Desde que llegó la Navidad he envejecido como cuatro años de golpe y
no cuatro años normales, cuatro años como de supervivencia en un campo de
refugiados, porque con estas cosas pasa como con las castañas o las series
españolas, que huelen mejor de lo que saben -y a veces ni siquiera huelen bien-
y después de meses lampando por la llegada de las fiestas, me veo inmersa en
este tsunami de tortuosas actividades familiares, con overbooking en las
calles, señoras de pelo cardado que arrasan como si fueran jugadores de rugby,
dos pelirrojos hiperactivos pegando voces y despareciendo entre el gentío y yo
con las constantes vitales de un cadáver del siglo XIX pero con la tensión
nerviosa de Ylenia en Gandia Shore.
El otro día, por ejemplo, fuimos a hacernos la tradicional
foto con el paje real de El Corte Inglés, al que solemos acosar cada año para
hacernos la foto en pandilla, esto es con mis sobrinos, mis primos, mi madre, mi
hermana, mis tías y sursum corda, para terror del paje que ve amenazada su
integridad física y la del mobiliario que lo rodea.
Por supuesto la primera tortura empieza por llegar a
encontrarnos todos en el punto acordado, que con mi familia suele cambiar como
seis veces en una hora y todo en un maremagnum de subidas y bajadas de
escaleras mecánicas, como en una película de Benny Hill, whatssaps
surrealistas, llamadas infructuosas, colas de carritos en el ascensor, niños
despistados que se enganchan a familias ajenas y agentes de seguridad locos por
terminar su turno y perdernos de vista.
Pero al final logramos encontrarnos e incluso hacernos la
foto y para celebrarlo decidimos no ir a cualquiera de las dos millones de
cafeterías que hay al lado a comer chocolate con churros sino, aún no sé por
qué maquiavélica razón, a una que está como a dos años luz, lo que tirando de
mil niños salvajes es como hacerte un Planeta Calleja.
Como no había mesas grandes, tuvimos que sentarnos en tres
diferentes y hacer como que no nos conocíamos, lo que a mí me vino de escándalo
por poder dejar a Cigoto a su suerte, comiendo churros solito como un señor,
sin más compaña que la de sus otros primos abandonados también a su suerte,
hasta que descubrió el cuarto de baño como quien descubre la tumba de un faraón
egipcio, abandonó el mundo del churrerío y se dedicó a guardar cola en la
puerta y entrar a cada salida para meter las manos en el water y mondarse de la
risa y de la infección bacteriana tan mala que le iba llegando al cerebro.
A todo esto, la pelirroja riendo y llorando a intervalos
similares porque no la habíamos dejado montarse en unos renos mecánicos e
infernales que había junto al paje ni en los roscos en los que el año pasado
casi perdió los piños y la honra. Y así entre el coqueteo con la sífilis del
benjamín de la casa y el drama de la primogénita pude terminarme mi cocacola
mientras hacíamos cónclave sobre los menús de las comidas familiares, mi prima
trataba de contarme su viaje a Holanda, mi primo iniciar un debate sobre los
pactos de gobierno, los niños matar a alguien de un empujón a traición y yo
hacerme la muerta hasta después de Reyes.
Pero no podía ser. Nos quedaba el camino de vuelta como los
peregrinos de Tannhäuser hasta los malditos renos mecánicos, que a pesar de mi
negativa feroz habían acordado a mis espaldas. Y así nos vimos, persiguiendo a
los cinco niños montados en cuatro renos percherones y deformes por los
alrededores de El Corte Inglés donde se reunía la mitad de la población mundial
que fue sometida a amputaciones variadas a base de renazos en los pies y en las
partes nobles.
Cigoto no conducía, pero iba montado en el reno del
primísimo aparentemente a salvo, pero dada la poca agilidad de los niños de mi
familia, acabó cuatro veces estampado contra el escaparate de los bolsos en
plan butrón casero, mientras la pelirroja le reventaba los meniscos a una
familia completa que arrasó a su paso ya que aprendió a conducir pero no a
frenar y allá iba sesgando vidas a su paso, todo ello mientras yo pedía
disculpas entre la muchedumbre con los brazos en alto como un hare krishna y mi
tía asaltaba cual jinete experto el reno de su nieto que andaba desbocado calle
abajo para terror del gentío.
De cómo me tocó arrastrar a los renos moribundos una vez que
se acabó el tiempo y su batería hasta desencajarme la clavícula, de cómo
continuó la fiesta en las cadenitas y en los coches de monedas con asalto de
niños ajenos incluidos para violencia callejera de Cigoto el justiciero, de
cómo la pelirroja se perdió y estuve al borde del infarto o cómo consiguió el
pelirrojo colarse en una atracción no permitida por su edad, escalar y sentarse
en el carricoche con cara de suavón sin que nadie se diera cuenta… serán
historias que tendremos que dejar para otro día… o para la consulta el
psiquiatra.
PD. Mañana llegan los Reyes e imagino que en la carta, junto a las lipoesculturas y a las nannys filipinas, habréis incluido mi libro 'Suegra no hay más que una', noooo????? Es un regalo imprecindibleeeeee... Si no, aún estáis a tiempo, amores. En el Corte Ingles, La Casa del Libro, FNAC, Amazon... Así veréis que vuestra suegra no es tan mala! jajajja... Felices Reyes Magos!!
PD. Mañana llegan los Reyes e imagino que en la carta, junto a las lipoesculturas y a las nannys filipinas, habréis incluido mi libro 'Suegra no hay más que una', noooo????? Es un regalo imprecindibleeeeee... Si no, aún estáis a tiempo, amores. En el Corte Ingles, La Casa del Libro, FNAC, Amazon... Así veréis que vuestra suegra no es tan mala! jajajja... Felices Reyes Magos!!
Aquí por fin han acabado las navidades, como no se hacen reyes los regalos los trae Santa Claus y podemos volver a la bendita rutina un poco antes que en España. ;)
ResponderEliminarNo tengo ni idea de qué renos hablas. Me has dejado intrigadísima!!! A mí la Navidades me estresan en general, y eso que ni las celebro demasiado ni tengo niños. Besotes!!!
ResponderEliminarApuntado:
ResponderEliminarEvitar el CI a1kilometro hasta el 7.1. a partir del año que viene hasta...que la niña tenga 15 años. Hacerse loca si la niña pregunta por los pajes, renos o algo parecido.
Lo añado a mi proposito de mentirle sobre la inexistencia de los carricoches de la feria tantos años como sea posible.
A los Reyes les pido que le rompan los 4 dientes que le estan saliendo a la vez para dormir una noche sin fiestas nocturnas e intentos de vomitar el Dalsy.... Feliz año preciosa!
No me esperaba menos, sinceramente, ya me tardaba un post de estos...jajajaj. Pero mira, con cuatro años más encima y todas las consecuencias, no me digas que la cara de cigoto y pelirroja no han valido la pena, es que estoy segura de que ellos han disfrutado de lo lindo. Yo lo siento, pero la manía esa de llenar centros comerciales con esa cantidad de animales, algunos tan mal clonados, me supera, menos mal que a los churumbeles ya les llegan los pies al suelo, es una excusa que me funciona.La de los churumbeles. PD- yo te pido un segundo libro, que no me digas que no tienes material para rato...Feliz reyes!!!
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