lunes, 2 de noviembre de 2015

Quiero vivir en un pueblo



Quien me conozca creerá que miento porque a mí los pueblos me dan una tristeza muy mala de ésas de película europea que se te cogen al estómago, con sus cuestas de 45 grados, su bar de la plaza y sus viejecitas en las puertas haciendo punto. Que no digo yo que no sea una cosa bonita pero yo, que soy de salir y entrar, eso me da una ansiedad muy mala en plan Gran Hermano rural.

Pero claro, eso era cuando yo era libre y cuerda y cuando estaba en otra escala de la pirámide de Maslow, donde soñaba con un Loewe y un Birkin y no ahora que sólo quiero dormir, peinarme la bola de pelo que tengo por coleta o tumbarme bocabajo en el suelo a babear hasta el día del juicio final. Ahora ya no sueño con un Amazona,  de hecho sería capaz de patearlo hasta saltarle las costuras en uno de mis días de furia extrema cuando el tiempo máximo entre trabajo-colegio-catequesis-deberes-ducha y cena son de treinta a cuarenta segundos y me autogenero de dos a tres crisis de ansiedad, cuatro si nos toca caligrafía o nos encasquetan el libro viajero y la mascota deforme a la que hay que fotografiar como si fuera una celebritie de postín, con la de plancha que tiene una.

Entonces la idea de vivir en un pueblo recóndito se me antoja una idea paradisíaca pero no para ser una pueblerina moderna sino una tipo fundadora y sentarme en la puerta a hacer punto y tejer bufandas infinitas y tener una mesa de camilla y comer castañas y mirar fijamente a la chimenea haciéndome la muerta. Sin estreses, sin extraescolares, ni inglés de Cambrigde, ni dietas para entrar en las faldas de Inditex, ni retoques de manicura de última hora… O mejor aún, hacerme hippie y vivir en las afueras y tener a los niños asalvajados en el huerto, sin colegio, que aprender a leer estar sobrevalorado, hombre ya, y yo con mi taza de coca cola mirando al infinito con el semblante tranquilo a lo Meryl Streep y darle la mano al pater y preocuparse sólo de ser feliz.

La mamma, que también se ha sumado al yunquerismo, que es como hemos venido a denominar este movimiento, se ha inventado –porque a la mamma le encanta inventarse las cosas y luego defenderlas hasta la muerte-, que ahora está muy de moda que los pueblos busquen repoblarse y ofrecen casas gratis y trabajos y huertos ecológicos para los urbanitas descarrilados, entre ellos Yunquera, un pueblo de aquí de Málaga al que iba de pequeña de campamento y que según mi madre, no sólo te acogen y te lo dan todo sino que hasta viene la banda de música municipal a recibirte en plan Bienvenido Mr Marshall.

Por supuesto todo es mentira y en la web del Ayuntamiento –a la que he entrado por tontear, no se me alteren, que también me hice vegana durante dos días y medio y luego me comí un Big Mac- no dicen ni mu del plan repoblacional que defiende la mamma, pero en cambio sí he visto que nos invitan a todos los internautas a la inauguración del nuevo tanatorio, como si se tratara de la de un parque o un estadio de fútbol, como si fuera lo más normal del mundo eso de comerse unos canapés en tanatorio, pero luego he pensado que igual es mejor que no se trate de un pueblo convencional porque cuando nos vean llegar en pandilla con los Cantajuegos a toda pastilla, Cigoto pintando las paredes encaladas con rotuladores, los cuatro maletines de pinturas y los cajones de Barbies de la primogénita, el estrés pasivo del pater y mis crisis de ansiedad a lo Carmen Maura, nos echan antes que el tipo del bombo le dé tiempo a llegar a la plaza. Y no les culpo. 

5 comentarios:

  1. Te diré que ese pensamiento lo hemos tenido todos los urbanitas que no hemos pisado más pueblo que el de los abuelos y durante un mes como mucho al año y ¡en verano! A mi siempre me gustaría probarlo durante un invierno. Por comprobar si sería capaz de aguantar tanta tranquilidad. Ahora se me antoja la pera pero después de un mes mirando la estufa... no se... no se... Besos y paciencia.

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  2. Pues, visto así, yo también me apunto a lo de vivir en un pueblito... Esto de vivir en ciudad me tiene muy a mal traer últimamente.

    Yo sí que he oído que hay pueblos que te dan muchísimos incentivos por vivir ahi. Todo es cuestión de averiguar. Jajajaja. Besotes!!!

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  3. A falta de Bali....,yo creo que son de apaño jajajaj, pero mira que te ha dado....Si es que no somos ná!!! A mí me pillan allí parte del verano, pero de relax y tranquilidad ni mijita, también me gustaría ver amanecer y anochecer sin ruidos, salvo el canto de pajaritos y grillos..., lo que te digo, que no somos ná. Con lo del tanatorio me has matado...jajajjaj. Pero que subidón sería tener a la banda tocando en exclusiva...La de los churumbeles. Pd- eres lo más!!!

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  4. Ten cuidado con lo que deseas....nosotros vivimos a 10 min en coche de la capital pero en un pueblo de 700 habitantes. La población de vacas y ovejas es ampliamente superior, no te digo más. 1 farmacia 2 bares un ultramarinos (si si, de esos de pueblo que tienen de todo pero de una sola marca y más caro que en el super del Corte Inglés) y una carniceria. Eso es todo lo que hay.
    Y una brutal perdida del anonimato que hasta asusta. Que es asomar la cabeza por el ultramarinos y tienes a toda la viejalada del pueblo preguntado-opinando ("uy,tu trabajas fuera no,que no se te ve mucho,a tu marido le vemos más""habéis acabado las obras?yo es que conozco la casa,porque era amigo del antigüo dueño,la cocina habréis dejado igual,no???""y la nena,a que colegio va,al del pueblo no...y por cierto ya es hora de que le déis un hermanito...mira que no ponerle pendientes..."
    He dejado de comer pan para evitar la media hora de tortura-interrogatorio.
    Yo en mis ensoñaciones imagino como sería vivir en la gran vía,donde nadie sepa quien eres ni a que te dedicas y hacerse mal el moño pueda ser considerando "trendy"...

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  5. Madre mía ni loca, yo los pueblos para casa rural de fin de semana, bueno en verano un poco bastante mas, es verdad que vivir en una capital grande, grande puede ser de horror, pero aquí en Zaragoza como quien dice se va a todos los sitios andando, es verdad lo que dice el anónimo, jajaja, casi me muero de la risa, una amiga estuvo este verano en un pueblo pequeño cuidando a una señora mayor y decía que el banco de su puerta era el Facebook pero en vivo y en directo, me río bastante con tus post, te acabo de descubrir no cambies el buen humor es muy importante incluso contando las cosas.

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