Me he apuntado al gimnasio. Sí. A las bravas. Con lo poco
que me gusta a mí moverme si no es por necesidad urgente o porque alguien me
persiga y ahí me tienen, con mi bono anual para no dar opción a los
arrepentimientos a la tercera sesión de zumba.
La culpa la tiene Santa Claus que es el mal, ya lo dice mi primo
Diego que nosotros somos de los Reyes Magos y a Santa Claus no hay ni que
mirarle a la cara y es verdad. Yo me pedí lo del gym pensando que no me lo iba
a traer por aquello de que en casa apenas tenemos tiempo de dar dos bocanadas
de aire seguidas antes de que tengamos que salir corriendo a recoger niños de
colegios, guarderías, catequesis, más los trabajos, los deberes y el reguero de
actividades infantiles y compatibilizar eso con la huida tres veces por semana
igual no era viable. Pero me tiré el farol para que la gente no me reproche que
no hago deporte cuando me quejo por no perder culo con las dietas y así tener
las espaldas cubiertas, pero el gordo barbudo me recogió el guante y me regaló
un bono anual en un sobre brillante junto a un uniforme completo para el
asunto.
Y ahora voy al gym. Voy maldiciendo, no crean, pero voy. Y
allí he encontrado una fauna de lo más diversa, la mayoría de cuerpos fabulosos,
que cogen la elíptica con la misma ilusión con la que yo cogería la cama
cualquier día en cualquier momento y se ponen a dar zancadas a un nivel como si
hubieran estado entrenando con los marines de los EEUU.
Allí fiché a un par de chicas, más o menos de mi edad, a
cada cual con un cuerpo más escultural y un culo esculpido a cincel, que las
muchachas se curran subidas durante más de cuarenta minutos en una máquina de
tortura de subir escalones, mientras charlan de sus muchos cuidados de belleza
con sus coletas planchadas, sus cutis perfectos y sus manicuras impecables.
Puercas.
Yo las miro desde mi elíptica con cara de envidiosa. Una
cara fucsia del esfuerzo y con un moño mal cogido a empujones en el espejo de
los vestuarios, que una no tiene tiempo de plancharse el pelo para ir mona por
las calles y va con el pelo de chiwaka como para planchárselo para ir a sudar
enfadada con el mundo.
‘Pues, nena el gimnasio es fundamental, yo vengo todos los
días hora y media y me siento nueva y en las piernas lo noto una barbaridad,
aunque también te diré que no pasa un día sin que me eche la crema reafirmante
ésa de la que te hablé que es milagrosa’- le dice la una a la otra y yo con mi
camiseta pobretona del Decathlon las miro con inquina de la mala y pienso que
seguro que son nomadres atiborradas de tiempo libre para hacerse masajes en el
sentido de las agujas del reloj mientras a mí se me descaman las piernas como a
un besugo moribundo.
‘Yo ya se lo dije a Susana, que no hay que hacer dieta
estricta, es suficiente con comer limpito y cenar una pieza de fruta para
mantener la línea. Total si ya te vas a dormir que más te da tener hambre’. Y
la otra asentía.
Primero sentí lástima de Susana que seguro que también se
pone fucsia en el gimnasio y come galletas de noche y la criatura tiene que
enfrentarse a estas dos ninfas a la hora del vermuth y luego pensé que si
alguien puede cenar una fruta es una nomadre porque a ésas las querría yo ver
levantándose seis veces por noche con lo alaridos de unos y otros, lo pipís,
las aguas y los mocos con una naranja en el body, que poder se puede oigan,
pero que eso de ‘como te duermes ya no notas el hambre’ es de una nomadre o de
una adicta a los ansiolíticos o de una ninfa malvada que no pierde el aliento
mientras yo estoy al borde del coma y no llevo ni la mitad del circuito hecho.
Como soy una envidiosa, me invento que si yo no tuviera una
descendencia de la que cuidar sería igual de divina… Hombreee, eso seguro. Con
todo ese tiempo disponible para cuidarme y dormir y echarme cremas y hacerme la
plancha en la coleta para ir al gimnasio. Y hasta dormiría del tirón ya no con
una naranja, con una uva. Incluso con media. Así cualquiera.
Y en estas andaba saliendo del vestuario recién duchada, con
mi mochilón, mi cara lavada de envidiosa y la seguridad de que las ninfas no
serían tan ninfas con dos pelirrojos a su cargo cuando al salir por el torno me
las encontré ya vestidas de calle y por supuesto monísimas, con sus parejas que
habían ido a recogerlas, una con un bebé de no más de seis meses en brazos y
una niña de unos cinco años y otra con un carro gemelar del que salían alaridos
nivel película gore.
Mi hermana dice que son los sobrinos. Y que si la niña le
dijo mamá es porque se confundió. Y yo la creo. ¿Cómo no la voy a creer?
También creía que Santa Claus era bondadoso y mira tú…
¿Pero esa gente cómo lo consigue? Yo admito que soy una vaga y ni siquiera sin niños se me ve aparecer por el gimnasio pero éstas seguro que tienen nannys filipinas. Piden que las vayan a buscar a la puerta del gimnasio con los niños para teneros engañadas a todas. Si no, ¿de qué? Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarMira que bien, ya no tienes excusa...si es que el claus ese siempre acierta, ya me parecía a mí que no te iba a dejar sin bono, y encima anual!!! te lo has currado, envidia me das.El gimnasio y yo no nos llevamos muy bien y eso que nunca he pisado uno, pero me da que no voy a sacar minutos para conocerlo a fondo. Entre los churumbeles, sus paseos varios, el vivir en un tercero sin ascensor...y este vivir al borde del vacío...Nada, que ya irás contando, tú cuenta, cuenta. Yo también pienso que una de dos, o sobrinos, o nanys, o un espejismo tuyo causado por el primer día de movimiento.La de los churumbeles.
ResponderEliminarJajajaja, grandioso lo de ponerse fucsia. Hay gente que da mucho coraje, di que sí!! Besos
ResponderEliminarmujer te aplaudo! tu con tu cara fucsia y yo con la mia roja de verguenza.
ResponderEliminarque tu tienes dos pelirrojos, yo solo una morenita de 6 años, q hasta el desayuno se hace sola (porque me levanto con las justas y solo alcanzo a preparle -a veces- un vaso de leche con chocolate)
y aún así de gimnasio nada! mi meta es hacer 15 minutos de ejercicios en la cama (bendita ciatica no me permite hacer abdominables cmo la tortura china manda) y ni aún así cumplo....
Bueno bueno, habría que ver si sus niños son la mitad de listos y simpáticos que tus pelirrojos. Que en algo más se tiene que notar la diferencia, digo yo! Y tendrá una nanny filipina seguro, porque si no es totalmente IMPOSIBLE.
ResponderEliminarP.D: Yo me he apuntado a Pilates, pero en mi clase somos todos tordas como yo, con culos gordos, tripas y de color fucsia. Igual es que tienes que cambiar de actividad, jaja! :-*
Jajajajaj qué bueno! Me siento muy identificada,... yo he dejado la zumba y ya voy por pilates, lo siguiente es dejarlo, sé que pasará...
ResponderEliminarwww.elperiodicodetudia.com
Dí que sí, hombre ya, que ni eran hijos ni sobrinos. Seguro que ni eran niños... Eran muñecos!!!
ResponderEliminarEs imposible que una madre parezca una nomadre. Eso va contranatura. Pero la gente con tal de llamar la atención ya no sabe ni qué hacer...
Jajajajaja! Bueno, de todo tiene que haber en la viña del Señor... Entre tú y yo... creo que hicieron un pacto con Satán porque si no, no lo entiendo xD.
ResponderEliminarUn abrazo :)