lunes, 7 de noviembre de 2016

Yo quiero ser una instablogger


Nunca he sido Olivia Palermo, para qué nos vamos a engañar, pero hace mucho mucho tiempo en un país muy lejano, o sea antes de la maternidad, yo era una chica que siempre iba arregladita y todo lo sofisticada que se podía, devoraba las revistas de moda y cazaba todas las tendencias antes de que estuvieran en las tiendas. Así era yo, una visionaria. Y mira tú, me gustaba.

Como ya no tengo tiempo ni de echarme crema en las piernas resecas como mojamas y las revistas se me caducan y antes de que pueda siquiera ojearlas, me las pintorrean con ceras de las gordas de ésas que son capaces de cubrir una existencia entera, como ahora si no fuera por Clara Delavigne me llamarían la yeticejuda y como apenas tengo tiempo para repintarme las uñas encima de los desconchones a lo travesti trasnochado o anciana con cataratas, mi única relación con el mundo de la moda y el glamour es Instagram y algunos blogs molones que me da tiempo a mirar en el móvil y a empujones mientras recojo a los niños del cole o hago cola en el cajero.

Y allí me embeleso con bloggers monísimas de cuerpos perfectos y modelitos ideales, que toman zumos détox que seguramente saben a mierda pero que tienen los colores del arcoiris y los toman en sus casas blancas e impolutas llenas de cactus minimalistas y rollo zen y que encima tienen unos pelucones que ríete tú de la Patiño mientras yo cepillo mis tres mechones de paja seca y me enyonkizo con un redbull light para que me dé la vida al menos hasta la hora de la caligrafía.

A veces trato de copiar alguno de sus estilismos pero al final la camisa siempre está lavándose o los pantalones sin planchar y dada mi falta de voluntad para planchar a las siete de la mañana –de ahí los looks centrifugados de los pelirrojos- me tengo que poner el pantalón con otra camiseta y al final acabo pareciendo una teenager majara. Otras veces me vengo arriba y me hago la plancha sin que sea un día especial ni nada, ahí a lo loco, y a las tres corridas calle Larios arriba y abajo, ya tengo el cogote mojado cual premenopáusica y se me empiezan a erizar los pelos en plan Lucía Etxebarría con resaca. Vamos, que no hay manera.

- Pero eso es porque no tienen hijos – me dijo una amiga-. Ya te digo yo que ésa con dos enanos a su alrededor ni détox ni détax… Y esos peinados y esa manicura, que no, que ya te digo yo que cuando sea madre se ve peor que nosotras.

Y yo me vine arriba cual callo envidiosa porque es verdad cuando una es madre se da cuenta del tiempo que tienen las nomadres incluso las que se quejan de que no lo tienen, que cuando una sale con la prole a la calle no puede ni hacerse un selfie en condiciones, como yo que salgo bizca porque con un ojo miro a la cámara y con el otro vigilo que el pelirrojo no se me despeñe escaleras abajo. Y, claro, así no hay manera de hacerse la interesante.

Y así sobrevivía feliz tachando a toda guapa del instagram de nomadre y augurándole un futuro de pelo crespo y ojeras infinitas y cafeína, mucha cafeína cuando decidiera darle a la procreación.

Pero cuando compartía estas declaraciones de madre calluna y envidiosa con otra amiga que también había perdido el brillo de los ojos y la lozanía del trasero con la maternidad para que se viniera arriba, me soltó a bocajarro ‘Pero tú ¿cuánto tiempo llevas siguiéndolas? Si el pasado día de la madre todas pusieron fotos con sus retoños y prácticamente casi todas tienen. Precisamente, ésa que tanto te gusta tiene tres y uno de menos de un año’.

Y así fue como entré en depresión.


15 comentarios:

  1. Pues tendran 2 abuelas que se los cuidan (o mejor 4) o no trabajan o tienen nin~eras filipinas! que si es por buscar un pretexto siempre se encuentra.. mejor que estar deprimido :)

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  2. Pues yo también he entrado en depresión, porque no soy capaz de tomarme un batido de espinacas, porque mi casa no está tan ideal, porque si pienso en hacer yoga con mi preadolescente, seguramente me mandaría a la mierda, porque tengo el pelo como la duquesa de alba y porque si me visto a la última parezco un intendo de adolescente cuarentona..
    pero no hay que venirse abajo, esto también pasará (digo yo)

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  3. Ya te digo, por aquí estamos igual jajaja. Pero mira, lo mejor es dejar de mirar esos instag. que tanto daño hacen , si en el fondo está demostrado que es todo de mentira, gran consuelo. Pero te reconozco que me como la cabeza pensando en cómo lo hacen jajaja. No hay manera de conseguir rematar la semana como una instablogger jajaja. La de los churumbeles. PD- Que me da mucha rabia cuando me dicen- a dónde vas con esos pelos?? Mi pelo es un rebote continuo, y mis mañanas no me dan para hacer sesión de plancha como debería.Con decirte que hoy no he oído el despertador...Quiero ser instablogger YA!!!

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  4. Seguro que les huele el aliento o los pies o algo... Nadie es tan perfecto. Besotes!!!

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    1. Oye, has visto lo pies de la Pataky? Me he quedado muertaaaa

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    2. No los he visto y me da mucho miedo que Google me identifique con una búsqueda del estilo "Elsa Pataky pies". Van a pensar que soy una fetichista. Lo que me iba faltando ya...

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  5. Una buena asistenta que además les recoge de las extraescolares y les da la merienda hace milagros, majisima!

    Yo a veces me pinto las uñas con las niñas, quedan grumos pero algo es algo! ;)
    Un beso bonita...y no mires esas cosas!

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    1. Los grumos son lo más. Seguro que lo dice la Vogue en algún sitio, jajajja

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  6. Además de tener asistentas, cocinera, y canguros; tienen todo el tiempo para ellas, y lo disfrutan haciéndose la manicura, pedicura, yendo a la peluquería....vamos que estan a otro nivel así que lo mejor es no mirar esa cosas. Y seguro que sus hijos son tan perfectos que no pueden contar tantas aventuras de ellos como tu de los pelirrojos.

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    1. Eso es verdad, pero ¿y lo que se ahorran en lexatines? jajajjajaja

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