Con esto de leer revistas que inviten al ‘slow’, que son las
que leo ahora para tratar de erradicar este estrés tan malo, en casa nos hemos
venido arriba y ahora tratamos de darle a la vida sana, todo lo sana que puede
ser la vida con tantas cosas pendientes por hacer y dos pelirrojos
chupaenergías.
Por eso voy al gimnasio contra mi voluntad, donde al menos
ya sé subirme a la elíptica sin parecer que estoy haciendo una performance,
trato de dejar la cocacola Zero con poco éxito y mucho mono y a los reyes les
encargamos sendos patinetes para los pelirrojos que están causando una grave
alarma social en el barrio ante los riesgos de amputaciones pedestres sin
compasión.
Por supuesto esto de la vida sana es un coñazo y todos
tenemos claro que va a ser de duración más que limitada, por mucho que se
acerque la operación biquini y el botón de mis vaqueros favoritos amenace con
independizarse. De hecho, hasta a los pelirrojos les ha costado hacerse con
esto de patinar que ellos son más de dar la lata la una y suicidarse en los
columpios, el otro.
La idea de comprarlos fue principalmente por la pelirroja,
que ha heredado la agilidad maternal, esto es que si está de pie y la ayudas a
quitarse un calcetín se cae de culo. Vamos que tiene el equilibrio que tenía yo
los sábados de madrugada cuando era moza. O menos aún. Así que me inventé que
el asunto era reversible y le compré un patinete fucsia que pesa un quintal para
ver si iba cogiendo cierta soltura de movimientos. Porque ella técnicas de
maquillajes, más que Carmen de Mairena pero dotes deportivas más bien pocas.
Y al pelirrojo se lo compramos para que se convirtiera en Yevgueni
Pliúshchenko antes de empezar la Educación Infantil, a ver si me lo becan y lo
mandamos a una universidad estadounidense a los cuatro años y me quedo de
monomadre otra vez, que el benjamín de la casa tiene la agilidad de un mono tití
funambulista y eso hay que aprovecharlo en nuestro favor.
Y así me imagina yo, paseando con el pater tranquilamente
mientras los pelirrojos se deslizaban calle arriba y abajo con arte y gracejo. Pero
no. La pelirroja la cogió con ganas pero como la destreza no es lo suyo, pobre
criatura, apenas consigue dar dos corretadas sin estrellarse contra cualquier
mobiliario urbano, que el otro día a punto estuvo que colarse en una papelera,
que hasta se le quedó en relieve en la frente en escudo del Ayuntamiento.
Lo bueno es que es de autoestima alta y cuando ve a una de
esas niñas guiris que parecen que han nacido con el patinete dentro del saco
embrionario se jacta de hacerlo mejor que ellas y mientras las chiquillas hacen
piruetas y saltos mortales de doble tirabuzón en el parque, ella se va dejando
los piños atrás y con la cara fucsia, la sien palpitante y los pelos en la cara
-como su madre en el gimnasio- sólo logra deslizarse cuatro segundos, haciendo
eses y aterrorizando a niños y mayores, a los que va tumbando a su paso.
El pequeño por su parte, no se ha declarado aún fan del
patinate aunque ha encontrado su particular diversión en dejarse llevar hasta
estrellarse bien contra mis pantorrillas o contra las de cualquier otra persona
inocente que no sabe que en mi casa sólo criamos majaras.
Así que casi sin quererlo hemos vuelto a sacar a la luz el
espíritu del gigantocarro y ahora los vecinos que ya me habían tomado por
alguien de bien tras el infierno vivido con el Arrue, vuelven a sentirse
aterrorizados a nuestro paso y esconden los pinreles en cuanto ven a los
pelirrojos sobre ruedas… Y no les culpo.
Ahora sólo espero a que vengan las autoridades a
confiscarnos los patinetes y a ver si con suerte me los enchironan un par de días
por desórdenes públicos y así me da tiempo a depilarme y a reordenarme los
chakras, que los tengo nada más que regular.
Cada vez más graciosa, Flor. Te sales. Qué risa, por dios.
ResponderEliminarYo es que lloro de la risa, que bueno
ResponderEliminarJajajaja. Menudo peligro tenéis todos... Ojo, que en Chile denunciaron a una madre porque su niña "atropelló" a una mujer con un triciclo. Cosas vederes...
ResponderEliminarBesotes!!!
jajaja, me encanta como lo has contado
ResponderEliminarJajaja lo que me he reído y lo identificada que me he sentido, solo que cambie si patinetes por primera bici de pedales y moto para el pequeño que solo sabe frenar chocándose contra algo o alguien...
ResponderEliminarJajajajjaaa...,buen post, justo lo que se necesita un lunes!!! Pobre pelirroja jajajja, con el escudo del ayuntamiento... y qué recuerdos gigantocarro.A mí todo lo que empiece por pati- me da temor, así que me voy curando en salud haciendo largas y largas, si eso cuando se independicen ya que hagan lo que vean. La de los churumbeles. PD- me da a mí que pelirrojo cuando le coja el punto y el gusto...ya contarás, ya.
ResponderEliminarCriaturicas.. si sólo juegan, ¿qué es una pantorrilla? Tenemos dos! XD
ResponderEliminarLlorando de risa estoy imaginándome a los dos en los patinetes.
ResponderEliminarGenialllllllll
¡Jajajaja, ay el gigantocarro! Me ha encantado que lo compares con los patinetes.
ResponderEliminarBesos, guapa.