lunes, 28 de septiembre de 2015

El poder rejuvenecedor de la no-maternidad o las ventajas de dar esquinazo a los pelirrojos



Lo que cansa ser madre sólo lo sabe otra madre, u otro padre o la vecina del quinto, que es la tercera vez esta semana que te pregunta si te estás haciendo diálisis o si tienes previsto un trasplante de hígado o si se te ha muerto en la última semana algún familiar querido, porque al parecer este nivel de ojeras precisa de una explicación más contundente. Así que sólo ellos saben lo que significa que te regalen un finde en un hotel de lujo con tu spa y tu silencio y tus montañas y tus piscinas infinity para hacerte la moderna, que una será una madre de cejas tipo Yeti pero nunca dice no a un cóctel y a un hacerse la moderna.

Y así fue como el pater y yo abandonamos al pelirrojismo con la mamma, a su suerte, no a la suerte de los niños, sino a la de mi madre que no sabía la criatura lo que se le venía encima con la niña y su maletín XXL de maquillaje y el niño moqueando cual caracol con un resfriado de órdago y una tos de anciano de las montañas.

Llegamos al hotel como dos enfermos terminales, que aún no sé como la muchacha de recepción no nos llamó una ambulancia al vernos la mala cara que llevábamos porque una en lugar de ir con un maquilaje waterproof o algo, iba a ‘jierro’ luciendo jeto al natural, como tengo yo el jeto después de este mes de trabajo a ful, vuelta al cole y a los gérmenes, y dos pelirrojos non stop. Para chillarme.

No os contaré cuando le regañé al pater por pedirse una crepe poco antes de la hora de comer, ni cuando le di una voz a una guiri porque iba a resbalarse en el filo de la piscina ni cuando prácticamente obligué a otra a echarse de mi crema protectora ante el color gamba que iba cogiéndole la espalda. Vamos, que tardé como medio día en zafarme de mi rol de madre, que parece que no, pero cuanto más tiempo lleva una metida en el negocio de la crianza más se le va grabando la cara de madre, como cuando Frodo se ponía el anillo e iba sucumbiendo cada vez más a su poder. Igual de tenebroso.

Pero pasadas unas horas ya no sólo me la soplaba que el camarero me trajera un cóctel que no fuera el mío –mientras llevara alcohol y cosas flotando…- o que la compañera de hamaca fuera una especie de ángel de Victoria Secret frente a mí y mi biquini descolorido nivel Chernobil, ni que el pater leyera sin hacerme caso o jugara al clash of clan o se comiera media docena de gofres antes o en lugar de comer o que la guiri lampara por dos melanomas, yo a lo mío. Y tras unas horas de hamaca, carbohidratos y spa no sólo dejé de ser madre sino que rejuvenecí como diez años, vamos, que se me puso la cara tersa y se me borraron las ojeras que hasta la modelo de la hamaca de al lado parecía cada vez menos modelo.

Y no era actitud, en serio, que el pater también sufrió del efecto Bejamin Button y nos hicimos fotos para atestiguarlo –en Instagram hay algo-.. Eso sí, como diría la Basilio la fiesta terminó y nos tocó volver y aunque llegamos a casa de la mamma todavía jovenzuelos, fue enfrentarnos a dos diarreas de Cigoto y a tres coreografías y dos millones chistes malos inventados de la pelirroja y perder la lozanía de un plumazo.

Eso sí, peor le ha ido a la mamma que a nuestro regreso no sólo había perdido dos años de esperanza de vida y tres o cuatro figuritas del salón, sino que se había reducido como al metro treinta y se había llenado de canas. ‘Fíjate, que me eché el tinte el otro día, vamos que no me lo explico’, me dijo la pobre desde mi cintura. Pero luego me miró e imagino que se dio cuenta de cómo me crecían otra vez la ojeras y lo entendió todo. ‘Es que estos niños tuyos tienen tarea, hijamía’… Y añadió ‘tú déjamelos cuando quieras que a mí no me dan tarea’ aunque con la boca tan chica que apenas podía vocalizar y a medida que salíamos por la puerta y la dejábamos vivir, fue recuperando su tamaño natural. Imagino que por eso, antes de que llegara el ascensor, ya había cerrado con llave. Pobre.

12 comentarios:

  1. Ha sido como leer mi diario! Lo he vivido tal cual! Como un repprtaje de mi ultima escapada. Que escasas son. Un beso enorme Flor, que hace tiempo que no escribo pero te leo igual, guapa.

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    1. Muchas gracias, amore!! Qué ganas de escaparnos otra vez! Ayyy

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  2. Normalmente eres graciosísima pero hoy te has salido. Qué risa, madre.

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  3. Que vivan las abuelas! Y que viva lo rapido que se les olvida la faena que dan los nietos :)

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    1. Yo cuando sea abuela, crearé otro blog para quejarme de los nietos!! jajajjaja

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  4. A la próxima quedaos a vivir en el spa y que os busquen... Besotes!!!

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  5. Muy bueno jajaja...y que envidia me has dado..., que me han entrado unas ganas de escaparmeeeee, la de tiempo que hace que no vuelo sin churumbeles, que no me importaría nada que el rol madre no se despegara de mí, ya buscaría yo la manera de darle esquinazo, aunque sea a base ...de lo que sea!!! Me alegra saber que lo habeís pasado en grande, no te preocupes, las abuelas están hechas de otra pasta y les gusta repetir. La frase- estos niños tuyos tienen tarea...para enmarcar jajajaj. La de los churumbeles. PD- había estado mirando escapadita para el pilar, los cuatro, pero y si...me hago la loca..., pero luego pienso en la cara que pondrá mi madre al ver que desembarco dos...y me entra un remordimiento, pero claro, en esta vida todo se trata de remordimientos y uno más..

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  6. Que buenoooooo, aparte de quedarse en tamaño mini, le salió una espinilla gigante en la barbilla,jajajajajajaj

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  7. Que risass de lunes nos hemos hechando con el pater, mientras él intentaba dormir a nuestro retoño en la mochila (que cuando se sube de revoluciones la única manera de que se calme antes de acostarlo es meterlo en la mochila y peregrinar por toda la casa como si estubieramos de excursión). Gracias por escribir este blog!! Jejeje

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  8. Ay, qué risa, por Dios!! Con lágrimas y todo!! Yo también necesito un spaaaa, por Dios!!!

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