lunes, 28 de abril de 2014

Aquellos maravillosos años. Los días de playa.



En mi casa, antes de que la mamma le declarara la guerra al sol como Mario Vaquerizo, siempre hemos sido muy de playa por aquello, imagino, de que los niños podíamos matarnos vivos sin dar mucha guerra o al menos, dando guerra al mundo en general y no sólo a la familia en un salón lleno de cachivaches y cosas rompibles; así que cada sábado y cada domingo nos íbamos de playeo a la playa más lejana del mundo mundial porque a mi padre era la que más le gustaba porque era muy natural y tenía algas y otras porquerías de ésas que les gustan a los amantes de la naturaleza y el buceo. Y a la mamma, que era la versión ultralight de la mamma actual, aquello le parecía una fantástica idea. Cualquiera la escuchaba ahora.

Así que tras una hora en coche –de los interminables viajes de coche ya hablaremos- llegábamos a la playa, a la que había que acceder por una cuesta empinadísima nivel ‘muerte por alud’ que como te resbalaras te quedabas sin dientes y allí íbamos todos los primos asalvajados, bajando dando carreras y a la mamma, que ahora muere de pensar que la niña se monte en un tobogán de esos de Feber que miden cuarenta centímetros, aquello le parecía lo más normal del mundo y si nos caíamos, pues a pelarla, un poco de agua salada en la rodilla y a volar.

Por supuesto, allí no se echaba crema ni dios, que esas cosas como el bótox, aún no se llevaban y teníamos un plan familiar ‘melanoma para todos’ que nos funcionaba muy bien. Te pasabas el día al solano y luego cuando llegabas a casa te emborrizaban en After Sun y listo. Y a los dos días te despellejabas como un lagarto y aquello era lo más normal del mundo y quitarse los pellejos era hasta divertido hasta que llegabas al trozo que dolía y entonces dejabas de tirar y te ponías a tirar de los de tu hermana, que aquello era como explotar pompitas de plástico. Un no parar. Y a las madres aquello les parecía parte del plan como si fuera lo más normal del mundo quemarse, y ahora si mi madre, sí, la misma que me tenía cinco horas al sol como un salmonete, ve las mejillas de la pelirroja sonrojadas, me toca sermón pasivoagresivo cuatro días consecutivos.

Y encima esa playa a la que nos llevaban estaba llena de erizos, en fin lo mejor para los niños, y había rocas con cangrejos, lapas y mejillones y allí íbamos todos los primos en pandilla a despeñarnos por las rocas y a llenarnos los pies de púas que luego mi padre nos sacaba quemando un alfiler con el mechero. Todo muy hardcore.

Eso sí, nosotros podíamos despeñarnos, achicharrarnos, morir ahogados tras la bajada de un banco de arena -¿ya no hay de esos?- o pillar una infección por púas de erizos salvajes, pero nunca jamás, bajo ningún concepto, podíamos saltarnos las dos horas de espera de la digestión porque eso era como poco un sacrilegio, una aberración, un billete a una muerte segura…

Y allí nos quedábamos todos los primos, sentados a los pies de la hamaca –achicharrándonos por supuesto-, esperando que llegara la hora de bañarnos mientras los padres roncaban bajo la sombrilla fingiendo que leían el periódico. Con suerte, en ese rato venían un par de avionetas de publicidad y lanzaban balones de Nivea o colchones de CocaCola y todos los niños nos matábamos por cogerlos –corriendo con nuestras horribles cangrejeras color carne que daban ganas de morirse de tristeza- hasta que venía el padre o el hermano mayor del niño de la hamaca de al lado y se los llevaba todos, que entonces no había remilgos ni discriminación positiva.

Con los años, mi padre se inventó que si nos bañábamos antes de que pasara media hora desde que comíamos, no había problemas, yo creo que para poder dormir la siesta bajo el periódico sin el griterío a los pies y aquello fue toda una revolución playera.

Lo cierto es que nunca vi a nadie que le diera un corte de digestión- que igual esto es una leyenda urbana como el perro rata chino- pero de cualquier manera, cada vez que voy con la pelirroja a la playa y comemos allí la meto en el agua antes de que pase media hora por si las moscas. Que de algo me han tenido que servir los años playeros de mi infancia. Bueno, de eso, y de mi incapacidad cutánea para quemarme, que se ve que tantos años de rayos malos sobre mi persona me han dejado una piel de agricultor guineano inmune al bronceado y así me veo, condenada a un envejecimiento prematuro de la piel pero blanca como una monja de clausura.

Cría padres.

16 comentarios:

  1. Buahhhhhh cuántos recuerdos... Yo también vivía con la playa a quince minutos de casa, solo que en el otro extremo, donde quemar no te quemabas mucho, y el agua estaba helada..pero nos daba lo mismo, pasabamos los fines de semana en la playa y también esperabamos las dos horas de digestión, porque estoy segura que los cortes de digestión eran todos en el cantabrico por aquello del agua helada que tenemos.. Lo peor era cuando en verano la mamma quería ir a Málaga, su tierra natal y teniamos que coger el coche y quince horas después llegabamos, por lo que luego tardabamos dos días en recuperarnos.. y allí si que quemaba el sol, y la arena y todo.. Y después de dos años viajando por otras playas, éste año volvemos al sur en agosto.. que los espetos del caleño están muyyyyy buenos..
    Besos y ánimo que la semana es corta..

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    1. Un pequeño apunte:
      No es que en el Cantábrico tengamos cortes de digestión. Lo que se nos corta es la circulación, la respiración el pis y la diarrea ya de paso XD

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    2. En serio no quema la arena? En verano?

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  2. Lo de las dos horas de espera me suena....¡qué coñazo! yo iba a la playa cuando se podía y si no a la piscina, y también debo haber desarrollado piel de agricultor pq no me quemo nunca, aparte soy muy morena y me pongo conguito en seguida. Los mayores no tenían muchos miramientos con nosotros pero a sus nietos que ni los roce un mal aire.....vaya por Dios! Me hace gracia mi padre que con nosotras era un sargento y estaba todo el día "portaros bien que os caliento" y frases de esas, y ahora con Hugo con lo caprichoso que es,"cariño no llores que te voy a dar una cosa, ven y dame un beso" y a mí, no le regañes, no le chilles, cuida de mi niño que te mato, como si lo hubiera parido él......manda huevooooos

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  3. Desde luego es significativa la diferencía entre ser padres y awelos, a mi hermana y a mi nos dejaban sueltas y asalvajadas en la piscina desde bien chicas, jugando a muerte con mis primos, se nos picaban los dedos de los pies de correr descalzos alrededor de la piscina jugando a Tiburón y que yo recuerde a mi no me han puesto crema solar en la vida, lo de arrancar pellejos y las dos horas sin poder bañarse lo recuerdo muy bien. Y ahora al niño de mi hermana lo tratan como si tuviera los huesos de crisral, cuando de nosotras sólo se preocupaban cuando salíamos del agua tiritando y con los labios azules de pasar todo el día a remojo

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  4. ¿Y lo de tener un solo bañador para el verano? Mi hermana se ríe de mi porque parezco un viajante: que mis niños se mojan, se lo cambio, que se llenan de arena, se lo cambio, que se vuelven a mojar, se lo cambio, que hago una foto, le pongo el bonito, que se van de excursión por las rocas, le pongo el malucho, que se sientan a merendar, le pongo una camiseta a juego.....
    Mi madre solo recuerda un bañador... que además iba rotando de hermano a hermano dando igual de que sexo son...


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  5. Yo nunca, nunca, nunca, he hecho la digestión. Mi padre decía (y dice), que si te metes poquito a poco en el agua, para que no te de el frio así de repente, no pasa nada. Pero hay que hacerlo despacito y echándose agua poquito a poco, nada de saltar haciendo la bomba. Y si lo dice mi padre (el médico de la familia), va a misa, jajaja. Y siempre me bañaré sin hacer la digestión y a mis hijos les dejaré bañarse. Pero entrando despacito.

    Pero mis primas no podían bañarse por eso, porque sus padres no les dejaban, jajaja. Pobres.

    En cambio, será por el mismo motivo, porque mi padre siempre está pendiente de nuestra salud, siempre me han echado crema. Siempre. Y menos mal, porque con lo blanca que soy, pobre de mi si me hubieran tocado unos padres sin conciencia, jajaja. Eso sí, cuando he ido sola alguna vez a la playa (de adolescente), no me he puesto y luego lo he pagado caro... con insolación solar incluida y jamacuco 'shungo'... Así que nunca más. Ahora no salgo de debajo de la sombrilla.

    ¡Besos!

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  6. Jajajaja. Pues mi madre sí que me echaba protector solar... Se ve que era una adelantada a su tiempo. Jajaja. Besotes!!!

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  7. Jajjajjajaj que bueno, las cangrejeras color carne me han llegado al alma, era mi calzado favorito del verano, tiempos aquellos....Yo soy de interior, la playa la veiamos cuando tocaba abuelos, pero teníamos el río, con agua congelada, donde aprendias a nadar o te ahogabas, no había flotadores, un palo y listo, tampoco crema solar, pero por suerte yo nunca me pelaba, ahora al primer rayo de sol me pongo morena, pero de dorado poco jajajajja, nos dejaban ir solos, que valor tenían, nos tirabamos desde lo alto, con lo que el buceo estaba asegurado. Si lo pienso se me pone la piel de gallina,pero que bien lo pasabamos y nunca, por suerte, nos paso nada jajjajaj. En la playa con la abuela era más de lo mismo, yo ahora con los churumbeles me veo incapaz de cerrar los dos ojos al mismo tiempo, es la sociedad esta que nos mete el miedo en el cuerpo jajjaja.La de los churumbeles.PD- yo me libre de las 2 horas después de comer, nadie llevaba reloj.....Bonito post, que alegría leer estas cosas....graciasssss

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  8. Yo recuerdo las idas a la playa, con mi madre levantándose temprano para preparar la nevera con el tinto, la casera, la cerveza (todo de cristal, por supuesto), la sandía, el melón, el picadillo en tupper ware, el aliño ya hecho en un frasco....y todo el hielo que cupiese dentro (hielo hecho en el congelador de casa, no comprado en la gasolinera, jajaj) y mi padre metiendo todo en el seiscientos, las bolsas con las toallas, dos sombrillas, la mesa, los banquitos para los niños (3), las tumbonas de mis padres (para dormir la siesta), y los cubitos, palas y demás.
    Tras una hora y media de viaje (sin cinturones, ni sillas, ni ná de ná) llegábamos a la playa y medio asalvajados salíamos corriendo para el agua (yo con 5 años tenía que vigilar a los peques de 4 y 2, qué valor , madre mía!!) mientras montaban el chiringuito: dos sombrillas, con sus respectivas sábanas agarradas con pinzas de la ropa (aaagggg), la cerveza, el tinto, la casera, el melón y la sandía enterrados en la orilla del agua (que fresquito estaba todo luego). Después del primer chapuzón nos llamaban para echarnos la crema protectora (Delial 12, creo que era la máxima en aquella época) que todos éramos y somos muy blancos, menos mi padre que se hacía el fuerte y se ponía rojo como un tomate...pero sólo nos la echábamos cuando llegábamos, con lo cual, día de playa achicharrón asegurado...y todo el día comiendo, parecía que en vezz de 6 horas en la playa nos ibamos a la isla de supervivientes, mi madre sacaba, filetes empanados, tortilla de patatas, huevos cocidos (con la tortilla???, pues sí todo se comía), latas de berberechos, mejillones, atún para el picadillo, jamón, queso, chorizo, picos, bocadillos de nocilla para la merienda....yo no sé para qué guardábamos las dos horas de digestión, si nos pasábamos "digestionando" todo el día...Me encantaban las sistas, en las que los papis dormían y los peques nos íbamos a investigar y coger conchas y cristalitos de colores, menos mal que nos ponían una camiseta, porque el melanoma era asegurado...yo no usaba sandalias cangregeras, las odiaba, así que en el regreso para el coche, siempre, pero siempre pisaba una peya de alquitrán, y siempre me la quitaba mi padre con un trapo y gasolina, así que en el viaje de vuelta, el coche olía, a mar y agasolina....y todos los peques dormidos atrás....ah, aquellos veranos.

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  9. Perro rata chino? Qué perro rata chino???????

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    1. Una turista en China ve un perrito monísimo, monísimo.. muy gracioso él. Se lo trae a España y cuando vuelve de trabajar, su casa está destrozada: ha sido el perrito tan mono, que no era tal, que resultó ser una rata asquerosa

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  10. Madre mía...si es que me he visto reflejada..era así, tal cual!!!!! jajajajajaj. Besotes

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  11. Genial, genial, me has devuelto a loa domingos playeros de mi infancia, igual que lo hace el aftersun o ver una sandía enterrada en la arena. Gracias!!

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  12. Me he visto de pequeña en la playa (aunque yo solamente iba una vez al año por eso de ser de secano) quitándome las pieles del quemazo y por supuesto, guardando las dos horas reglamentarias del corte de digestión, jajaja.
    Me encanta la nueva sección, repito.
    Besos.

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