El estado natural de toda madre que se precie, además de la
locura, claro está, es el del agotamiento físico, mental y hasta emocional si me
apuran, que dormir poco y estresarse mucho es lo que tiene, que te deja los
biorritmos como los de un cadáver del siglo XIX, el pelo sin brillo y las
pupilas desquiciadas al fondo de las cuencas.
Por eso, al igual que los esquimales distinguen entre más de
30 tipos de color blanco porque las criaturas no ven otra cosa desde las
ventanas de su iglú, nosotras distinguimos entre varios tipos de cansancio
dentro de un mundo de constantes vitales bajo cero.
He aquí algunos tipos:
Sueño
infernal. Da igual que la alarma del móvil te diga que te vas a llevar ocho
horas de sueño en el body. O no te dejan echarlo a pierna suelta con biberones,
chupetes, miedos y pipís o los echas pero no los notas. Duermes pero no
descansas. Y vas por la calle con los ojos empequeñecidos cual puñadas en un
tomate, loca por dar una cabezada en la mesa de la oficina o en el hombro del
compañero de autobús o hacerte la muerta junto a la fotocopiadora hasta la hora
de dormir.
Subida
al Everest. Es un cansancio más físico, que bien puede estar justificado
con las idas y venidas al colegio, al fútbol, a la catequesis o al baile
regional o simplemente porque el cuerpo se planta en modo agotamiento on y se
niega a funcionar más. Este cansancio puede hasta incluir agujetas y lesiones
no identificadas y no se elimina a no ser que te dés una cura de sueño de dos
lustros.
Agotamiento
extremo. Para que nos entendamos, ésta es la sensación de un martes de
verano a las cuatro y media de la tarde llegando a pie de hacer la megacompra
en el Mercadona por una avenida soleada. Pues lo mismo pero siempre. Con este
agotamiento no es que quieras acostarte es que sólo te quedan fuerzas para que
te induzcan un coma o para tirarte al suelo boca abajo y babear.
El cansancio
camuflado. Esto es cuando para evitar arrastrarte hasta el cumpleaños de la
amiguita del cole de la pelirroja con cara de cadáver y que te ingresen antes
de que saquen la tarta, ingieres cantidades no recomendadas de red bull,
pharmaton y otras lindezas y entras en un estado de euforia yonqui y descanso
ficticio, así lo das todo creyéndote recuperada y hasta eres capaz de mantener
tres conversaciones a la vez y rescatar a siete niños al borde de la asfixia en
el parque de bolas para luego, una vez que te bajen de golpe los niveles de
cafeína y ginseng en sangre, caer desfallecida sobre la merienda en plan dama
de sushi y que tengan que levantarte los de la grúa para llevarte a casa a
acabar de morir.
Shock
multiorgánico. Te puede asaltar en cualquier momento y lugar, se parece a estar enfermo y se
caracteriza por dejarte al borde del coma, como si estuvieras incubando el
Ébola, pero en peor. Te duele la cabeza, te pesan los brazos y te asaltan las
dudas sobre si vas a morir en la próxima media hora. Pero no. Pasas un par de
días esperando la llegada de la gripe o de la muerte, pero al final renaces
como si nada hubiera pasado. Hasta el próximo pase.
Modo
resacón. Este modelo es más de la primera etapa de la maternidad cuando los
niños duermen a ratos y te pasas las noches calentando biberones, cantando
nanas desafinadas y maldiciendo tu estampa y las mañanas medio zombie con el
estómago del revés, la jaqueca martilleándote la sien y cara de haberte bebido
cuatro destilerías escocesas, aunque no bebas una gota desde 1997. Como
aquellas nocheviejas de mozuela en las que tus amigas te obligaban a quedarte
hasta que amaneciera y a tomarte dos churros fríos para desayunar y
volvías a casa envuelta en el chal cual chulapa, muerta de frío, dando traspiés con los
tacones y ‘estrosaíta’ viva. Pues más o menos igual, pero cambiando la juerga por
tres bocanadas de leche agria regurgitada en la cara.
¿Cuál es el tuyo? A mí, me los pone todos, por favor.
Soy Bea, la del otro lado del mundo, y hoy, con mi hija de 30 , traigo desde que pari todos acumulados. Para completar el dia de hoy, han cortado el agua en todo el barrio y no saben cuando volvera. Besos
ResponderEliminarJajaja había leído "shock multiorgásmico" y ya pensaba que se te había ido la pinza del todo!
ResponderEliminarYo creo que encajo en "agotamiento extremo" porque llevo 7 años sin poder descansar. Pero oye, tan cansadas y seguimos adelante, ¡las madres somos unas máquinas! ;)
Yo no soy madre pero suelo llevar un alegre cansancio camuflado. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarHola Flor!!! te lo has currado...!!! Si tenemos en cuenta que me pillas con el agotamiento extremo, el sueño infernal me entra después de la subida al Everest, el cansancio camuflado es el cabecero de mi cama, que me da en las narices para dejar paso al shock multiorgánico y así ya no hay milagro posible que me salve del modo resacón. Marchando un completo...por favor!!! La de los churumbeles.
ResponderEliminarEl mío es el del Everest camuflado con café, coca coca e ibuprofeno. Y serán suficientes las horas de sueño porque a veces estoy tan cansada que no puedo dormir. Vaya, que estoy agotada
ResponderEliminarEl mio es el sueño infernal, si antes de ser madre ne hubieran dicho que llevaria 9 meses y medio durmiendo en fracciones..... que no llegan casi nunca a las 3 horas seguidas, hubiera creído que me toman el pelo o que és una broma!! Pero no, aprendes a vivir con ello! Eso si, se fue la piel tersa, suave y sin arrugas! Jeje
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el post y como lo has explicado para corregir todas las cosas que hacen que nos sintamos así, las probaré a ver que consigo
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