miércoles, 12 de febrero de 2014

Déjame vivir. Parte II

(...)


4.- Ordenar armarios. Ya os he contado alguna vez que mi casa puede ser un caos –y cuando digo caos me refiero a un caos pocilguero, que aquí por mucho que limpiemos no nos libramos de esta imagen de campamento rumano con la cocinita tirada en medio del salón y las alcachofas de plástico pisoteadas por el suelo y tazas diseminadas como para invitar a tomar el té a todo Canadá- pero que mis armarios están más ordenados que los de Sarah Jessica Parker, que eso es territorio sagrado en el que no toca cualquiera. Pero claro, eso requiere de mantenimiento continuo y cada vez que saco la ropa para limpiarlo -o para reordenarlo y abandonar por fin esas prendas que tampoco me cabrán este invierno y que me miran hostiles desde las perchas-, la pelirroja me persigue sigilosa –todo lo sigilosa que puede ser una pelirroja en tacones- y antes de darme cuenta ya me está haciendo bolas con mis vestidos y probándoselo absolutamente todo, con el consecuente manoseo con sus aceitosas manos regordetas fruto de amasar plastilina durante horas y lo que es peor, tirándomelo todo por el suelo para crear figuras a lo art attack, barriendo el suelo del dormitorio con mi falda de volantes de Adolfo Domínguez.

5.- Escribir. Cada vez que me siento en el ordenador a escribir, se me coloca al lado como un perrillo lampón y me arrima el culo sibilinamente para que la coja, cosa a la que por supuesto y dadas las experiencias anteriores de vasos de Coca Cola tirados sobre el teclado y otras lindezas, me niego. Pero claro, una tiene que hacer pis que para eso se bebe mil litros de agua –valeee, y de Cocacolazero- al día por aquello de depurar impurezas, y es levantarme tres nanosegundos y verla correr como las marujis a las puertas de El Corte Inglés el primer día de rebajas, para sentarse en mi sitio y golpear las teclas del ordenador fingiendo ser taquígrafa de juicio americano y mirando atentamente la pantalla, como si estuviera terminando unos informes súper secretísimos e importantes… y antes de que pueda echarla, ya ha borrado todos mis archivos y ha publicado en mi Facebook una serie de extraños emoticonos que me lleva toda la mañana explicar a mis maigos para que no se crean que he perdido la cabeza. Más todavía, quiero decir.

6.- Bajar a la calle. Mira que soy de esas madres que ante el estrés y la mala vida optan por la huida hacia adelante, esto es, a la calle aunque diluvie que, como diría mi madre mientras vas y vienes vida tienes. Pero claro hay algunos momentos en que no quiero bajar de paseo sino a la panadería a por un bollo, al chino a por Cocacola o al banco, es decir, a hacer un recado de no más de cinco minutos para volver a ponerme el pijamón más pronto que tarde. Pero la niña que es callejera como su madre y que tiene un oído felino para según qué cosas, me pilla siempre a punto de abrir la puerta con el sigilo de un ladrón de guante blanco, como cuando mi padre me hacía creer que estaba dormido cuando llegaba tarde después de una noche de fiesta y justo cuando estaba a punto de llegar a mi cuarto y alcanzar la meta de la impunidad, me encendía la luz y teníamos fiesta. Pues lo mismo. Sólo que entre aguantar un sermón paterno sobre la malagente que hay en las calles a las cuatro de la mañana y llevarme a la niña al chino con su parsimonia y su necesidad de pararse en todos y cada uno de los escaparates que se encuentra, con especial atención al del centro de masaje con falsos peces garra rufa para hacer la pedicura, donde es capaz de quedarse  hasta terminar la Secundaria, me quedo con mi padre comiéndome el hipotálamo a las cinco de la madrugada. Y mira que daba miedo el asunto...

Continuará...

11 comentarios:

  1. Ay, lo de tu padre... pues como el mío, peor aún porque me esperaba a oscuras sentado en la mecedora como la madre de Norman Bates. Lo que no entiendo es cómo no nos cabe la ropa, con este ehtré tendríamos que quedarnos flacas como sífilis!

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  2. Jajaja, que se cree periodista la pelirroja y te quiere publicar cosas allá donde pueda. Esta va a salir a ti... :)
    Y lo de la ropa, para mearse, jajajaja. Habrá que verla!!!!

    ¡Besos!

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  3. Yo creo que no puedo organizar mi armario desde antes de que naciera el pequeño, vamos a ver.. sí, hace un año y medio. Cuando consiga sacar tiempo y paz para ordenarlo, la mitad de prendas ya no me vendrán bien o se habrán pasado de moda.

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  4. Jaja mi padre era otro sargento, nos costó lo nuestro convencerlo para q se acostara y no esperara despierto montando guardia en la salita , y aún así dormía con un ojo abierto. ...A Hugo también le encanta aporrear el teclado de mi pc y eso q tiene uno propio de juguete pero nada, mira que le regaño.....aaaayyy ahora estoy pagando por todo lo que les hice pasar a mis padres , vaya que sí! :-(((

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  5. Jajaja, lo has clavado con lo de tu padre, en mi caso era mi madre la que me esperaba despierta y seguía la fiesta en voz baja pero con muy mala leshe para no despertar a mi padre

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  6. Aleeeeeeeee bienvenida al club de las locas de los armarios perfectos, yo tengo obsesión por tenerlo todo súper ordenado, camisas y pantalones por colores, complementos en compartimentos, pero a mi nadie me lo toca, mi hijo pasa, solo el padre cuando mete sus manazas y tira toda la torre de jerseys, me pone enferma.... (Podemos hacer un tutorial de como ordenar para la que no sepa.. jajaj )

    Y lo del teclado creo que nos pasa a todas... Yo a la calle a hacer recados salgo cuando él está en el colegio, así me evito de tener que tirar de él...

    Besossss

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  7. Ayyyyy. A mí la idea que me manoseen la ropa o el teclado del ordenador me ha dado terror absoluto!!!! Qué paciencia tenéis las madres. O cansancio, no lo tengo muy claro. Besotes!!!

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  8. Uyyy, los armarios... Los armarios son una obsesión mía (por ordenarlos) y me dan vahídos si abro una puerta y hay una blusa de manga larga entre las de manga corta... Pero el colorao no toca ahí, menos mal. Y como de momento es el único peke que tenemos pues tiene su dormitorio y el otro se lo hemos puesto de cuarto de juegos. Ya que deja los juguetes tirados mejor que lo haga ahí y no por el salón.
    Eso sí, cuando llega la hora de recogerlos hay drama, lo tenemos que amenazar con tirarlos todos. Si no, no los recoge el muy...
    Tema portátil. En casa tenemos dos y para que nos dejara usarlos en paz pues le compramos uno de juguete con sus actividades, su ratón y todo, muy chuli. Pues nada, ni caso, ahí lo tiene que ni le echa cuenta, sigue prefiriendo los nuestros. Es porculero forever.

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  9. Jajajj taquígrafa de juicio y encima americano jajjajja,mira que me ha hecho gracia el asunto.Anda mujer si una de las cosas más bonitas de la maternidad es el compartir y con toda confianza, claro que toda es toda.A mí la ropa no me la pisan,pero obsesión enfermiza por las perchas sí tienen, para que bajen a la calle con su padre los tengo que amenazar, conmigo los amenazo pero para que se queden.La de los churumbeles.PD- era mi madre la sereno que controlaba la hora de llegada, dejaba la puerta abierta, pasabamos a gatas pero siempre nos pillaba en los pies, nunca conseguimos cruzar sin bronca.

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  10. Ay Flor, cuanta verdad junta. Para ordenar los armarios cuento con ella si o si y doy x hecho q lo sacara y desdoblara todo...lo que me viene bien para el cambio de temporada. El teclado es casi imposible que lo toque delante de la nena...siempre justo en ese instante necesita algo urgentisimo solo de mama. Lo de salir a la calle si ella a un minirecado ya tengo asumido que es imposible, asi que si me veo en la tesitura de comprar el pan se que la media hora se me va estando la panaderia a 10 metros.

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  11. Mejor no tocamos el tema armario, trasteros y/o ropa que ni mi método donut de chocolate o bollo como dices tú funciona. El caso huida yo lo he hecho, con la maleta en plan Telma y louise, pero es muy triste, además siempre acabas volviendo.

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