viernes, 15 de noviembre de 2013

La hora del infarto maternal. Parte II. Versión vespertina


Como decíamos ayer –que diría Fray Luis de León, Unamuno y yo misma cuando doy una cabezada en el sofá y no sé si tengo que ir al instituto o a pilates o al Congreso de los Diputados- la primera hora de la mañana cuando empieza el desenfreno de pijamas, desayunos, mochilas y bolsos, rímel y cepillo y la histeria por llegar a tiempo al cole, al curro, a la guardería o a la capilla de la Virgen de la Amargura, es sin duda, el peor momento maternal del día. Con diferencia. Con mucha.

Pero precisamente mientras lo escribía me percaté de que si bien es el peor momento del día, está seguido muy de cerca por el de la noche o mejor dicho, la prenoche, ese momento de duchas, cenas, cuentos, pijamas y amenazas, primero veladas y luego nivel narco colombiano, más que por llegar a tiempo a ningún sitio, por la ansiedad de poder hacerlo todo a su hora y disfrutar aunque sea de una hora de soledad y cierto relax junto al pater aunque el precio que haya que pagar por esa hora de tranquilidad y sosiego sean dos horas y media de estrés galopante latiéndote en la sien, que no sé yo si compensa el disgusto.

Así, yo puedo hacer el vago toda la tarde –qué más quisiera yo- pero en cuanto el reloj marca las ocho y cuarto, empieza la locura psicológica de esta especie de yincana casera que el pater y yo nos repartimos como buenos compañeros de piso que se han metido en esto de la maternidad sin conciencia ni reservas extra de glóbulos blancos.

Soplón, toalla, braguitas y la pelirroja al agua a por una ducha rápida pero como la nena es más bien poco ágil –que en algo se tenía que parecer a mi persona- acabo sentándola antes de que se parta los dientes contra el grifo y antes de que me dé cuenta, ya ha puesto el tapón y ha vaciado el cubo con las dos mil figuritas de Mickey y secuaces. A veces me violento y a veces no, según como tenga los chakras y la dejo en remojo mientras corro a freírle los nuggets y el pater le prepara el bibi a Cigoto, que ahora con los cereales hay que mover hasta buscarte una tendinitis en la muñeca para que no te queden grumos y mates a Cigoto por asfixia, pobrecito mío, que bastante tiene con los achuchones de la loca.

Y corro a lavarle la cabeza a la niña, que se me escurre como una anguila poco amiga de la limpieza hasta que le meto a la Nenuco de las dos mil toneladas porque tiene el barrigón lleno de agua y yo le lavo a ella y ella a la Nenuca y así entre gritos, amenazas y protestas, la liquido. La enjuago y la seco mientras le pego una voz al pater para que me apague los nuggets que se están quemando. Y el pater con el bibi apoyado en el mentón, apaga la vitro, algunas veces con el botón adecuado. Otras veces, morimos por falta de oxígeno.

La niña que no quiere secarse, sale huyendo como Dios la trajo al mundo y yo detrás empuñando el secador hasta que viene el pater y nos cambiamos las tornas. Yo pongo al peque a echar el flato –con sus consecuencias de tsunami obligado- y el pater atrapa a la niña y consigue colocarle el pijama y a veces hasta secarle el pelo.
Después del eructo, el despeinado y la bocanada, me cambio de ropa y lo suelto el carro para que empiece a gritar como un loco y yo le pongo a la niña la comida y lucho como lucharon los guanches para que se coma por los menos un par de nuggets, con la consecuente bronca, amenazas variadas y castigos improvisados.

Y cuando damos por terminada la cena y nos libramos de la Doctora Juguetes y Peppa y el alopécico Caillou, yo me voy a acostar a la nena, previo cuento que no contenga brujas para reducir imprevistos, y el pater entretanto, baña a Cigoto... y dos horas y media después aparecemos ambos en el salón. Yo con la cabeza perdida y dándome vueltas de haber estado tumbada y medio dormida para dormir a la pelirroja que cada día se resiste más y me deja KO y el pater con la mirada perdida y los pantalones chorreando de los pataleos del aspirante en la bañera, y me lo pasa para que lo duerma hasta el último biberón. Y cuando cae, caigo yo en el sofá, como quien desploma un saco de patatas y es entonces cuando el pater me viene anunciándome, como quien anuncia que le ha tocado el Euromillón, que tiene la nueva versión del director de Blade Runner.

Pues eso, que no me renta. Ni mijita.

13 comentarios:

  1. Jajajasa. El pan de cada día. Y mi marido me pregunta si no hay una máquina que los bañe, ya le digo, se llama niñera y tiene la fea costumbre de cobrar. Paciencia toca

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  2. Aunque en otro orden, también tenemos aquí la gimkana nocturna. Y es que yo trato de que terminen los dos a la vez. La mayoria de noches estoy sola, mi marido trabaja a esas horas, baño primero al nene, y lo pongo a ver el baby mozart, y despues a la hermana mayor, y tras esto preparo la cena de las dos, y mientras se hace, le doy al niño la papilla de cereales. Cenamos y todo el mundo a la cama, la mia, alli cuento cuentos, doy el pecho y a dormir. A veces me sale bien, y otras me dan las tantas, y ahi es cuando me transformo en el increible Hulk. Lo peor es que el cuerpo no me da para nada más y acabo frita con ellos. Para coger fuerzas para la gimkana matutina...

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  3. Prefiero mil veces las mañanas, a lad noches. Parece que tengo dos niñas distintas, según dónde apunten las manillas del reloj.
    No sé que cereales le das a cigoto, pero los de sanutri, a parte de estar buenísimos, se disuelven de maravilla. Ya puedes echar 10 cacitos, que se disuelven igual que 1.
    Mi más sincero agradecimiento por estos ratillos de evasión.

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  4. Ayer te agobié recordándote estos otros momentos de sosiego nocturno pero hoy te daré un poco de esperanza: cuando crecen no todo es peor. Ahora puedo dejarles solos en la bañera sin miedo a que se resbalen y se ahoguen, a veces incluso cambio el baño por ducha (que en teoría dura menos y gasta menos agua, pero sólo en teoría), aunque los pelos de la niña y las uñas de ambos ("los pies no, mamá, eh?") me siguen tocando a mí. También se duermen solos (creí que no llegaría nunca el momento), a veces me bajo antes de que estén empiltrados pero entonces una suave vocecilla reclama desde las alturas: "Mamá, ¿vienes?", y mamá va. Para ver cómo la pequeña se ha metido en la cama con 8 libros (y justo cuando me voy se acuerda de que quiere agua) y cómo el mayor se tira 40 minutos en el trono (no exagero) leyéndose un Asterix con la excusa de apretar. Y mi marío en el salón viendo las noticias.

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  5. jajjaja,como te entiendo,todo eso me lo comí yo sola,me lo como,pero ahora que el mayor se va haciendo mayor,se ducha solo,no sé que es peor,porque me gasto la garganta para que salga del baño,para que vuelva al baño,para que deje de leer,para que apage la luz,para que se duerma,vale,que lo hago como a control remoto,mientras estoy con el pequeño,mientras plancho la ropa...,pero aún así cansa lo suyo,el pequeño para dormirse es un santo,sacando las noches que le da por levantarse con excusas,pis,beber,un beso...cuando le oigo dormir salto de alegría y sigo con el mayor y con el control remoto,total que cuando llego al sófa estoy tan desorientada,tan seca tengo la garganta que ya ni me apetece relajarme,total para las horas que me quedan....Llevo días anunciando que necesito dos días de no madre,nadie me oye,bueno el mayor que me contesta-lo que te vas a aburrir sin nosotros-seguramente hijo pero por probar,que son ya muchos años en este berenjenal,cuanto echo de menos al padre en x momentos...La de los churumbeles.Menudo rollo te he soltado,pero que agusto me he quedado.

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  6. Mi momento cena-baño-bibe empieza a las nueve o asi, me lleva unos tres cuartos de hora terminar y no está mal la rutina, le preparo algo de cena mientras juega en el salon y yo me bebo una cerveza que bien me merezco, luego se la doy y él ya usa el tenedor y acaba rápido pq es un glotoncete y al dormitorio a quitarle la ropa, luego al baño, mientras él juega un poco con sus muñequitos y mis botes yo me desmaquillo o wasapeo un poco y lo dejo unos diez minutos, depende de si tira del tapón de la bañera antes o después. Luego a llevarmelo envuelto en toallas a su dormitorio, le echo cremita y pongo el pijama y al salón a tomar el bibe, eso también lo liquida rápido. Y de ahí a la cuna cinco o diez minutos mas....cae dormido antes de las diez y entonces me desplomo en el sofá y me termino la primera cerveza o me saco otra, depende de las ganas y del sueño que tenga jeje

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  7. Yo el 90% de los días estoy sola con las dos fieras, y la verdad es que, desde que han empezado a ducharse solitos, la cosa va más relajada. Me encharcan el baño (más) pero me compensa...Eso sí, de que corran en pelotas por el pasillo para ir a vestirse delante de la tele, no me libro. Pero es un precio pequeño a pagar por no tener que repetir 87 veces ¡que te vistaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss! XD

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  8. Jajajaja. A lo mejor tienes que cambiar de estrategia y dejarlos a su aire. Se asalvajarán más (aún) pero a lo mejor tu salud mental lo agradece. Jajaja. Besotes!!!

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  9. Yo siempre que puedo comienzo la rutina nocturna a las siete y media. Si está mi contrario a él le toca el baño de la peque si no, pues todo pa mí. En general no tardo demasiado, además mi peque es una glotona y se cena todo enseguida (incluido brócoli, guisantes, purés y lo que haga falta, bajo amenaza, eso sí de quedarse sin el Colacao que es lo que más la gusta del mundo).
    De todos modos, después de leer tu post de ayer no sabría con qué hora del día quedarme, si con la mañana o la noche. Depende de lo porculera que esté mi peque... Uffffff!
    Besitos y buen fin de semana
    Y a las 9 llegan mis dos horas de libertad!!! Hasta las 11 que me voy a la cama se acabaron los gritos, lloros, los dibujos animados, etc.

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    1. Mi comentario anterior era demasiado amargo... uff qué le vamos a hacer? Dejo a mi hija a las 8:15 en la guardería y voy por ella a las 7 pm, lo que yo quisiera es que las pocas horas de convivencia que tenemos fueran un idilio de familia hermosa pero no, ya mi hija casi cumple dos años y todavía no encuentro la fórmula. En las noches es llegar, tratar de darle de cenar algo, jugar con ella, convivir un rato y tratar de que los gritos y lloros a la hora de ir a dormir sean lo mínimo posible, todo ello mientras el padre me mira desde el sofá y dice que "la estoy malcriando"... uff las mañanas ni hablar

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  11. " Por la ansiedad de poder hacerlo todo a su hora" sí sí sí sí.. eso es!

    Y después de ese maratón cuando por fin se hace la paz... ¡rezar para que no hayan despertares nocturnos! AY.

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  12. Para mí siempre fue muuuuuucho peor la noche. Después de todo el día arriba y abajo, cuando ya no tienes fuerzas ni ganas de nada, ¡prepara cenas, baños, las cosas de mañana, uff, demasié pa mi body, qué quieress que te diga. Y en mi caso los dos iban al mismo tiempo, y el Páter llegaba con el tiempo justito de dar un beso de buenas noches.

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