jueves, 19 de diciembre de 2013

De juegos imposibles y traumas infantiles. Parte III



El elástico. ¿Quién no se ha matado viva con una amiga porque en el ‘Yo tengo un elefante azul’ se te enganchaba el pantalón del chándal y ella decía que lo que te había pasado era que te habían enredado el pie y tú te volvías muy loca y al final cogías el elástico y te ibas a casa? Mucha violencia. ¿y a quién no se le ha sollado el cuello cuando nos lo colocábamos ahí en séptima posición y la amiga de turno lo pisaba a mala leche y te quedabas medio lisiada a pique de acabar como Maria Antonieta? Cuánto sufrimiento. Por suerte en este juego fui una inútil muchos años pero acabé por cogerle el truco y lo bailaba, sobre todo en el rellano de mi casa y con mis vecinas, en cualquier posición y la mar de bien, tanto que le compré uno a la pelirroja para vacilar de estilo, pero tras tres tropezones en los que acabó hincando la frente con el suelo, decidí dejarlo por un tiempo. Por mucho tiempo.

La voltereta. ¿Acaso hay algo más humillante que ponerse con el culo en pompa y dejarte empujar por el profesor de educación física para finalmente acabar haciendo la croqueta? Pues esa es mi vida. Y todo por culpa de la mamma que nunca me dejó aprender para que no me partiera en cuello y me quedara postrada cual Ramón Sampedro… así que me pasé toda la EGB humillada mientras mis compañeros daban saltos y hacían piruetas y trechas como minigimnastas hormonadas de la Unión Soviética. Curiosamente hace poco descubrí que la pelirroja sabe hacerla aunque ligeramente ladeada, pero ahora me da miedo que se parta el cuello y se lo he prohibido. Lo sé. Soy lo peor.

El pino. Esto es como la voltereta pero en peor. Éste directamente me negaba a hacerlo de puro pavor hasta que un profesor sustituto y loco –muy loco- de mi instituto me puso a hacer la carretilla y antes de que pudiera pestañear me cogió de los pies y me levantó, dejándome al borde del infarto cerebral y obligándome a hacer un streptease forzoso al venírseme la camiseta a la cara y dejarme humillada para el resto del curso y aterrorizada de por vida. La pelirroja, por su parte, hace unos días llegó del colegio como si le hubieran enseñado la fórmula de la Coca Cola,  me obligó a mirarla con los ojos desencajados y a vitorearla en plan cheerleader mientras ella pegaba la cabeza contra el rodapié del salón, ponía cara de esfuerzo y levantaba una pierna en una especie de simulacro ruinoso de hacer el pino. Y tuve que aplaudir.

14 comentarios:

  1. A mi nunca se me dio bien hacer la voltereta....Me da miedo, no sea que me rompa algo. No que mi madre no me dejara, no. Que yo me cagaba de miedo...Así que no la sé hacer. Quizás, cuando era pequeña, en la cama sí la hacía, pero porque estaba blandito. En las colchonetas del gimnasio del colegio, esas azules y duras, no las hacía. Me escaqueaba. Para hacer el ridículo, mejor no hacer nada. Así que no, no sé dar volteretas, si es fuera del agua. En la piscina te hago de todo: voltereta para adelante y voltereta para atrás.

    Y el pino...pues si no hacía la voltereta, qué voy a hacer el pino!! Ni loca!! Qué miedo!!! Ni usando la pared de apoyo, quita, quita...En la piscina sí, pero eso no es lo mismo, jajaja.

    El elástico, todo un triunfo. Se me daba genial y nunca me ha pasado lo de quedarme cual María Antonieta xD

    ¡Besos!

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  2. Ja! El pino! una auténtica tortura...la única vez que me salió, me pegué tal porrazo que me quedé sin respiración durante varios segundos...mira que hace como 25 años, y todavía lo puedo revivir sin problemas.
    Lo mío era la comba, una máquina, y la botibota no se me daba mal tampoco :P

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  3. Mi pregunta es, ¿para qué coj***s servía que hiciésemos el pino en la clase de gimnasia del colegio? Y bueno, a vosotras no sé si os habrá pasado, pero yo tenía una profe de gimnasia que era de mi barrio pero que bien podría haber pasado por ex-entrenadora soviética o alemana (lo que os parezca más duro) y nos obligaba a correr haciendo la carretilla!! Es decir, tenías que coger a una compañera y correr como alma que lleva el diablo con ella sujeta por las piernas y la pobre corriendo con las manos, y lo mejor es que la vuelta nos cambiabamos. Le tuve terror a eso hasta que un día me armé de valor y le dije: discúlpeme, tengo ya 15 años, mido 1,75m y peso 70kg, a usted le parece justo que yo obligue a una de mis compañeras (y a este paso ex-amigas) a correr sujetándome?? con qué fin hacemos esto?? porque si me rompo los dientes porque a las pobres se le cansan los brazos tenga por seguro que me pagará la ortodoncia.
    Oye y nunca más volvimos a hacer la carretilla en clase de gimnasia.

    Siento decir que al elástico era de las buenas!!

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  4. Comparto el pánico a las volteretas, yo creía que me iba a partir el cuello y me negué a hacerlo. Me arrepiento, porque supongo que al final no era para tanto (pero sufro pensando que mi hijo pueda hacerlo). Era un miedo compartido en la familia (mi hermano también es incapaz) y que se acrecienta con el pino (que me digan a mí para qué sirve eso), que solo soy capaz de hacerlo en la piscina.

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  5. Las volteretas, habría cosa que odiara más, con el consiguiente ridículo de hacerlas delante de la clase, que siempre me salían torcías, incluso un día al profesor se le ocurrió la genial idea de grabarnos haciéndolas para luego visualizarlo delante de toda la clase y pasarnos uno por uno a cámara lenta para ver nuestros errores, vamos pa matarlo.
    El pino nunca fui capaz de hacerlo.
    Alicia.

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  6. A mí las volteretas me salían bien a la fuerza (para delante y para atrás) porque hacía gimnasia rítmica (era la peor gimnasta de la historia, pero eso es otro tema), pero el pino siempre fui incapaz de hacerlo, aunque no sería por intentarlo.

    En el instituto teníamos un trimestre de piruetas varias, entre las que había que hacer el pino. Con mucha voluntad me propuse hacerlo el día del examen, y me pegué una toña de tal magnitud que el profesor todavía está blanco del susto. Con deciros que me puso un notable "por el esfuerzo", jajajajajaja.

    La peonza, el yoyó, el diábolo y las habilidades perrofláuticas varias nunca estuvieron a mi alcance (coordinación mano-ojo fatal), pero en cambio la comba se me daba de cine. Mis amigas y yo llegamos incluso a saltar con 2 combas, como las niñas del Bronx :)

    En cambio mi marido es experto en malabares, así que espero que la niña herede su habilidad, más que la mía.

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  7. Otra vez d nuevo estoy reviviendo mis peores pesadillas las clases d gimnasia el pino jamas fui capaz de hacerlo pero y saltar el potro y el plinton? Q miedo me daba eso no lo llegue a hacer nunca. Ahora tengo mis herederas las pobres han heredado mis genes en la gimnasia y la mayor esta empezando a cogerle miedo sobre todo a los balonazos y golpes d los companeros cuando corren como locos y van como locos. Me han dicho que la apunte a rugby. Pobre mia lo q le faltaba

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  8. En las clases de gimnasia siempre fui de las negadas pero habia una que resaltaba por encima de todas por lo bien q lo hacia hasta la profesora de gimnasia muy culta ella (contaba vintiuno, vintidos, etc) se la llevaba a hacer competiciones d atletismo.Era ademas supereslastica , todos los ejercicios se le daban estupendamente, no le temia a nada.... Anos mas tarde esta companera pesara unos 150 kilos y elasticidad cero, correr? No se. Pero apenas puede moverse esta llena de dolores. "pa " que tanto correr y tanta gimnasia y luego acabar asi

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  9. Pues a mí todo esto se me daba estupendamente. Y ahora no sería capaz de hacerlo sin descalabrarme. ¿Qué narices me ha pasado? Ayyy. Besotes!!!

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  10. Yo del pino no quise saber nada,me daba pavor,el resto no se me daba mal,bueno como decían ahí arriba del potro,recuerdo haberme quedado encajada encima,que mal lo pasé,era la única que no se reía,si fuera hoy.....,yo también pregunto para que sirve todo eso,era lo más andando en zancos y ahora en tacones de más de 3cm me tuerzo,y mucho.La de los churumbeles,que el mayor hace poco que le sale la voltereta y es un poco rara,el pequeño nació haciéndola,o eso parece.

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  11. A mí lo que me daba pavor era el pino-voltereta. Lo hice sólo una vez: el día del examen. La siguiente vez que lo intenté para mejorar la nota, me clavé las rodillas en la nariz... ¡ayyyy! Así que pensé que el sobresaliente, mejor en matemáticas y se acabó el volver a intentarlo de nuevo.

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  12. Y qué me dices de la voltereta sobre el plinto???? Esa era mi bestia negra. De hecho fue el único "Muy deficiente" (ni siquiera "Insuficiente") de mi expediente académico por negarme a hacerla en el examen.

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  13. Temblando me he quedado al recordar la voltereta sobre el plinton. Hoy tengo pesadillas....

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  14. Y yo que pensaba que lo del partimiento de cuello sólo era terrorífico para mí jijijijij

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