Lo peor de la vuelta al cole es el estrés, pero luego lo son
los libros y el material escolar y el hecho de que tengas que rehipotecar la
casa y ligarte al papelero para lograr hacerte con todo el pack. Primero, porque
son muchos y cuestan un ojo de la cara, el hermanísimo, por ejemplo, que tiene
tres años y apenas habla, lleva dos sacos tipo Santa Claus llenos de libros
varios, con sus cds y sus cuadernillos y sus dos millones de gomas, ceras y lápices,
que no entiendo por qué hay que comprar al por mayor como si los niños tuvieran
siete manos o una ansiedad borradora compulsiva digna de estudio.
Pero lo peor no es ya el gasto -que también, que tengo el
armario lampón por trincar algo de la nueva colección y aquí estoy comprando sacos
de gomas-, lo peor es que los maestros malignos que quieren hacernos la vida un
poquito peor, nos lanzan los pedidos a cuentagotas, imagino para que creamos
que el gasto es menor. La cuestión que entre la pelirroja y sus mil cuadernillos
de lengua, inglés y caligrafías, los blocs, las libretas y el peque y sus
materiales de opositor a Notaría me paso el día visitando al señor de la
papelería que es como el librero de La Historia Interminable pero en peor, y yo
haciéndole ojitos a ver si me puedo quedar con el último ejemplar del libro de
lectura que le queda o si me puede traer el cuadernillo de inglés antes del
lunes que si no la niña se me queda atrás, mientras muevo las cejas y hago cutregestos
sexys a lo Bridget Jones.
Y luego está el forrarlos, que es el infierno en vida. Yo
como soy lerda, usaba el de pegar porque me van las emociones fuertes y no sabía
–de hecho me lo contaron las lectoras por el face- que existía un forro hecho a
medida que sólo hay que colocar. ¿Estamos locos? Y yo dejándome la manicura
pegada en el forro de Religión. Y todo lleno de burbujas y de pliegues, como si
los fabricantes del forro y los de los ansiolíticos fueran a pachas. Vamos, que
ya os conté que acabé lanzando el libro de 'Social' con medio rollo pegado
contra la pared al más puro estilo María Barranco en plan desahogo histérico justo
cuando un albañil de la obra de mi vecina pasaba por la ventana y se me quedaba
mirando con cara de estupor. Yo creo que no llamó a la poli por miedo a que le
lanzara el de ‘Natural’, que es más gordo. Cuánta razón tenía.
Y por si esto fuera poco, luego están los desayunos, que han
de hacerse siguiendo una lista que al profe metido a nutricionista le ha
parecido una buena idea y ojo si una mañana le metes al niño tres galletas en
lugar de un trozo de melocotón. Mínimo dos noches en el calabozo y expediente
disciplinario. Pero si luego en el comedor todo son macarrones, eso no pasa
nada. Que los carbohidratos mueven el mundo.
Este año ha sido el primero en el que hemos apuntado al
pelirrojismo en el comedor, con la idea oficial de que la niña aprenda a comer
y el extraoficial de quitárnoslos de en medio un par de horas más, pero tampoco
está resultando una panacea. Vamos, que la idea tiene los días contados. La
niña llorando en plan protagonista de telenovela venezolana porque no quiere
comer nada que no sean patatas fritas y el niño llorando también porque no
quiere nada que tenga que ver con el colegio, que éste nos ha salido subversivo
y malhechor.
Y es que el pobre con sus canijeras y sus pintas de
refugiado se queda llorando casi cada día porque no está a favor de su
escolarización y menos del baby sarasa de cuello bebé que le toca ponerse
encima del uniforme de florido pencil.
La seño nos dice que luego se viene arriba y lo da todo,
sobre todo en el patio, pero lo dudo más que Los Panchos porque el otro día el
cole compartió un vídeo-tuit que se llamaba el tren de la felicidad y en el que
salía la fila de los niños andando rumbo al aula y justo estaba partida a la
altura del hermanísimo que se negaba a participar,
cabizbajo y con caras de pocos amigos. Los míos siempre dando la nota. Con lo
bonito que estaba eso del tren de la alegría.
Pero eso sí, del comedor sale como un miura, contento y dislocaito
por escapar y como si acabara de salir de una carbonería, negro tizón, dios
sabe de qué, pero con la cara y la ropa como recién salido de la Tomatina, con los ojos
pegados de restos de salsa y tres moratones en las rodillas de arrastrarse por
los patios como un GEO. A la pelirroja la dejan castigada adorando el primer
plato hasta que termina el comedor y la pobre cocinera tiene que irse a casa y
me la sacan envuelta en tomate también pero sin haber probado una sola
cucharada. ‘Igual algún día’ me dice la pobre monitora que ya ha perdido la
alegría de vivir. Y me enternece su ingenuidad.
Y así, volvemos a casa, llenos de mierda pero alegres, sorteando
los parques infantiles, los kioscos y a las otras madres, cuyos niños normales
salen del comedor impolutos para mi vergüenza, loca por llegar a casa y
meterlos en la bañera sin digestión ni nada, a ver si con suerte me dejan diez
minutos libres para comer antes de que empiece la rueda de los deberes, los
estudios, el baile, la catequesis, la mamma y sus meriendas familiares y el infarto
de miocardio que me matará antes de alcanzar los cuarenta.
Y mientras malcomo de pie en la encimera, escuchando a los
pelirrojos matándose vivos por la
Barbie sirena e inundándome el suelo del baño, la idea de comer arena a
palazos luciendo lorzas en La
Malagueta no me parece que estuviera tan mal…
Ay Flor qué vida esta... Nosotras usábamos tanto material con esa edad? Mi hija mayor está en 4 años y ya usa más folios que yo en el curro...
ResponderEliminarYa hace tiempo que no vemos al pelirrojismo...anímate!
En cuanto me rehaga la cuenta de Instagram!
EliminarYo como siempre, vuelvo a intentar que esto cargue y me deje escribir un mensaje... La esperanza es lo último que se pierde¡
ResponderEliminarPues por las Italys no hay forro de ese de pegar, aquí son todos forros a medida jaja de hecho te los pone el librero antes de entregaremos, buscando el que mas se ajusta... Y los cuadernos llevan el forro por colores, depende de la materia, así que al final los niños dicen, hoy toca amarillo y rojo en vez de matemáticas y italiano, que sería lo más lógico...
Lo bueno que en Italia los libros los paga el Estado, aunque no sé yo, porque con todo lo que pagamos de impuestos, creo que ahí dentro están ya los libros...
Muchos besos Amores...
Hola, guapa!! Sí, en Andalucía los paga las Junta pero a partir de Primaria, Infantil no. De todas maneras siempre caen de cuatro a cinco libros extra más materiales a gogó, uniformes... casi ná!
EliminarVes, al final es lo que yo digo, si es que La Malagueta es el paraíso!! Si está claro que la vuelta al cole es un timo en toda regla, que nos han vendido la gallina que no pone huevos...jajaja.Tú como siempre, que bien te has explicado!!! Pero nada, que esto en un par de meses está dominado, justo a tiempo para Navidad jajaja. A pelirroja y hermanísimo ya verás que rápido se acostumbran al comedor, mientras tanto que hagan un buen desayuno y una buena merienda, es lo que a mí me decían por estos...Feliz semana. La de los churumbeles. Pd- bendito el forro a medida. No me digas que no lo sabías. Yo ni caso cuando en la librería me dicen que el otro sale mejor de precio.El tiempo que me ahorro y la mala leche, me compensa, a mí no me quedaban búrbujas, me quedaban montañas y cordilleras. O eso es lo que decía el mayor.
ResponderEliminarLa pelirroja ni desayuno ni merienda. No entiendo cómo le saca una cabeza a toda su clase si no come de nada!!
EliminarPff.. el otro día se me ocurrió enseñarle a la nena aquello de colorear sal con tizas para hacer diseños en los botes de cristal... se lo pasó tan bien que me lo pide a diario... ¿quien me manda a mí meterme en estas lides? Me he salido por la tangente, diciendole que se lo cuente a la profe, a ver si les pone a colorear sal en clase... yo estoy harta de barrer
ResponderEliminarJajajjaja, eso te pasa por venirte arriba!! jajajja
EliminarJajajaja, pues debo ser un poco rara porque me gusta forrar libros,eso si con el plástico de toda la vida, el cortas y ajustas tú; o será que me gusta porque no lo tengo que hacer ya que Mini Yo no tiene libros ni que llevar material escolar porque se lo dan en el colegio. Y mira que le gusta ver los catálogos de material escolar y a mi también, me gusta mucho ver cuadernos, pinturas...será porque no tengo q hacerlo.
ResponderEliminarA mí los productos de papelería me chiflan!!!
EliminarGracias, qué risa lo del comedor, por Dios!! Ánimo!!
ResponderEliminarAyy, las del comedor sudan frío cuando los ven entrar! jajajja
EliminarGrande Flor!! Gracias por regalarnos tantas risas con la vuelta al cole de mis pelirrojos preferidos!! Abrazos mil
ResponderEliminarGracias a ti, guapérrima!!
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