lunes, 25 de mayo de 2015

Sueño, tengo sueño



Si hay un rasgo que distingue a toda madre de bien, además de las ojeras y el bolso lleno de muchos envoltorios y sustancias pegajosas varias, es el agotamiento. No el cansancio en plan vengo de un viaje de esos de circuitos que me han tenido quince horas diarias corriendo detrás de una majara con un paraguas en alto o nivel llevo una semana de Feria con el rabillo tatuado y bailando sevillanas como si no hubiera un mañana. Tampoco. Es agotamiento nivel quiero tirarme bocabajo en el suelo lamiendo el parqué y esperar la muerte. De ése.

Que una duerma poco y mal ayuda. Ayuda al descolgamiento facial, a la cara de indio viejo, a los ojos incrustados en la nuca como Nacho Cano y al malvivir extremo. Una empieza a maldormir desde que se embaraza y no sabe cómo colocar el barrigón para no morir afixiada o con muerte por aplastamiento propio, recolocando órganos cada tres minutos y cambiando de postura para bajar el nivel de ardores y no acabar quemándole la nuca al pater como un dragón de la kalessi.

Luego nace el niño y empiezan las posturas tipo Circo del Sol que alguien te ha dicho que vienen bien para los cólicos y tú allí con tus puntos y tu mala cara retorciendo los brazos entumecidos como si fueras un bailarín de break dance un jueves a las tres de la mañana para que el niños siga llorando como un descosido. La parte positiva es que así no duerme nadie y por aquello del mal de muchos la cosa consuela. Luego si el niño es bueno, la ansiedad es doble, porque para toda madre un niño que no hace ruido es un niño con la muerte súbita detrás de la oreja y empiezan los zarandeos nocturnos, los dedos debajo de la nariz y la vigilancia extrema entre los barrotes de la cuna en plan psicópata como Jack Nicholson en El Resplandor.

Luego se hacen mayores y vienen los terrores nocturnos, las aguas, los pipís, el ratónoso perdido, los mocos, el dalsy, el termómetro, los asaltos a cara perro sobre tus lumbares, el colecho forzado con escoliosis garantizada y un largo etcétera de sinsabores propios de la noche de toda madre.

Las consecuencias son  ir por la vida a medio gas, perder neuronas y capacidad de reacción. Vamos, que se te tira un autobús encima y hasta que no te ponen la vía ni te enteras. Que tu amiga que aún es soltera y duerme nueve horas para mantener la tersura epidérmica te cuenta emocionada que se ha acostado con el vecino de arriba que es modelo y tú que en otra vida te hubieras enganchado al cuello suplicando detalles te quedas con la mirada perdida en el horizonte repasando si los politos del uniforme están tendidos o si hay vida inteligente en otros planetas más allá del sistema solar. Como si te importara más que el forniqueo ajeno.

El ir con sueño por la vida implica, además, que puedas quedarte dormida en cualquier esquina, en la reunión de la oficina con los responsables de Andalucía o en la tutoría con la maestra que quiere hablarte de las regletas y de la importancia  de la coordinación óculo manual de tu hijo en el grafismo, como si no tuvieras tú ya bastante con lo tuyo.

Y aunque has aprendido a dormir con los ojos abiertos no aciertas a responder a tiempo ni adecuadamente, así lo mismo le cuentas a la tutora las gráficas del plan de comunicación del segundo trimestre que le explicas al jefe regional lo complicada que se está poniendo la niña. Y así siempre. Sin querer, pero sin sufrir, que una madre agotada es una madre indolente.

Indolente hasta que suena el despertador a las seis de la mañana después de media noche en vela. Entonces entra en ira matutina sin fin y fantasea con la idea de coger un rifle y salir a la calle en camisón a pegar tiros para que luego en el telediario los vecinos digan aquello de ‘parecía una chica normal y educada. Siempre saludaba en el portal’ para que la portera añada ‘Sí, sí, pero últimamente tenía muy malacara, se ve que dormía poco, pero cómo iba a dormir la criatura con esas dos fieras que tiene por niños’ y entonces otras madres agotadas la verían desde el otro lado de la televisión con esos pelos que no han visto una peluquería en meses y esas cuencas por ojeras dentro del coche policial y asentirían compasivas. Y hasta envidiosas. Que es pensar en una celda con tu literita para ti sola, tu televisión adulta y tus libros y se les ponen los pelos como escarpias de la emoción. Y a quién no.



12 comentarios:

  1. Ainsss te estoy leyendo desde la cama deepues de una noche toledana con la nena dormida encima de mi cuello cual bufanda... como te entiendo menos mal que te tenemospata que nos alivies lasxpenas un poco
    Besazos

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  2. AMEN!!!!! Si yo fantaseo muchas veces con que me extirpen un órgano no vital para poder quedarme al menos una semanita en un hospital, tirada en la cama y viendo la tele!!

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    1. Como no sea privado llevas clarinete el estar sola jaja Y no sé que puede ser peor, si las fieras, que fieras pero tuyas o bien la compañera desconocida y sus visitas.

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    2. No tientes al destino que yo he estado en el hospital dos dias, y he peleado con la compañerita de habitacion y su hermanita, dos bichos in- so-por-ta.bles, que hablaban a gritos como si de una feria se tratase.

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  3. Y además no hay que cocinar!! Y yo creo que hasta echan siesta... Si es como un Resort, que lo tienes todo y no hace falta salir...
    Pues va a ser que sí, que me están entrando ganas a mi también...

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  4. Ojo, que hay módulos de maternidad. ¿Te imaginas encerrada en una celda 24 horas con tus fieras? Piénsatelo... Besotes!!!!

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  5. ¿Conoces la canción del Sembrador en la zarzuela La flor del azafrán? Pues tú sí que has estado sembrá. Me ha encantado!!! Tal cual la vida misma, pero con mucha gracia. Y... ¿por qué le sacas tanta gracia a todas mis locuras? Por que lo de los barrotes a lo Jack Nickonsol es de morirse!!... jjjjj..................
    Besos

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  6. Pues, aunque ahora pienses que estoy loca (tal y como pensaba yo de la gente que me lo decía) estás en la mejor época. No quiero desanimarte pero cuando llega el pavo, recuerdas esas no-noches con añoranza. ¡Alucina! Besos y ánimo.

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  7. Jajaja...muy bueno, si hasta me doy cuenta de que todo lo que dices es cierto y aún así me parece gracioso...,muy mal debo ya de estar. A mí lo que más me revienta es el fin de semana cuando una puede acostarse sin poner el despertador, y cuando estoy durmiendo a pierna suelta y casi siempre soñando delicias, va y aparece el pequeño a unas horas intempestivas a decirme que aún no es de día pero que ya se ha despertado y si eso que yo siga durmiendo pero que él si eso también se va a quedar despierto, todo esto en cámara lenta con lo cual al carajo la posibilidad de seguir durmiendo y al carajo el seguir soñando. Luego por telepatía se despierta el mayor, y no sé como lo hacen pero siempre encuentran un motivo cuando se cruzan en el pasillo para chincharse con las pilas cargadas a esas horas de la noche-mañana. En fin, que ya somos dos las perjudicadas, amnistía ya!! La de los churumbeles. Buena semana.

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  8. Yo quiero una celda de las de los hospitales psiquiatricos, con una pared blanca, muy blanca y mucho silencio! o al menos asi sale en las peliculas :) no importa si no hay libros, si total.. no estoy segura de que todavia sea capaz de leer uno..

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  9. Mi hijo es de los que piensa que si ha salido el sol ya hay que levantarse. Y es que en Rusia en verano los días son muy largos y a las cuatro de la mañana ya tienes el sol fuera ... Lo mejor que puedo hacer es meterlo en la cama con nosotros para darle un buen ejemplo de que por la madrugada se duerme.

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  10. Muy bueno me ha encantado totalmente cierto en todo, es que lo leo y me parto de risa porque es tan real, yo llevo noches sin dormir y lo del rifle me iría genial...jijijiji

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