martes, 28 de febrero de 2012

Masacre neuronal


Además de la lozanía en el rostro y la fortaleza capilar, la maternidad hace perder otras muchas cosas por el camino, como las 30.000 neuronas que he calculado que se vienen a perder después de una noche infernal sin pegar ojo. De ahí que no sea culpa mía, pobre madre agotada, el reguero de olvidos y despistes que voy dejando a mi paso y que algún día causarán una anunciada desgracia.

Mi comadre –madre agotada por partida doble a causa de sus dos incombustibles mellizas, más conocidas como mis ahijadas las Monkikis- me comentaba muy preocupada el pasado domingo que estaba empezando a creer que tenía Alzheimer temprano porque era incapaz de recordar ni las cuestiones más sencillas, lo hacía todo del revés y tenía lapsus cada vez mayores. “Vamos, que estoy de médicos”, me dijo.

Una, que ya está acostumbrada a ser un desastre desde que entró en el paritorio, la escuchaba hablar mientras la veía partir aceitunas a la velocidad del rayo para sus nenas, que esperaban ansiosas los encurtidos, enganchadas a las piernas de su madre como hienas hambrientas, mientras la pobre aguantaba el equilibrio estoicamente sobre sus afilados tacones.

Ni niñera, ni guardería, ni trabajo en el que refugiarse. La pobre se enfrenta a 24 horas diarias de infierno por duplicado, una tarea que sólo de imaginarla me lleva al borde del infarto de miocardio. Y pensé que lo raro no es que olvide cosas –algo que también podría definirse como un mecanismo de defensa cerebral para borrar que una vez fue una feliz y ociosa no-madre de pelo perfectamente rizado y sonrisa profiden-, lo raro es que teniendo que enfrentarse a diario con dos Monkikis semejantes, sea capaz de recordar su propio nombre.

Yo, que sólo he de enfrentarme a una –pero pelirroja y ya se sabe que históricamente los pelirrojos siempre se han caracterizado por tratarse de gente hostil-, sufro de todo tipo de despistes. Desde los inofensivos, como meter el orégano en el congelador o dejarme la compra en el Mercadona, pasando por los preocupantes como pintarme un solo ojo, dejando la tarea a medias para evitar que la nena meta otro pan de molde en la lavadora  -otra de sus grandes aficiones- y olvidarme, y bajar a por el pan dando mucho miedo -y no darme cuenta hasta que vuelvo a casa y me miro al espejo y empiezo a entender muchas cosas-, hasta los verdaderamente peligrosos como dejar la vitrocerámica encendida, el grifo del lavabo abierto o la puerta con las llaves por fuera.

Eso es lo que hay. No doy más de mí. Me dopo, tomo Pharmaton, Inmunoferon y Red Bull y elevadas dosis de cafeína a través de litros de CocaCocaZero, pero no hay nada que hacer. No levanto cabeza.

Ayer sin ir más lejos me acordé nada más sonar el despertador de que en la guarde se celebraba el Día de Andalucía y la nena debía ir vestida de flamenca. Yo había planeado tunearle un traje, pero se ve que el plan se me olvidó, como quien no quiere la cosa, en algún momento indeterminado entre fingir que se me da bien esto de la maternidad y tratar de no entrar en un coma profundo e irreversible.

Así que con los ojos pegados y dando traspiés, me encaramé al armario y como pude logré encontrar su traje de gitana, heredado y precioso, pero como de dos tallas menos que la suya. Pero era eso o nada, así que se lo embutí con calzador, que para estas cosas soy yo muy madre de la Pantoja, y aunque la cremallera no le subía hasta el final y a la pobre le costaba andar, iba la mar de contenta con sus rabillos en los ojos, su nostálgico lunar y su gigantoflor en el minicoco pelirrojo. 

De hecho, le gustó tanto la indumentaria, que anoche tuvimos que acostarla con él puesto. Al principio tuve miedo que la niña se levantara con los pulmones atrofiados y con marcas de tira bordada en la pleura, pero entre que durmiera así y poder ver con el pater una película –o media, tampoco vamos a abusar- o sufrir toda una noche infernal en familia con caillous y piezas de construcción clavadas en la espalda, opté por la primera opción. 

Que sí, que puede que no sea la más pedagógica, pero eso es supervivencia, y Piaget y la Supernanny estarían de mi lado si tuvieran que lidiar a diario con una pelirroja hiperactiva y, sobre todo, si tuvieran que enfrentarse a la vida –o lo que sea esto de ser madre- con la tercera parte de las neuronas de un chimpancé anciano, que ya es mucho decir.

12 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Flor que te voy a contar de mi vida perruna, si es que yo creo que perdí la chabeta allá por el 2007, 8 meses antes de nacer mi retoño que para más inri se adelantó con lo cual todo mi estrés se me multiplió por mil.
      bueno continuo mañana que he terminado consulta y tengo a la niña con fiebre, jeje, y yo haciendo pediatria...

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  2. Es obligatorio vestirla de flamenca? Malditas guarderías, yo quiero mantener a mis retoños alejados de folclore... Pero si no los disfrazo, seguro que les hacen bullying! Reme

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    1. Hombre, puedes disfrazarlos de Blas Infante si te gusta más... jajajajja

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  3. MATER, te has superado a ti misma con este post!!!!!!!!!!
    un 10 te doy!
    Yo también soy como tu comadre, dos monkikis preciosas, de casi 1 año y yo de excedencia laboral para cuidarlas haciendo como en los paises nórdicos, que siempre me ha encantado eso de que les den un año de baja maternal remunerada, pero esto es mucho más duro que ir a la oficina, de echo estoy deseando volver, pero aún me queda hasta después del verano de madre a tiempo completo, 24 horas al día como las farmacias, ay!!!
    Tengo que reconocer que duermen como troncos, eso hace que salve alguna neurona y todavía tenga semicontrolados los despistes, eso sí, las bromas y las frases con segundas ultimamente no las pillo ni de coña, no me da para tanto ;-)
    Gracias por tu blog!

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    1. Si es que os merecéis un monumento!!! Yo cuando ya no puedo más y estoy al borde del colapso pienso en las madres gemelares y sonrío maliciosamente. Qué quieres que te diga, funciona saber que hay gente que aún lo tiene más duro, jajajjajaja...
      Muchas gracias por pasarte!!!! Espero seguir leyéndote por aquí!

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  4. Cuantas verdades!!solo decir q a la hora q he podido leerte no me quedan ya ni neuronas para escribir.Despistes,olvidos,ojeras,falta de sueño,dolor de espalda,perdida de visón,etc,etc..........lo q yo te diga q con cla maternidad me han caído quince años más. Por partida doble o sencilla,esto de ser madre es una labor muy dura y cansadisima,q merece la pena clarol q si pero agotador!!!!!!!A la hora q es y después de un largo día todavía tengo una monkiki en brazos y puedo asegurar q si me pidiera irse a la cuna vestida de buzo con aletas incluidas, le daría el capricho.hasta mañana!!

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  5. Jajaja, llevaba unos días desconectada y me estoy poniendo al día con todos los post que me había ido dejando atrás. Y es que me encantan las hazañas de tu peliroja!! Mi niño, ni por asomo ha hecho cosas del tipo a las que cuentas que hace tu Violet, por eso disfruto lo más grande leyéndote.
    Ahora voy a por el parto. Mil besos, Chiqui.

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    1. Joper! Y eso que me dicen que la pelirroja es buena... En verano, podrías llevártela unos días a tu casa y a lo mejor se le pega algo del tuyo... o al revés y te vuelves loca como yo, jajajjajajajja
      Besitos!!!

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