viernes, 9 de marzo de 2012

Cumpleaños infantiles y otros martirios


Los cumpleaños infantiles son un suplicio y quien los padece, lo sabe. Niños asalvajados reunidos por grupos –para acrecentar su poder como las hienas- y excitados por sobredosis de azúcar en vena, gracias a cantidades ingentes de chucherías, galletas y refrescos de naranja, sin gas ni sabor, pero con un alto porcentaje de estupefacientes legales que los convierten en fieras indómitas, de pelo sudado, jadeos mocosos e hiperactividad incontrolable que los lleva de la piscina de bolas al castillo hinchable como almas que lleva el diablo.

Para los padres que ejercen de acompañantes de sus hijos, ir a este tipo de cumpleaños es un infierno que sólo puede soportarse si se comparte con otros padres sufridores, que se sientan a tu lado con una cerveza –que siempre corren de estraperlo en este tipo de eventos- y, frente a la eterna bandeja de sándwiches de paté -ya tiesos por las esquinas-, narran su terrorífico día a día desde que entraron en la paternidad y comparten contigo sus aspiraciones de supervivencia, mientras sus hijos maltratan a los invitados más pequeños a bolazo limpio o a empujones a lo Pressing Catch y, a su vez, se dejan maltratar por los mayores como parte de un tradicional bucle sin fin, que tiene su momento álgido de violencia a la temida hora de la piñata, donde el drama está asegurado.

Normalmente se tarda una eternidad en que saquen la tarta porque siempre falta alguien que llega tarde y sin el que, al parecer, es imposible cantar el cumpleaños feliz a voz en grito o en versión Parchís, así que cuando la sacan y apagan la luz y empieza el chillerío –sobre el que siempre destaca una voz que cree que canta bien- y los más pequeños –la mía siempre- se arrancan a llorar cual posesos, es un momento agridulce porque es probablemente la parte más dura y concurrida del evento, pero también la última y, además, hay tarta para celebrarlo.

Sin embargo, hay algo peor que asistir de invitado a un cumpleaños infantil y es ser el anfitrión. Listas y más listas que llevan a compras y más compras; cuadre de fechas con familia, amigos y otros cumpleañeros cercanos; negociaciones y regateos con el dueño del local a alquilar; decoración festiva, con platos de cartón ladeados e inflamiento de globos hasta la extenuación y sobre todo, la inevitable y agotadora tarea de preparar miles de sandwiches y medias noches, que nadie se come, pero que hay que hacer. Y te vuelves loca untando mantequilla, mahonesa, paté y sobrasada y cortando paquetes y paquetes de pan de molde sin corteza y colocando lonchas de todo lo que haya en la charcutería y creando montañas y montañas de bocadillos que te dejan el brazo como el de Popeye, la cara desencajada y un olor a salchichón en las manos que ya no se te va en la vida. Pero aún te queda tiempo de vestir a la cumpleañera como si fuera una niña bien con su vestido pijo y sus moños -que tardará 3,5 segundos en arrancarse, pero que le quedan tan monos...- y a comer algo –porque en la fiesta entre saludos, regalos y charla no te dejan ni probar bocado- y a ducharte, hacerte la plancha, maquillarte y hasta a ponerte guapa para disfrutar de una tortuosa tarde en compañía de los amigos y de la familia y, cómo no, de niños, de muchos niños, de demasiados niños…

8 comentarios:

  1. A mí,este martirio, aún no me ha tocado vivirlo, y por lo que cuentas, espero que mi rubito tarde en tener la agenda repleta de eventos varios.Porque si ya es duro controlar a uno, que será, hacerse con el control de mi rubito más su minipandi,me están entrando sudores solo de pensarlo,jaja.Un besito para tí y otro para tu pelirroja.

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  2. Verte haciendo medias noches ha de ser todo un espectáculo. Aunque después de las piruletas esas preciosísimas que hiciste una vez empiezo a pensar que tienes una faceta de cocinera que desconocía. Verte durante casi dos años a lechugas y huevos cocidos no ayuda a que te imagine Arguiñaneando, sinceramente. Reme

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    1. Jajajjajajja, yo sigo a lechugas, faltaría más!! De cocinera poco, pero de repostería hago muchas cositas la mar de monas. Tartas, cupcakes, galletas con fondant... Como te lo digo.

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  3. jajajaja pues yo lo vivo multiplicado por 3!!!!! y además imagínate que cada uno de mis hijos es invitado a su vez a tropecientas fietas de cumpleaños ajajajajaj!!!

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  4. Por no hablar de los regalos, que despues hay que descambiar, no por el gusto del regalante, sino por el tema talla...

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  5. jajaja, según lo cuentas es peor que la guerra! Pero la verdad es que tienes razón :)

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  6. Vaya visiòn de estas celebraciones, jaja, pero no te falta razón; menos mal que nos hacemos compañías entre los padres, eso sí, si encajas con alguno/s. jeje.
    Sobre los cumples del cole escribí en mi blog; échale un vistazo si quieres http://missymistergolosina.blogspot.com.es/2012/02/los-cumples-del-cole.html

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