Pues mire usted, sí. A mí me gusta la telebasura. Mucho. Me
gustan los shores. Todos. Y Gran Hermano, Supervivientes, Sálvame, Sálvame
Deluxe, Alaska y Mario, Catfish y todo reality decente e indecente que se me
cruce por el camino y que si es de la
MTV o de Cuatro, mejor que mejor.
Y no me avergüenzo, mire usted. Ni una mijita. Más me
avergonzaría si me gustaran otros programas que tienen pretensiones y que sí que
me parecen telebasura, porque yo lo que quiero es divertirme y pensar en
musarañas y chumineros y pasarlo chachi piruli sin tener que establecer
conexiones neuronales, con lo mal que tengo yo el sistema nervioso central y lo
que me cuesta una conexión para abrir la nevera como para desaprovecharla viendo
un documental de la 2.
En mi defensa diré que veía Redes hasta que se fue Punset y
que no me pierdo un informativo o un documental interesante, pero que lo dejo
todo por un polideluxe y es lo que hay. Y tengo una carrera, un máster y he leído
la Iliada –básicamente
para poder decir que la había leído, que todo hay que contarlo- y muero por ver
una final de Gran Hermano con amigos y mucho vino. Hombre ya.
Cuento esto porque el pater, amante de las novelas de
romanos, de los documentales del Nacional Geographic y del Canal Historia, hiperventila
cada vez que pincho Telecinco y aunque más de una vez haya hecho el esfuerzo de
ver un episodio de ‘¿Quién quiere casarse con mi madre?’ conmigo, al final lo
pillo leyendo en el móvil de soslayo. Sinvergüenza.
Por supuesto, no puedo ver estos programas delante de la
pelirroja -que todo es malavida y censura en esta casa- no vaya a ser que por
un chute de telebasura en vena, la niña se me acabe convirtiendo en la
legionaria o en Ylenia de Gandia Shore, que no tengo claro qué es peor, así que
me veo sometida a un síndrome de abstinencia la mar de malo, dado que la
pelirroja y yo somos como siamesas pero sin compartir órganos vitales.
Así que es Cigoto el que vive sometido a los pocos chutes de
telebasura que puedo darme y lo curioso no sólo es que no le parece una mala
elección sino que se queda con los ojos como platos viendo a Karmele hacer el
indio y hasta aplaude con la musiquilla de la MTV.
Y me emociono. ¿Cómo no voy a emocionarme? El problema es que
el pelirrojo va un paso por delante de mí y ya sólo se entusiasma con la Casa de Mickey Mouse o
Mujeres hombres y Viceversa, que eso ya es mucho hasta para mí que soy una
avanzada en esto de la telebasura.
Miedo me da cuando descubra a la Milá haciendo el majara en
Gran Hermano. Si es que ya decía yo que este niño se parecía a su madre…