miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cuentos de Navidad. El árbol y otros infiernos.


Si hay una época del año que me gusta es la Navidad. Por las luces, por los encuentros, por los regalos y porque la gente está más contenta de lo habitual como si estuvieras en la tienda Disney –donde no hace falta experiencia si sabes sonreír hasta desencajarte la mandíbula y tener ese punto de falta de hervor tan tierno y tan característico-.

Y disfruto haciendo listas, organizando eventos, poniendo el árbol y decorando la casa, todo con parsimonia y relax, con mi música navideña y cuidando el detalle para que todo esté perfecto… Pero claro eso era antes cuando era nomadre o madre de un bebé, que llenaba hasta el techo de bolas doradas como si fuera una sucursal del Corte Inglés, y ponía mis velas y mis estrellitas luminosas… pero ahora claro está, la cosa cambia y cada año va a peor porque tengo a una pelirroja hiperactiva de cuatro años recién estrenados, loca por participar en esta tareas como parte de nuestras nuevas tradiciones navideñas. Y sé que debería decir que es tierno y emotivo, pero qué queréis que os diga, es una de las experiencias más estresantes del año y eso que una le pone ganas y entusiasmo, que me gustaría que a la nena le gustara tanto la Navidad como a mí…

Así que el otro día puse unos villancicos clásicos de Sinatra, Dean Martin y algunos de corales tipo ‘Los chicos del coro’ y preparé el ambiente para que montáramos el árbol en paz y armonía. Pero nada más empezar, llegó el estrés porque al abrir el canapé de la cama, que es donde guardamos todas las cosas de Navidad, la niña se entusiasmó tanto que se me coló dentro para sacar ella las bolas, con el consecuente pavor de que aquella mole se le cayera en la cabeza y quedara sepultada para siempre. Pero no. No de milagro porque vino el pater y nos libró de una muerte segura.

Y antes de recuperarme del estrés, va la niña, que es una choni, y me dice que ‘ezoz zon unoz villancicoz mu raroz’ y entre el pater y ella acabaron seleccionando unos villancicos, yo diría mexicanos, de un grupo infantil al que abofetearía ahora mismo si lo tuviera delante, como si fueran los cantajuegos pero todavía más gritones, cantando el ‘Burrito sabanero’ y otras cosas muy extrañas. Pero protesté y fue peor porque al final, me tocó Raya Real y ya no había donde esconderse.

Y sacamos el árbol que mide dos metros o más, y a empujones lo montamos, bueno, lo montó el pater mientras la niña se le metía entre las piernas, dándole cabezazos en las rodillas y el pater se tambaleaba con medio árbol encima hasta que en uno de sus giros de caderas para esquivarla, me pegó un leñazo con una rama que casi me tira al suelo del impulso.

Por suerte, desde que soy madre soy más fuerte o al menos me quejo menos y con la boca doblada y la cara magullada de los refregones de las hojas empecé a desembalar las bolas como si no acabara de ser atacada por un árbol navideño gigante.

El trato era, yo le doy la bola a la pelirroja y le digo dónde colocarla, ella la coloca y todos felices. Pero no. Ella metía la mano en la caja sacaba las bolas como quien saca piedras y yo la perseguía con el alma en un hilo porque la mayoría se rompen y a pesar de mis indicaciones, la niña las colocaba donde le salía de la nariz, esto es, todas en el centro del árbol apiladas como fardos, dejando un árbol de estética imposible.

Tres bolas rotas después, una pegada y dos tiradas a la basura, y el tímpano perforado por Raya Real y los campanilleros mexicanos, la pesadilla terminó, aunque yo estuve sufriendo por ese árbol terrible hasta que la nena se durmió y pude dedicarme cual malamadre a cambiar las bolas de sitio y dejarlo hecho una monería.

Y feliz estaba yo admirando mi árbol cuando la nena –y el Terbasmin maldito- se levantó a hacer pis. Pasó por el árbol, lo miró, siguió andando, se detuvo y retrocedió hasta quedarse frente a él.

‘Mamá, yo creo que el árbol ze mueve porque mira que feaz ze han puezto las bolaz’ y antes de que pudiera rechistar, volvió a concentrarlas al frente, que la campanilla del angelote le sirve de sombrero al ratoncito del saco, que parece que está a punto de violar a la gnoma, que tiene la cara estampada contra una bola en forma de manzana, dejándose los mofletes contra la purpurina.

Pues eso, que como sea así toda mi Navidad igual me convierto en el señor Scrooge

12 comentarios:

  1. Chica, me has hecho retroceder a las Navidades pasadas... sin el fantasma. Añádase a todo lo contado un árbol de verdad de la güena que va esparciendo (y clavando) sus agujas por doquier, y no un ayudante en miniatura sino dos, que también concentran los adornos en 20 cm. cuadrados, a ser posible en las partes bajas (que no blandas) del abeto en cuestión. Eso sin contar con la merma de bolas de cristal (que cuando acaban los hijos... empieza el padre, ay, señor). Trato resultado de la experiencia: los niños pueden explayarse con los adronos de no-cristal (léase madera, fieltro, mimbre... la lista eco es larga en este país) y en el tercio inferior, mientras el padre ayuda por arriba y la madre, sólo la madre, coloca las bolas de cristal por la cima (peligrosamente encaramada a una escalera, que al padre no le hace falta pero a la menda sí). Ni que decir tiene que mi árbol sigue "moviéndose" un poco por las noches, pero ya no tanto. Paciencia, en unos 5-6 años volverás a hacerle la competencia al Corte Inglés. Y mañana nos cuentas cómo pones el Belén con figuritas de barro heredadas de tus antepasados del siglo de oro. (y que serán decapitadas en breve). Felicidad y a comer turrón.

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  2. Jajaja buenísimo el post!!! nadie diría que hubo ese ajetreo viendo la foto tan bonita del árbol que pusiste en Instagram!! aunque pensándolo bien y por lo que cuentas... seguramente esa foto fue del rato que la pelirroja estuvo dormida... puede ser?? jeje

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  3. Villancicos de los niños del coro?!?!?! Noooooo, el "pero mira como beben los peces en el río" de toda la vida!!!. Es que eres muy cursi, jajajaja.
    Y lo del árbol con todo apiñado en el centro..jajaja. Si la pelirroja viera mi árbol que tiene ya varios años y que cada año que pasa está más pelón, con sus bolas de hace mil años porque hasta que no compre otro árbol decente no quiero comprar esas bolas tan monas que venden todas a juego con sus estrellas, y cadenitas....

    ¡Besos!

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  4. Que bueno, nosotros cuando montamos el árbol de 2,20 también, mi hijo apilo todas las bolas en la parte de abajo, así que el trabajo fue doble porque yo también las cambié de sitio, faltaría más, solo que yo debo de ser más bruja y sargento y lo hice delante de él a cambio de darle unas chocolatinas y que se estaría sentadito un rato... jaja Malas madres...y ahora mi árbol también luce maravilloso ... y cada vez que viene alguien y lo ve, el peque todo orgulloso dice que lo ha hecho él mientras me guiña el ojo... Para comerselo vamos...
    Aunque lo mejor es lo de la pelirroja diciendo que el árbol se mueve... jaja
    Besos

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  5. Bueniiiiiiiísimo. Nosotros lo pusimos el domingo, entre los tres, en amor y compañía. Cómo no sería la estampa, que le dije al padre "coge la cámara y ponla de manera que se nos vea a los tres, adornando el árbol".
    La morena ponía bolas en 20 cm cuadrados también, daba vueltas como loca al compás de Deep Purple, y daba palmas de felicidad. Duró poco...gracias a Dios, la tarjeta de memoria se llenó y la cámara no siguió grabando, porque los 10 minutos de tranquilidad que llevábamos, fueron un espejismo.

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  6. Imagina montar un árbol con tres peques por la casa, concentrando las bolas cada uno en su rinconcito...y luego montar un meganacimiento con sus montañas, pastores, ovejitas, gallinas, patos,...todos los animales de la granja allí metidos, su nieve, su arenita, todo divino de la muerte...y en menos de un plisplás (como diría mi abuela) me veo al enano jugando con todos los animales, poniéndolos en fila, haciendo luchas entre los pastores, los cochecitos practicando rallies por las montañas, yo que sé...vamos "se armó el belén" (esto merece un post aparte, no??)

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    1. Me cachis, ya me ha cogido el mayor el ordenador y ha dejado su cuenta activada...que soy yo, Montse Medina, jajaj

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  7. Los villancicos de Raya Real me los conozco de sobra de mis años comí dependienta, no hay nada peor que escuchar una y otra vez ese griterío y la corona de espinas, arrrrrrggggg. Montar el árbol puede ser muy estresante, pero hay que ser fuerte y pensar que sólo es una vez al año, como la vacuna de la gripe.

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  8. Que buen post,lo que me he reído a tu costa jajjjaj,la pelirroja se ha superado aunque sea a base de termasbin,pregunto:cigoto no ha puesto bola? Nosotros hemos puesto el árbol tres veces,me explico,una en octubre para sacarles el mono,lo volví a recoger,me daba dentera ver el árbol a esas alturas de calendario,otra en noviembre,empezaban en el cole con esas cosas y como iban a estar entretenidos pues eso,también acabó todo recogido,ayer le tocó,la ilusión inicial se esfumó enseguida,supongo que normal después de tres intentos,así que me tocó a mí cargar con el asunto,mientras ellos me daban ordenes desde el sofá,nada, que se han vengado de mí....La de los churumbeles.

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  9. Yo solo escucho en casa lo que canta el santa claus de Hugo , un muñeco q baila y canta en inglés , y otro muñeco q es de nieve y no se le entiende nada pero es cansino como él sólo. ..paso de villancicos que son muy pesados y aún no he decorado nada , yo creo q unas velas y una florde pascua y se acabó jiji

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  10. Yo ni recuerdo cuándo fue la primera vez que colaboré con lo del árbol, aunque creo que tampoco es que me hiciera demasiada ilusión. Nunca he sido muy navideña. Besotes!!!

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