardiendo del circo. Así que yo la imito, aunque he de decir que cuando suelto ésta es porque verdaderamente he alcanzado el victimismo supremo después de atender al chico y a la grande y al pater y a la teleoperadora porculera y al vecino del sexto y los 27 whatssaps abiertos y a todo Cristo… y justo cuando me siento a comer, a la hora de la merienda, Cigoto empieza a protestar y la pelirroja a  pedirme que le ponga los juegos de Dora y me desato. Cómo no voy a desatarme.

‘Porque lo digo yo y punto’. Vale que está muy feo el abuso de autoridad pero quien haya sufrido el ‘¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué?’, durante tres horas consecutivas cada día hasta el punto de querer abrirte la cabeza contra cualquier esquina y desangrarte en soledad, lo entenderá.

‘Es que me vas a quitar la vida’. Yo la uso cuando estoy muy ‘jartísima’ de todo y lo hago mitad en broma, mitad en serio, más bien como que va a ser de broma pero que acaba siendo en serio… pero he de reconocer que me divierte mucho por su rollo señora de ojopatio con dedo en alto. Es fundamental pronunciar ésta frase con el acento de Bono –no el de U2, el del PSOE que se hizo un injerto de pelo salvaje- pero con cierto matiz marujil para dotarle del énfasis necesario para que cale en el niño. Funcionar no funciona, pero descarga estrés una barbaridad. Nueva me quedo, oye.

‘Es que si tu amiga María se tira por un puente…’ Mira que detestaba esta frase porque mi madre no entendía que si lo hacía mi amiga Periquita es que había que hacerlo porque era lo más y no sólo lo hacía ella, lo hacía todo el mundo. Todo el mundo molón, al menos. Y la respuesta es sí, me hubiera tirado. Ahora no es que me haya olvidado de eso –o igual un poco sí- es que la niña lo que quiere es ir en botas de agua en verano –más exactamente para ir a la playa y saltar las olas, ahí lo dejo- ‘porque lo hacen todaz laz amigaz’ –a saber- o ponerse leggins con el uniforme –porque una pobre madre se encontró una mañana sin leotardos- o ponerse diez millones de sellos de vaca de un boli-pompero por toda la cara y parte del cuello como si fuera una tatuadora de Los Ángeles.

... Continuará



martes, 26 de noviembre de 2013

Frases de Madre. Parte I



Cuando una es niña piensa que las madres han nacido madres, vamos, que nunca fueron niñas que se llenaron la boca de cocido y huyeron al baño a escupirlo fingiendo ir a hacer pis, ni adolescentes que mentían sobre la hora de llegada ni sobre la hamburguesa que les había sentado mal ni jovenzuelas que se hacían madres sin saber muy bien lo que se les venía encima ni na de na. Como si las pobres hubieran nacido hechas madres, con sus sermones y sus amenazas veladas y ese regusto en cuidar de todo y de todos sin descanso, para -mitad- regocijo y –mitad- agotamiento del resto de la familia. Y que por tanto todas sus herramientas propias y necesarias para el desarrollo de su ‘profesión’ de madre le venían dadas de fábrica como el estilo de la Preysler que ni se compra ni se vende, como el cariño verdadero.

Así, que entenderán que una, que era una chica moderna, de miras elevadas, amante del arte y del estudio, ligeramente cultivada y con un limitado instinto maternal de fábrica, se sorprenda cuando se descubre pronunciando aquellas frases que siempre oyó pronunciar a su madre y a su abuela y a las madres y a las abuelas de los demás y que ahora salen de su boca como si fueran nuevas, recién inventadas y con todo el sentido del que en su día carecieron para tu mente de niño porculero, cuando, por ejemplo, llegabas con las manos llenas de aceite y las refregabas por las cortinas nuevas.

He aquí una primera muestra de esas frases de madre que me he oído pronunciar alguna vez y que me hacen mirar hacia los lados -como cuando alguien me llama señora- como si en realidad lo hubiese dicho otra persona. Pero no.

‘¿Pero tú te crees que soy tu criada?’ Ésta es de mis favoritas y la uso cuando mi madre me posee casi sin darme cuenta cuando la pelirroja empieza a pedirme que le traiga cosas mientras ve Peppa Pig a tres milímetros de la televisión y después de llevarle un kleenex, los lápices, el zumo, una magdalena y las galletas, me llama como una histérica como si la estuvieran matando y cuando llego ‘estrosaíta’ a ver si se está atragantando o se le ha aparecido la virgen de los Remedios, me estira a mano, sin apartar la mirada de la cerda, me devuelve el brick de zumo y me dice ‘Máz’.

‘¿Pero tú te crees que soy el camión de la basura que tiene que ir detrás de ti recogiendo todo lo que tiras?’ Ésta es muy de teleserie, pero eso de que la niña vaya -como si fuera garbancito- dejando tras de sí un reguero de lápices, hojas con garabatos, calcetines, cartas de las Monster High y cualquier cosa que vaya tocando, me hace entrar en bucle de violencia verbal. Y que conste que no aspiro a tener una casa ordenada, me conformo con una en la que no parezca que se celebra una rave cada dos horas.

‘Como te caigas, encima te hincho’. Ésta me sale sola en eventos donde hay bolas o columpios o castillos hinchables en los que la pelirroja empieza a hacer el loco, lo que sumado a su escasa agilidad, la convierte en una bomba de relojería que puede acabar con a) un brazo roto b) un hombro dislocado c) un ojo morado d) todas las anteriores. Lo peor es que esta frase la pronuncio como para dentro, para dar más énfasis en plan Maruja de ojopatio o canción sentida de Sharika. Y me doy miedo.

(... Continuará)

lunes, 25 de noviembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 13.- La suegra machista



La suegra machista dice cosas como ‘que sí, que sí, que yo entiendo que ya no se vive con un sueldo, pero tú donde tendrías que estar es en tu casa, con tus niños y cuidando de mi Jose que el pobrecito mío llega ‘jartito’ de trabajar y tiene que comer de menú, que si las mujeres de hoy os conformarais un poquito más, no tanto coche y tanta piscina y tanta lesshe, todo iría mejor’.

La suegra machista piensa que su hijo es el que trabaja ‘eslomaito’ como si estuviera picando piedra en una cantera en Sudán mientras le dan latigazos sin descanso y que tu trabajo, sin embargo, es un trabajo cascarillas, vamos, que vas y vienes para ponerte mona y poder colocarte una americana, que en realidad estás ahí para entretenerte y pasarlo bien con lo bien que estarías pasando la mopa ‘y lo bien que le vendría a tu casa’.

La suegra machista se echa las manos a la cabeza cuando te quejas de que su hijo te deja el baño perdido cuando baña a los niños ‘pero hijamía, qué quieres, si eso es cosa de mujeres, que bastante tiene el pobrecito mío con tener que bañarlos como para encima dejarte el baño hecho una patena’. ‘Anda que si yo le hubiera dicho a mi marido que bañara a los niños, todavía se estaría riendo’.

La suegra machista no concibe que sea tu marido el que cocine y por mucho que se lo hayáis explicado, se pasa el día recitándote recetas de besugo en papillote y bizcocho de naranja amarga, mientras tú asientes por educación, haciendo como que memorizas los tiempos de cocción y los picados en juliana mientras que internamente pides doble dosis de inyección letal.   

La suegra machista te mira extrañada cuando le cuentas que el sábado te vas de fiestuqui con las amigas, como si le estuvieras diciendo que te vas a trabajar a un prostíbulo de carretera, sin embargo, anima a su hijo a que se tome una cervecilla después del trabajo ‘que meterse en casa después de tanto ordenador es muy duro y así el chiquillo ve el fútbol con los amigos, que eso es cosa de hombres y así a ti te da tiempo a prepararle la cena. Angelito’.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee- jajjaja, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!

viernes, 22 de noviembre de 2013

Verdades y mentiras o cómo lidiar con nopadres. Parte III



- 'Tía, estoy agotada porque el niño es un trasto y ya no sé qué hacer con él'

Lo que ellos entienden: 'Soy una madre New Age que no creo en los castigos ni en pronunciar la palabra ‘no’, no vaya a causarle traumas al niño, que luego me tenga la autoestima baja de por vida que le haga acabar con pelo ralo y obesidad en grado tres y un estómago grapado o con una pelota dentro, con el ansia que tiene que dar eso pobrecito mío, así que me dejo ningunear hasta que tenga edad para que vayamos juntos a Hermano Mayor'.
La verdad: Tienes un niño de dos años que ha empezado a descubrir el placer de las rabietas y el croquetismo callejero y se te pasa los días berreando como un loco frente a las revistas de Peppa Pig de los quioscos, los escaparates de jugueterías y el mueble de la especias –‘soseío’ con la cayena que está- mientras tú vas perdiendo frondosidad capilar y esperanza de vida y te vas convirtiendo cada vez más en una versión gore de la señorita Rottermeyer con toques de madre choni que forma espectáculos dedo en alto, inventa castigos propios del hermano malo de Torquemada y pega voces que ni la legionaria de Gran Hermano. Y lo máximo que has conseguido con eso es pillarte una sobredosis de Espidifien que te tuvo con sabor a anís el mono una semana entera.


- 'No he podido dormir con las patadas del niño en la espalda'

Lo que ellos entienden: 'Soy una madre neohippie, amante del colecho, el amamantamiento hasta los nueve años y el porteo hasta la escoliosis dorso lumbar y en realidad me encanta no dormir porque me niego a dejarlo en su cama y dormir a pierna suelta como Fraga en el Congreso porque soy todo amor maternal y entrega sin límites'.
La verdad: Después de dos meses practicando el ‘Duérmete niño’ -si Estivill tiene huevos, que venga a mi casa- y escuchándolo llorar todas las horas de la noche con los nervios de punta y la cara de enferma terminal y que no funcione ni un poquito, y después intentar todos los métodos que te contaba tu madre y tu hermana y tu cuñada y la vecina la del quinto, que antes era un vecino y se llamaba Paco, lo único que has conseguido es que duerma en su camita solo, pero que berree cada hora y media reclamando vuestra presencia. Y después de seis meses yendo de cama en cama como una cualquiera y compartiendo lecho por horas con el nene, Winnie the Pooh y Dixy el de los Teletubbies en una cama de 80, dando cabezadas intermitentes y con una jaqueca crónica, decidiste cambiar de estrategia y por probar, lo metiste en vuestra cama: y funcionó. Tener el hígado machacado de las patadas a traición y dos moratones en los pómulos de los brazos muertos que caen en forma de cruz como bombas torpedo en mitad de la noche es un precio mínimo y justo por poder maldormir más de cuatro horas seguidas sin despertarte con gritos en mitad de la noche sin saber si vas o vienes, como un veterano de la guerra de Vietnam con un trozo angular de metralla en el hipotálamo.

(... Continuará)

jueves, 21 de noviembre de 2013

Verdades y mentiras o cómo lidiar con nopadres. Parte II


- ‘Me temo que voy a tener que anular nuestra cita para almorzar porque tengo al niño malo con fiebre’
Lo que ellos entienden: 'Me ha salido un plan mejor y paso de quedar contigo'.
La verdad: Tienes al niño con una especie de virus maligno y no te puedes alejar demasiado de él porque tiende a tener convulsiones cuando la fiebre le aprieta como si se estuviera electrocutando y por si fuera poco, está empezando con las vomitonas, que te tienen toda la casa con olor a muerte y tú, con tu pelo planchado para la ocasión, te resignas a cogértelo con una pinza de gitana zapatona y a pasar la tarde con la fregona en una mano y el teléfono de Salud Responde en la otra. Si pudieras, te irías a almorzar aunque fuera al Corredor de la Muerte.

- ‘No puedo salir de fiesta el sábado porque tengo el cumpleaños de un amiguito del colegio’.
Lo que ellos entienden: 'O bien me lo estoy inventando todo porque me he hecho una vieja y no tengo ganas de juerga o bien me he hecho una vieja por cambiar un superplan por un plan mojón'.
La verdad: La nena lleva tres semanas hablando de la fiesta de cumpleaños de su amiga Noa y está como loca porque hay que ir disfrazadas de princesas y va a ser sólo para chicas y sus mamás. Tú tienes tantas ganas de aguantar a desconocidas y a niñas enfurecidas con tutús y repintadas como ‘quissseañeras’ como de que te pisen de la cabeza con un tractor, máxime si el plan alternativo era irse de juerga y risas con los amigos. Pero ver la cara de tu niña emocionada, no tiene precio. Bueno, sí que lo tiene: beber cocacola sin cafeína marca Hacendado en un vaso en el que sólo caben tres buches y un hielo gigante que te golpea el labio a cada sorbo, comer tres gusanitos a elegir entre chupados o maníos y hablar del tiempo y la ciclogénesis explosiva con dos extrañas de pelo crespo y, además,  perderte la juerga del año. Definitivamente sí que hay precio. Y es alto. Pero te aguantas porque es lo que te toca. No porque seas buenas madre sino porque no hay escapatoria posible. Que lo has intentado. Mucho.

- Sí, ya sé que se debería cortarme las puntas,  a ver si me escapo, pero te juro que no tengo tiempo ni para respirar
Lo que ellos entienden: 'No pienso cortarme el pelo ni pintarme las uñas ni pintarme la raya de los dos ojos iguales porque me he vuelto una dejada y además, quiero ser un cardo con coleta y con las gafas de ver siempre puestas'.
La verdad: Ni siquiera sabes que eres un callo porque no tienes tiempo ni de mirarte al espejo, así que lo de ir a la peluquería se te hace ahora tan lejano como irte a Venecia en triquini. Seguramente si tuvieras los cuarenta minutos que ella emplea en arreglarse estarías mucho más mona, máxime si pudieras echarte cremas sin restos de purpurina y/o plastilina azul que te deja la cara como al protagonista de Avatar, pero tienes que lidiar con tres terremotos que no sólo saben hacer maldades sino que no se callan nunca y si se callan, peor y no tienes tiempo más que para depilarte un cuarto de pierna cada tres días y pintarte la raya mientras con el pie placas al pequeño que trata de meter la cabeza en el wc y le pegas tres voces al mayor para que se ponga con los deberes y con suerte sales sólo media hora tarde y te acuerdas de echarte el colorete en el ascensor, lo que entre las prisas y la luz azulona terrible de encima del espejo, acabas con un aspecto de geisha trasnochada que da pavor incluso a ti cuando te ves reflejada en los escaparates y te das la vuelta buscando a la tipa con cara de loca que te mira fijamente. Qué pena.

(...Continuará)


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Verdades y mentiras o cómo lidiar con nopadres. Parte I


Lo mejor de tener amigos sin hijos es que no tienes que escucharlos hablar de cagaleras, colegios bilingües y lociones antipiojos de efectividad nuclear. Lo peor es que no quieren hacer planes de niños con lanzamiento de nuggets a la cara, chorreones de ketchup en los lagrimales y gritos, muchos gritos, aunque esto no es para culparlos, que si una tuviera la opción de huir, hacía tiempo que estaría en Brasil con una gabardina a lo Luis Roldán y bailando samba como si no hubiera un mañana.

Pero lo verdaderamente peor de tener amigos sin niños –además de ver que no envejecen ni enloquecen al mismo ritmo que tú y eso es muy desalentador- es que no sólo no te entienden sino que muchas de las veces creen que les mientes porque en su mente liberada y feliz de nopadres no cabe la realidad del malvivir maternal.

He aquí una primera tanda de verdades que les dirás y que entenderán como mentiras:


- ‘No te he podido coger el teléfono las últimas cinco veces porque estaba liadísima’. 
Lo que ellos entenderán: ‘No te he cogido el teléfono no una sino cinco veces porque paso de tu cara, no una sino cinco veces, y estoy en plan vaga leyendo revistas o tirada en el sofá no una sino cinco veces. Ea’.
La verdad: Llevas cuatro días con el bebé en brazos que está en plan porculero porque le están saliendo los dientes –que deben ser de cristal incandescente- y sin tiempo ni de lavarte el pelo, haciéndote coletas como Espartaco Sartori como si así disimulara que llevas el pelo ‘comiíto de mierda’, sin tener tiempo ni de respirar una bocanada de aire porque el mayor ha pillado una bronquitis y hay que placarlo para ponerle los aerosoles a traición como si fueras Hulk Hogan y encima no duermes desde 1987, lo que hace que la jaqueca te taladre la sien derecha con la fuerza de un martillo hiadráulico y tienes la casa que es una pocilga y trabajo acumulado para un millón de chinos. La llamada número uno te pilló con el sacamocos enchufado a la boca. La llamada número dos haciéndole una llave de Judo al niño, empuñando una jeringa con el apiretal. La tercera, en plena tutoría mientras la maestra te contaba como tu niño ha vuelto a darle un puñetazo al nuevo porque no le prestaba un camión de los veinte duros. La cuarta, pagándole a la cajera del supermercado y placando a la niña para que no eche abajo la estantería de chicles y la quinta esperando al ascensor del Corte Inglés, en el que se ha montado el niño de dos años por su cuenta y riesgo rumbo a la sección de menaje y hogar.

- ‘Aún no he podido ver la película que me regalaste, pero tengo muchas ganas.’

Lo que ellos entenderán: ‘La película es un peñazo y no pienso verla jamás, sólo estoy esperando a que se te olvide y me dejes en paz con mis múltiples planazos’.
La verdad: No ves una película que no sea de dibujos o cuyo protagonista tenga más de doce años desde que tuviste tu primera contracción en 2009. Si a eso le sumamos que las noches familiares se resumen a ‘tú baña a uno que yo baño al otro y tú le das la cena a ambos mientras yo preparo las mochilas y los acuesto para que tarden tres horas y cuarto en dormirse’, contar con las tres horas que dura la película de las narices libre es una utopía mayor que el hecho de que mañana te levantes con el tipo de Blake Lively y si por algún casual tuvieras esas tres horas –suponiendo que un Hada Madrina hubiera desembarcado en tu casa- no tendrías ningún problema en tumbarte a ver esa película o una de Pajares y Esteso o hasta un documental de la cabra autóctona valenciana. Anda que no.

(...Continuará)

martes, 19 de noviembre de 2013

Lo 'máz' importante y otras reflexiones


A la pelirroja le gustan los mantras. Como al Dalai Lama. Es un hecho. Que vale que no es una niña muy espiritual ni muy reflexiva y que las únicas meditaciones que hace son para elegir entre el collar de perlas doradas con camafeo de Barbie Sirena o el de bolas de colores y terciopelo y flores gigantes, pero lo que son los mantras, le encantan. Y va por ahí pronunciándolos a modo de sentencias filosóficas mientras se pinta los ojos como una Kimera borracha, por si alguien quiere recogerlos y meditar sobre el asunto.

Yo la escucho como quien escucha de llover porque tengo muchas cosas que hacer y no estoy yo para meditaciones, con estos pelos indómitos y esta casa de locos, donde Cigoto ha empezado a tomar papel protagonista en un claro ejercicio de rebeldía pelirrojil. Pero a lo que vamos, que ella sigue a lo suyo, lanzando reflexiones a diestro y siniestro, unas más acertadas y contundentes que otras, que no está el talento reflexivo igual a todas las horas del día, pero si ve que ya ha repetido tres veces la misma y no le hago caso, entonces me llama y me lo grita a la cara para que tome nota y no caiga en el camino de la perdición.

‘Lo máz importante ez compartil’ me soltó el otro día mientras yo le hacía la coleta y mire usted, me pareció muy bien porque detesto a los niños egoístas y sobre todo, que todo hay que decirlo, porque así se lo puedo tirar a la cara cuando quiera quitar Peppa Pig de la tele y poner el Telediario, que un día de estos van a asaltar el Congreso de los Diputados y yo voy a estar viendo a una familia de cerdos saltar en los charcos. Un despropósito.

Pero no habían pasado ni quince minutos cuando la escuché decirle a la Barbie: ‘Lo máz importante ez no abandonal’. Al principio, me desconcerté por el cambio de prioridades así en un ratillo, pero bueno no abandonar tampoco estaba mal, siempre y cuando no se refiera a los cursos de inglés o a las dietas o a las matrículas de los gimnasios que yo suelo ir dejando en la cuneta cada tres minutos con esta inconstancia que me persigue. Así que le pregunté con miedo en el cuerpo como cuando le pregunto al pater por un romano y se viene arriba y ya no me deja escapar en tres horas. ‘¿Abandonar qué es?’ / ‘Abandonal ez no intentarlo y rendirze, mamá’. Digo lo bien. La profundidad de esta niña animando a la Barbie a no rendirse me llegó al alma.

Y antes de que llegara la noche le escuché decirle al pater ‘Lo máz importante ez no dezpertar al hermano’. A ver, que sí, que estábamos bajando el nivel de la profundidad, pero a mí que estoy en este malvivir de bimadre, que la niña no me despertara a voces al hermano o que al menos tuviera voluntad y conciencia de no querer hacerlo porque ‘ez lo máz importante’, me pareció la mejor reflexión, no voy a engañar a nadie.

‘Eso está muy bien’, le dije. 'Porque uno ha de respetar las cosas importantes como compartir, no rendirse y no despertar a los demás y está muy bien que lo sepas’. La niña poco acostumbrada a verme hablar sin los ojos ensangrentados y la cara de loca, me miró sonriendo y me dijo, imagino que aprovechando la oportunidad que se le brindaba delante de tener una madre cuerda y comprensiva.

Pero ¿tú zabez mamá, que ez lo máz, lo máz importante? / ¿El qué? ¿ser buenos? ¿quererse? / No, mamá, lo máz importante ez comerze un helado…

Y antes de poder rechistar salió corriendo a la nevera mientras proseguía ‘ez lo máz importante porque las tripaz ze ponen triztez zi no como y yo no quiero que estén triztez porque hay que ayudal, ¿a qué zí, mamá?’.

¿Y qué puede contestar una a eso?
Pues que al menos sea de nata, que al menos tendrá calcio digo yo. Y fijo que las tripas se lo agradecen.
Que seguro que ser agradecido también ‘ez lo máz importante’.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 12.- La suegra 'forever friends'


La suegra ‘forever friends’ quiere ser tu mejor amiga a toda costa, bien porque no quiere ‘perder’ a su hijo en tus manos o bien porque sin comerlo ni beberlo te has convertido en su ejemplo a seguir y eres su persona favorita para cualquier actividad que se le ocurra aunque tú prefieras que te claven astillas bajo las uñas que aguantar con ella todo un fin de semana que te ha regalado con spa y todo ‘para pasar un rato entre chicas’.

La suegra ‘forever friends’ es un poco suegra groupie o suegra fan y de pronto, de mirarte con ojos de escrutinio las primeras semanas, pasas a ser su ídolo indiscutible: la que mejor gusto tiene vistiendo, la que más sabe de tiendas, a la que le sale mejor la empanada de espinacas y la que mejor pelo tiene. Así, cada vez que tiene una boda o un evento importante, en lugar de con sus amigas, sus hermanas o sus hijas, que ya empiezan a cogerte cierta manía, quiere ir contigo a mirar vestidos y tocados y te sigue por los percheros sin pararse en ninguno como una colegiala nerviosa hasta que tú te paras para decir al unísono lo bonito que es ése, sólo por lo has cogido tú, aunque sea el más feo de la tienda y sólo lo hayas cogido para reírte de los floripondios que tiene pegados en la cadera a lo Lolita Flores adolescente.

La suegra ‘forever friends’ cree que sois de la misma edad y que sois amigas de verdad y antes de que te des cuenta la tienes de amiga en Facebook, de seguidora en Twitter y se ha matriculado en tu gimnasio para poder hacer Pilates juntas para fortalecer los glúteos y poder poneros los leggins a juego que te ha comprado por Navidad.

La suegra ‘forever friends’ le da el coñazo a tu cuñada con los bien educados que tienes a tus hijos, lo bueno que es el colegio al que los tienes apuntados, lo guapos y finitos que son y lo listo que es el mayor que es el primero de la clase y lo saca todo ‘dieces’ mientras tu te escondes debajo de la mesa y tratas de excusarte para no ser la cuñada repelente y doña perfectota, máxime cuando tu casa es una pocilga, tu niño le tiró un bocado a la maestra ayer mismo y la niña va por la vida enseñando el culo y lo que es peor, tu suegra lo sabe.

La suegra ‘forever friends’ coge dos autobuses para ir a tu misma peluquería y se pone las mechas californianas del mismo tono que tú las tienes, asegurando que era así como lo tenía ella de joven porque eso es otra: cuando tenía tu edad era igualita que tú, vamos que parecéis madre e hija y si a eso le suma lo mucho que su hijo se parece a su marido, es veros a vosotros sy verlos a ellos allá por los años 70 aunque tú hayas visto 2.000 fotos en los que ella es una versión chunga de Maritrini y tu suegro es como el Puma pero con bigotón a lo José María Iñigo.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee- jajjaja, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!

sábado, 16 de noviembre de 2013

Publicidad, sobornos y otras maravillas. Pinta, un proyecto con mucho arte


Siempre he querido ser artista. No como Concha Velasco -o igual también- yo lo que quería era tocar la guitarra y hacerme cantautora como las de ‘Ella baila Sola’ y ser muy guay o hacer teatro alternativo y actuar en garitos muy bohemios y muy chic o hacer esculturas como mi amiga Elena que eran horribles pero nadie se lo decía y ella se creía que era la nueva Miguel Ángel alternativa y tenía tres pendientes en cada oreja.

Yo lo he intentado todo y nada ha cuajado. Ya os conté mis clases de guitarra con aquel profesor heavy que casi pierde la melena por los disgustos que le daba con la Bamba que sonaba como Noche de Paz y el Noche de Paz que sonaba como el cumpleaños. Y también os conté cuando bailaba flamenco con un reconocido bailaor que casi se muere de la alegría cuando me borré de la academia, temeroso de que le echara el tablao abajo a base de manotazos y traspiés.

Y bueno, cuando conocí al pater y descubrí su amor por la pintura –que no se le da nada mal- me mimeticé y me compré un caballete y un par de lienzos y acrílicos para parar un tren, pero mientras el cuadro del pater iba cogiendo forma y haciéndose cada vez más bonito, el mío empezaba a parecer el de una demente de El Nido del Cuco. Un drama, vamos. Y lo tuve que dejar antes de que el pater, que por aquel entonces no era pater, me dejara a mí.

Pero como soy madre de la Pantoja y quiero volcar en los nenes todas mis frustraciones, tengo intención de apuntarlos a cuantas academias hagan falta para que cojan soltura, se familiaricen y desarrollen amor por el arte y sobre todo que se diviertan mucho. Que de ahí al artisteo hay un paso.

Por eso me mola tanto Pinta, una academia valencia de artes plásticas con un concepto cercano y divertido del arte para gente de todas las edades con el único requisito de tener ganas de disfrutar de la pintura, la escultura, el dibujo y muchísimo más, porque organizan y celebran diferentes tipos de talleres todos muy interesantes y divertidos y a un precio baratito, baratito. Y además, como ellos mismos cuentan ‘Las artes plásticas aportan múltiples ventajas en el aprendizaje de los niños, destacando la potenciación de la creatividad y la imaginación para resolver cualquier tipo de circunstancia o problema, además de colaborar para que se expresen de una forma más abierta y tolerante, aumentando su confianza y su rendimiento académico en general’. Casi nada.

Y también puedes adquirir bonos para 5 o 10 sábados en los que se incluye almuerzo, material básico, bolsa de bienvenida, rifa de regalos y visitas a exposiciones. ¿Qué más se puede pedir?

Pero a las que Valencia os pilla tan lejos como a mí, no os preocupéis porque han tenido una ‘puzeridea’ que diría la pelirroja, al crear las cajas Pinta, que son cajas llenas de ideas y proyectos artísticos con todos los materiales necesarios para llevarlos a cabo y divertirse un montón gracias a sus indicaciones hechas a mano con toda la dedicación del mundo y muchas, pero muchas sorpresas para que los peques se queden con la boca abierta.

Y las cajas no son estándar sino personalizadas porque dependiendo de los gustos y la edad del homenajeado, la caja se transforma en el regalo perfecto para ellos y para sus madres que pueden descansar un rato mientras los niños le dan al arte y aprenden.

¿Pero puede haber algo mejor para regalar esta Navidad?

Paséate por su web y conoce este fantástico proyecto de Iris e Ismael. ¡Te encantará!

viernes, 15 de noviembre de 2013

La hora del infarto maternal. Parte II. Versión vespertina


Como decíamos ayer –que diría Fray Luis de León, Unamuno y yo misma cuando doy una cabezada en el sofá y no sé si tengo que ir al instituto o a pilates o al Congreso de los Diputados- la primera hora de la mañana cuando empieza el desenfreno de pijamas, desayunos, mochilas y bolsos, rímel y cepillo y la histeria por llegar a tiempo al cole, al curro, a la guardería o a la capilla de la Virgen de la Amargura, es sin duda, el peor momento maternal del día. Con diferencia. Con mucha.

Pero precisamente mientras lo escribía me percaté de que si bien es el peor momento del día, está seguido muy de cerca por el de la noche o mejor dicho, la prenoche, ese momento de duchas, cenas, cuentos, pijamas y amenazas, primero veladas y luego nivel narco colombiano, más que por llegar a tiempo a ningún sitio, por la ansiedad de poder hacerlo todo a su hora y disfrutar aunque sea de una hora de soledad y cierto relax junto al pater aunque el precio que haya que pagar por esa hora de tranquilidad y sosiego sean dos horas y media de estrés galopante latiéndote en la sien, que no sé yo si compensa el disgusto.

Así, yo puedo hacer el vago toda la tarde –qué más quisiera yo- pero en cuanto el reloj marca las ocho y cuarto, empieza la locura psicológica de esta especie de yincana casera que el pater y yo nos repartimos como buenos compañeros de piso que se han metido en esto de la maternidad sin conciencia ni reservas extra de glóbulos blancos.

Soplón, toalla, braguitas y la pelirroja al agua a por una ducha rápida pero como la nena es más bien poco ágil –que en algo se tenía que parecer a mi persona- acabo sentándola antes de que se parta los dientes contra el grifo y antes de que me dé cuenta, ya ha puesto el tapón y ha vaciado el cubo con las dos mil figuritas de Mickey y secuaces. A veces me violento y a veces no, según como tenga los chakras y la dejo en remojo mientras corro a freírle los nuggets y el pater le prepara el bibi a Cigoto, que ahora con los cereales hay que mover hasta buscarte una tendinitis en la muñeca para que no te queden grumos y mates a Cigoto por asfixia, pobrecito mío, que bastante tiene con los achuchones de la loca.

Y corro a lavarle la cabeza a la niña, que se me escurre como una anguila poco amiga de la limpieza hasta que le meto a la Nenuco de las dos mil toneladas porque tiene el barrigón lleno de agua y yo le lavo a ella y ella a la Nenuca y así entre gritos, amenazas y protestas, la liquido. La enjuago y la seco mientras le pego una voz al pater para que me apague los nuggets que se están quemando. Y el pater con el bibi apoyado en el mentón, apaga la vitro, algunas veces con el botón adecuado. Otras veces, morimos por falta de oxígeno.

La niña que no quiere secarse, sale huyendo como Dios la trajo al mundo y yo detrás empuñando el secador hasta que viene el pater y nos cambiamos las tornas. Yo pongo al peque a echar el flato –con sus consecuencias de tsunami obligado- y el pater atrapa a la niña y consigue colocarle el pijama y a veces hasta secarle el pelo.
Después del eructo, el despeinado y la bocanada, me cambio de ropa y lo suelto el carro para que empiece a gritar como un loco y yo le pongo a la niña la comida y lucho como lucharon los guanches para que se coma por los menos un par de nuggets, con la consecuente bronca, amenazas variadas y castigos improvisados.

Y cuando damos por terminada la cena y nos libramos de la Doctora Juguetes y Peppa y el alopécico Caillou, yo me voy a acostar a la nena, previo cuento que no contenga brujas para reducir imprevistos, y el pater entretanto, baña a Cigoto... y dos horas y media después aparecemos ambos en el salón. Yo con la cabeza perdida y dándome vueltas de haber estado tumbada y medio dormida para dormir a la pelirroja que cada día se resiste más y me deja KO y el pater con la mirada perdida y los pantalones chorreando de los pataleos del aspirante en la bañera, y me lo pasa para que lo duerma hasta el último biberón. Y cuando cae, caigo yo en el sofá, como quien desploma un saco de patatas y es entonces cuando el pater me viene anunciándome, como quien anuncia que le ha tocado el Euromillón, que tiene la nueva versión del director de Blade Runner.

Pues eso, que no me renta. Ni mijita.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La hora del infarto maternal


Ser madre es agotador siempre y quien diga lo contrario miente o tiene una niñera filipina que además le dobla los calcetines y le limpia los refregones de zumo de la pantalla del televisor, para que cuando llegue, pueda sentarse a ver telebasura como una loca sin tener que imaginarse la mitad de la cara del invitado donde se ha quedado pegado un trozo lamido de galleta María que la niña tuvo a bien lanzar desde el sofá y que el agotamiento nivel ‘acabo de alcanzar la cima del Everest’ te imposibilita levantarte para cualquier cosa que no sea ir al baño, aunque también estás barajando la idea de sondarte para evitar esfuerzos innecesarios, que todo hay que contarlo.

Pues a lo que voy, que aunque cualquier hora es dura y cualquier momento digno de salir huyendo a por tabaco –o a por acelgas frescas- y no volver hasta que los niños hayan alcanzado la mayoría de edad y/o hayan encontrado marido y esposa que les aguante… la primera hora de la mañana es sin lugar a dudas el peor momento del día maternal, pero peor nivel ‘me va a dar un infarto antes del almuerzo’ y si no te da es porque la naturaleza es sabia y cabrona y lo que quiere es que ejerzas de madre unos años más.

Mis mañanas por ejemplo empiezan con los cánticos gregorianos de Cigoto, que gusta de entonar la voz desde la cuna, sin más pretensiones que la de demostrar talento por lo que da igual que le cambies el culo –no por otro, el pañal, digo- que le des el bibi, que le recoloques el chupete o que le cantes colombianas, él sólo quiere cantar y cantará pase lo que pase.

Y lo que pasa es la hermana dando alaridos desde su cuarto a la voz de ‘me puedo levantar yaaaaa… ¿ya ez de díaaaa?’ y aunque sean las seis de la mañana y el despertador no iba a sonar hasta las ocho, mejor levantarse, que como diría mi madre ‘Pa poca salud, ninguna’ y las cabezadas de tres segundos acaban destrozándome el hipotálamo, así que a volar. Todo el mundo en pie.

El pater que es un ‘mandao’ coge a Cigoto, mientras yo rescato a la pelirroja de sus aposentos y nos vamos al salón a cambiar pañales, hacer bibis, lavar caras, dientes y a veces hasta culos, obligar a hacer pis, peinar coletas, colocar chándal cuando toca peto y peto cuando se puede ir de civil, preparar desayuno siguiendo el calendario escolar, como si no tuviéramos ya bastante jaleo, poner la cafetera, beberme dos litros de CocacolaZero e ir doblando pijamas mientras el hermanísimo se pone violento, la pelirroja se pega a la tele a ver Peppa Pig y no quiere saber nada de nadie, el pater se va pegando cabezazos por las esquinas y yo entro en bucle de estrés para no llegar tarde y voy dando órdenes como el sargento de Hierro con la mala cara de la niña de The ring pero con peor pelo.

Y aunque la niña no quiere la leche ni ponerse los zapatos ni mucho menos lavarse la cara –que parece que se la lavo con ácido-, y aunque Cigoto se pota encima y se hace caca justo cuando vamos a salir por la puerta, y aunque al pater le adelantan media hora la reunión y se acuerda de que lleva barba improvisada de hipster y ha de darle solución y yo no tengo narices de atarme la sandalia romana y voy dando correazos a mi paso, a pesar de todo, de que pillamos todos los semáforos en rojo, de que la pelirroja no se mueve y de que todas las ancianas con andador se colocan delante de mí en sus paseos matutinos y no piensan dejar pasar ni al aire, al final, llegamos a tiempo al colegio.

Y a veces hasta llegamos con el tiempo de darme cuenta de que llevo una pinza fucsia de peluquera en el flequillo y resto de vómito cigotil en el escote. Dios me salve cuando tenga un trabajo al que llegar a tiempo. Entonces, sí que no podré darle esquinazo al infarto

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cosas que no sabía -y que ya sé- de la gastroenteritis


1.- Nunca son suficientes sábanas ni suficientes pijamas ni suficientes mantas, aunque tú te creas que tienes ajuar para montar un hotel rural en la montaña. A no ser que vivas en la planta de Blancolor de El Corte Inglés no tendrás ropa blanca para poder sobrevivir sin manchas de vómito, defecaciones y/ o otras secreciones propias de la enfermedad durante dos días infernales y tendrás que vivir frente a la lavadora –como el perro de mi tía Mari Carmen que era ciego de un ojo y se entusiasmaba con cada centrifugado- con el spray de oxígeno en la mano y tres palillos de tender en la boca.

2.- Se puede vomitar todo, hasta el agua o el apiretal. Incluso la nada. Puedes dejar morir de inanición a tu familia y ésta es capaz de seguir vomitando cosas como si no hubiera un mañana.

3.- Una descubre lo mal que mastica su hija cuando entre el vómito vislumbra un par de miniplátanos de azúcar enteros y tres patas de pulpo de gominota que se ve que se tragó como quien se traga un malísimo Gelocatil, rápido y sin que toque mucho la lengua.

4.- Da igual la mala alimentación que lleves –fruto de tus dietas malignas-, las pocas horas de sueño y la debilidad general, acumulada por tus años de madre abnegada, la generosidad de tu cuerpo te permitirá estar siempre pachucha, pero nunca mala del todo como para tener la excusa de meterte en la cama. Un quiero y no puedo. Un casi muero, pero no. Y al final, sobrevives a las vomiteras pero lejos de ser una buena nueva, es el pasaporte para ser la chacha/enfermera oficial del hogar y te toca enfrentarte a la mala vida como si fueras voluntaria en un hospital africano.

5.- Lo mejor de la gastroenteritis es que por fin le das uso a cosas extrañas que tenías por casa como las Sabanindas que te mangaste del hospital o ese pequeño barreño que te compró tu madre ‘para lavar la ropa a mano o para dejar en remojo los pies’, que tienes abandonado en un rincón del cuarto de los leones junto a otros interesantes cacharros como la máquina de escribir portátil o el caballete de cuando tu marido se creyó artista.

6.- Después de 35 años creyendo que lo mejor para el estómago pachucho es el siempre tristérrimo pack de emblanco, jamón cocido y arroz blanco y que cuando ya estás para el arrastre sólo yogur blanco y Aquarius, ahora resulta que no sólo no es correcto sino que es un pcak destroyer para acabar de rematarte pronto y con ensañamiento y es que según me dijeron de manera literal ayer mismo ‘eso alimenta al bicho’. ¿Estamos locos? Sólo de pensar en un bicho alimentado a base de yogures Danone se me ponen los pelos de punta y eso que los tengo tiesos desde la primera bocanada sobre el teclado y no se me bajan ni con sobredosis de mascarilla capilar. La de cosas.

martes, 12 de noviembre de 2013

Vomitonas, cagaleras y otros festejos

Que te despierten un domingo a las siete de la mañana con unas braguitas llenas de caca en la cara, es una manera tan buena como cualquier otra de iniciar un día festivo, sobre todo si te gusta vivir al límite y tu última relación con el relax la tuviste en el spa que te regalaste allá por 2009 y desde entonces todo ha sido estrés y contar hasta el 20 para que los vecinos no te denuncien por rebasar la barrera del sonido a base de gritos histéricos.

Así que cuando escuché las voces de la pelirroja como si la estuvieran matando y abrí un ojo y me la encontré a menos de un palmo de mi cara con los ojos desencajados y las braguitas en la mano no me sorprendí tanto como lo hubiera hecho hace unos años, pero cuando me percaté de que estaba desnuda y de que las braguitas estaban manchadas o más bien impregnadas en caca –disculpen ustedes el grafismo- me levanté de un salto más que por preocupación por miedo de que me las estampara en la cara.

Y me encontré el fregado. Al parecer, la niña se había despertado llena de caca y la pobre, imagino que avergonzada, había tratado de limpiarse en el baño, dejando un reguero por toda la casa que no voy a detallaros porque soy buena persona pero que me obligó a andar de rodillas como si fuera en peregrinación a la Virgen de Lourdes con un paquete de toallitas dando refregones a diestro y arcadas a siniestro durante casi media hora infernal.

Como esto nunca nos había pasado, imaginé que a la nena le habría sentado algo mal y se le había descompuesto la barriga con nocturnidad y alevosía, así que tras un baño a la amanecía y una lavadora enmierdada, la senté en el ordenador para que viera a Dora mientras yo me quitaba el olor a diarrea de encima.

Pero apenas me dio tiempo a desnudarme cuando la niña empezó a dar arcadas y a echar la gran vomitona encima del teclado y yo con los ojitos güertos de sueño y liada de mala manera en una toalla de lavabo con medio culete fuera, salí como las locas de la bañera para ver al pater desfilar por el pasillo con cara de haber muerto hace una semana y con el cigoto entonando cantos gregorianos mientras las teclas iban inundándose en vómito, con el mal cuerpo que tengo yo por las mañanas y el asco que me dan a mí las cuestiones escatológicas.

No había duda, la gastroenteritis nos había dado caza. Y de mala manera.

Y a partir de ahí todo fueron vomitonas. Sobre el sofá, sobre mis calcetines, sobre el carro del hermano, sobre la televisión… y defecaciones sobre nada menos que nueve pantalones en un no parar de escapes, uno de ellos, le cayó directamente al pater en una rodilla y le chorreó hasta la zapatilla hasta que acabó contagiándose y vomitando por bulerías para histeria mía, que me pasé el día frente a la lavadora y el tendedero, repartiendo lingotazos de Aquarius, yogures naturales y mantas limpias y en un no parar de fregonas con Don Limpio y paños con Cristasol para tratar de eliminar el olor a muerte que se había instalado en la casa.

Por suerte, cigoto y yo somos supervivientes. Al menos por el momento. Y estoy pensando en pedir asilo político y abandonar a los débiles. ¿No es ésta la selección natural de la que hablaba Darwin? Pues eso. Tonto el último.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 11.- la suegra partidista


La suegra partidista no puede quedarse con tus hijos mientras tu pasas la gripe A y tu marido está de viajes de negocios en Estambul porque tiene que quedarse con los hijos de su niña, que tiene que ir a comprarse un tocado para la boda de la prima Encarni de la próxima primavera ‘y ya sabes que esas cosas no se pueden dejar mucho tiempo que al final se te echan los meses encima, pero llámate a la canguro que es muy apañada y los niños están locos con ella’.

La suegra partidista no compra regalos de cumpleaños a tus niños ‘porque está la cosa mala, hijamía, que ya ves tú cómo está la crisis que este año sólo nos hemos ido una vez de viaje y ni crucero ni perro muerto’, pero a los niños de tu cuñada les compró hace una semana una bicicleta de carreras ‘porque, mira, los chiquillos estaban aburridos y con unos ahorrillos se las cogí, que para eso sólo les habían quedado tres asignaturas para septiembre’, mientras los tuyos que son de sobresaliente no han recibido ni una felicitación de cartón de los chinos.

La suegra partidista adelanta la cena de Nochevieja a las siete y media de la tarde y os obliga a comeros las uvas a las diez de la noche ‘porque, claro, mi niña está muy harta de bregar con los chiquillos y se me agobia de llegar tarde a casa, así que con este sistema, cada uno en su casa a las once’, pero si tú le pides que la merienda del cumples del abuelo empiece media hora antes porque esa misma noche te vas de viaje de negocios, se niega 'Anda, anda, que vamos a merendar a la hora de las gallinas. Tú ya te vas cuando quieras, mujer’.

La suegra partidista se pasa el día alabando a los nietos que le dio su hija ‘porque son estudiosos y educados y la niña baila con un arte que ni te imaginas’ le cuenta a la gente en el cumpleaños de tu niño, mientras que a los tuyos les pone faltas desde que entra por la puerta ‘mira, es que no se están quietos y mira que son desordenados, y ya se sabe que al arbolito desde chiquitito y come con la boca cerrada, por dios’ mientras tu sobrina mastica las galletas y abre la boca para dejarlas caer sobre el plato y nadie le dice nada, auqnue media mesa esté a punto de echar la pota.

La suegra partidista sólo os llama a comer cuando hace potaje de acelgas pero cuando se van a un restaurante con sus hijas y los respectivos nietos, no te llama ‘porque pensé que estarías cansada y tanta carretera iba a ser mucho para tus niños, con lo delicados que son y lo porculeros que se ponen en el coche, no como los niños de la Conchi, que mira tú si están educaditos que ni se les escucha. Como te lo estoy diciendo.’

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee- jajjaja, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!

sábado, 9 de noviembre de 2013

Pangasa Baby y su súper sorteo de fotografía


Los niños son gente guerrera incluso los buenos y gustan de dar por saco a cualquier hora del día sin aviso ni piedad, que para eso son niños y es lo que les toca. Que aún recuerdo yo a mis primos y a mí misma con los balones y los tirachinas y las peleas de cojines en el sofá de mi abuela, que se llevaban por delante los cuadros, los jarrones y la armonía familiar.

Pues no es que una quiera facilitarles la tarea pero precisamente por tanta actividad física –maligna o no- los niños precisan de estar cómodos, que para eso son niños y tienen que moverse con cierta agilidad para no acabar con los dientes hincados en el suelo porque el vaquero no le dé tiro de pierna, que vale que a nosotras nos pase con tanto pitillo y tanta leche, pero los pobres tienen derecho a estar cómodos, sobre todo de chiquitines que ya está bien de tanto vaquero y tanto peto que están los bebés que no pueden ni gatear con tanto trapo encima.

Y es que yo soy fan muy fan de que los bebés vistan ropa de bebé y si puede ser de punto, que es lo más gustoso que hay, para ellos y para nosotras y encima están tan guapos y tan tiernos que no se me ocurre nada mejor.

Y precisamente por eso es por lo que me gusta tanto Pangasa, una empresa textil dedicada al diseño y a la confección de ropa de bebé desde el año 1973, con materias primas de máxima calidad y usando tecnología de última generación que permite la realización de prendas sin costuras. Y con unos diseños de los de toda la vida, que sientan como un guante y son una monería.

Pues ahora, además de presentar su catálogo de otoño invierno con auténticas maravillas, van a hacer un súper concurso de fotografía con regalazos en metálico de hasta 300 euros y en el que podrás demostrar las dotes de modelo de tus hijos porque consiste precisamente en enviar una foto de tu retoño vestido con ropa de la marca… Yo desde luego pienso participar pero ya…

Y podéis enviar vuestras fotografías desde el 12 hasta el 26 de noviembre y pinchando el siguiente enlace encontraréis las bases y todos los detalles del concurso… ¿A qué esperáis para echar un ojo?

http://www.pangasa.com/ii-concurso-fotografia-de-pangasa-baby/


Y no os perdáis el divertido vídeo promocional del concurso donde sale una madre muy muy Pantoja!!

http://www.youtube.com/watch?v=jNImHZ71f60