jueves, 15 de marzo de 2012

Niños prodigio


No todos los niños son iguales. Los hay más guapos y más feos, más altos y más bajos, más simpáticos y más desagradables y también más torpes y más listos porque como diría mi abuela, de todo ha de haber en este mundo.

Mi pelirroja no es especialmente espabilada, para qué nos vamos a engañar. No es torpe -no mucho, al menos- pero tampoco es una lumbrera, sobre todo, si se la compara con alguno de los niños prodigio –en plan listo, no en plan Joselito- con los que me he topado desde que empecé en este malvivir de la crianza y que parecen señores mayores encerrados en pequeños cuerpos de poco más de un metro de altura –bueno, aquí sí como Joselito-. Muy raro todo.

Así, cuando yo, ilusionada e ingenua cual madre primeriza, iba por ahí presumiendo de que mi niña ya decía mamá, me topaba con algún pequeño competidor-arruina-ilusiones que era capaz de recitar tres poemas seguidos de Lorca sin respirar; o cuando yo anunciaba que la nena ya andaba agarrada de una sola mano, aparecía alguno que era capaz de correr los cien metros lisos a la pata coja, o cuando se comió su primer aspito y yo la miraba con el corazón en la boca y el número de urgencias marcado en el móvil por si se ahogaba, alguno ya se comía los pistachos a puñados y escupía las cáscaras como un loro profesional, de ésos que van en bicicleta.

Así que acabé por aceptar que llegaríamos tarde a cualquier fiesta, pero que eso no me coartaría para celebrar por todo lo alto cualquier pequeño avance de la nena, que bastante trabajo le costaba a la pobre llevarlo a cabo.

Pero claro, no contaba yo con las madres de los niños prodigio, que son casi peor que sus engendros y que en grupo, junto a otras madres ‘avanzadas’, presumen de su descendencia hasta límites insospechados y tirando de inventiva si es preciso, dando lugar a duelos sin piedad y a tensas conversaciones surrealistas.

- ¿Que tu niño de dos años come solo? El suyo, de uno y medio ya usa los palillos chinos con la soltura del maestro Miyagi.

- ¿Que tu niño cuenta hasta diez? El suyo se sabe la tabla de multiplicar y la lista de números primos.

- ¿Que tu niño baila el ‘Ai seu te pego’? El suyo, vals vienés.

- ¿Qué tu niño recoge sus juguetes? El suyo le hace la colada. Separando colores.

Y así hasta el infinito. Qué estrés.

Así que al verlas agradezco que la pelirroja no sea la primera de la clase y que, incluso, en la guardería haya suspendido algo así como ‘el conocimiento del círculo en el entorno’–sí, sí, en la guardería hay notas-, porque con la mala cabeza que tengo desde que soy madre y las pocas neuronas que sobreviven a mi día a día, a ver cómo iba yo a poder salir airosa de semejante duelo maternal con esa pandilla de madres profesionales.

4 comentarios:

  1. jajaaaaaaaa, que me troncho, estas madres no saben al final si es un poquillo listo y tienen suerte no engordarán la lista del paro,

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  2. si, si, de pequeños todos los niños de las madre-coraje son listisimos y si no acordaros de la pantoja y la thyssen diciendo que sus niños sacaban muy buenas notas y al final mira...

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  3. Lo peor de este tipo de madres, es que ellas se lo creen. Conozco a una que decía que con dos años y medio, la suya había empezado a leer, y la nena solo había aprendido que el letrero con la cruz verde, era una farmacia. Y cuando la mirabas asombrada por la tontería que estaba diciendo, afirmaba con los ojos abiertos como platos.

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