1.- No nos engañemos. La vuelta al cole olía mejor en
vacaciones cuando cualquier alternativa a los días de arena en los ojos y
noctambulismo extremo era el paraíso, pero a la hora de la verdad cuando toca
reeducar a las bestias y meterlas de cabeza en los horarios escolares, la cosa
cambia y más aún cuando con los ojitos vueltos y las piernas temblonas de
agotamiento extremos te toca hacer los preparativos de mochilas, meriendas,
uniformes y demás un martes a las once de la noche cuando ya no tienes ni
biorritmos.
2.- La mochila de Frozen de ruedas es como sangre de
unicornio. No sólo cada gramo de su poliéster vale más caro que el oro de 24k sino
que encontrarla en septiembre es como hallar el santo Grial en mitad de la Feria de Sevilla. Eso sí,
será suficiente con que la compres en junio para que la niña decida en
septiembre que ella la prefería de Violetta o de los Minnions o de Norma Duval
y al final te la tengas que comer con patatas. En cualquier caso perderás pelo.
3.- Tendrás que rehipotecar la casa no una sino dos veces
para hacer frente al desembolso que bien hubieras podido invertir en una
lipoescultura de las buenas. Los materiales, los uniformes, los zapatos hechos
con piel de gamusino tropical, los politos, los libros, los libros extra, las
extraescolares… No te deprimas, igual luego se te hace notario y recuperas la
inversión.
4.- La lista de los materiales es la ola que ya no parará
más de la que habló el Che Guevara en la ONU. Da igual que la señorita te la diera en
junio, en septiembre se irá expandiendo un día tras otro y tras otro hasta que
tengas que vender a tu primogénito por otra caja de regletas o tres
cuadernillos más de inglés o cuatro cajas de lápices Alpino que se ve que los
niños se los jalan a puñados junto a los seis sacapuntas y las ocho gomas Milan
y hay que comprarlos en cantidades industriales.
(...)
Ahora que, una vez pasado todo eso que cuentas con tanta maestría y gracia, ¡qué gustito cuando se quedan en el cole y ya no les vuelves a ver hasta las cinco y media! ;D Besotes.
ResponderEliminarHola. me siento identificada con la compra de la mochila y que en el último minuto cambie de personaje y me tenga que comer la mochila con patatas... También con lo de rehipotecar la casa y hasta el coche... es peor que la cuesta de enero y no te quiero decir nada si tenemos más de un hijo... Te felicito por plasmar con tanata ironía nuestra sufrida vuelta al cole. Seguimos en contacto
ResponderEliminarEso tiene que ser el infierno... A mí me llevaban a elegir la mochila, los lápices y demás. Supongo que porque así sabían que algo se me iba a meter por los ojos e iba a decir ¡quiero esa! en vez de ir con una idea preconcebida de algo que a lo mejor ni siquiera existía. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarJajajaja....no te falta razón, el punto cuatro te ha salido redondo, sabiduría de la buena, que a mí me han traído dos folios con la letra muy pequeña y una de cosas..., algunas me tienen intrigada por saber cuàl es su fin, función o lo que sea, que yo estudie con un lápiz, una goma...que duraba todo el curso, pero sobre todo recuerdo que era obligatorio una gran dosis de creatividad e imaginación, que también venía de perlas para que la goma milán nata durara todo el curso. Este tema daría muchos más puntos jajaja, si es que mucha vuelta al cole redonda pero a mí me sale cuadrada, al cuadrado, multiplicado por dos que te da un resultado como si lo hubieras hecho por diez. Creo que se me nota algo que este año me está afectando ...jajajaja. La de los churumbeles.
ResponderEliminarJajaja buenísimo!!!!
ResponderEliminarMuy bueno! ! Y esos juguetes que tu hijo te pide a las 8 de la mañana que le lleves después del cole, y entre preparar meriendas , la mochila de piscina y acabar de recoger la casa antes de salir, te lo olvidas. Para él en ese momento es terrible, se enefada, te fustiga y te lo recuerda hasta la saciedad! !! :)
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