miércoles, 26 de diciembre de 2012

La fiesta de Navidad. El vestuario.


Como si ya no tuviéramos suficientes eventos navideños previstos, la nena nos anunció que teníamos fiesta navideña, a ver, lo normal en un colegio, pero claro, la pelirroja es una niña muy intensa y nos tuvo desde un mes antes ensayando en casa los 200 villancicos y los cuatro bailes coreografiados que la pobre señorita había luchado por enseñarle a ella y a otras 20 fieras de tres años.

Al parecer, y según me narró la nena, había tres grupos diferenciados en la función: los que iban de angelitos, los que iban de cascabeles y los que iban de pastores. Imagino que para cualquier madre cuerda y con dos dedos de frente, el que te tocara vestir a la nena de pastora era lo mejor que te podía pasar por aquello de no andar con los ojitos vueltos maquinando un traje de cascabel, que a saber cómo demonios se hace eso.

Pero claro, yo no soy una madre cuerda y cuando la nena me dijo que le había tocado de pastora casi entro en depresión porque ser pastor es una opción muy triste cuando se puede ser cascabel o ángel, vamos, que a punto estuve de vestirla de cascabel y luego a la hora de la verdad hacerme la nueva, echándole la culpa a la mala dicción de la pelirroja. Pero la tentación de tener en el cajón el fabuloso traje de pastora en piqué celeste y blanco que le había cosido la tita Inma el año anterior, acabó por conquistarme del todo –que una es tan soñadora como perezosa- y superé la depresión cascabelera.

Pero claro, el traje tenía sus pequeños inconvenientes de los que no me percaté hasta el mismo día de la fiesta, lo que nos sumió en una mañana de estrés nivel extremo a causa de los que he venido a denominar el chaleco punzante y la camiseta embudo, a cual más tormentoso.

La cuestión es que la tita Inma es experta costurera, pero se ve que en el arte de colocar tachuelas pues como que no y los aros metálicos que sirven de ojales en el chaleco estaban -digámoslo amablemente- ligeramente espachurrados dejando en su interior un minúsculo hueco por el que no pasaba ni un hilo de pescar y unos pocos e incisivos dientecillos que se jalaban todo lo que pasaba por su allí cual despiadada mantis religiosa. Cierto es que el año pasado, aquello debía de estar igual de complicado, pero claro, el chaleco nos había llegado con el cordoncillo tan bien colocado que ni miramos el ojal, pero este año, yo que soy muy lista, decidí cortar el cordón  para darle más amplitud al torso de la nena y compré otro para colocar esa misma mañana, así viviendo al límite que es lo que me gusta.

Y allí estaba yo aquella mañana, con más sueño que Fraga en el Congreso, tratando de hacer pasar el cordoncillo negro por aquellos minúsculos agujeritos que si por alguna extraña casualidad lo dejaban entrar, lo deshilachaban hasta la extenuación, dejándolo en la mitad o en la tercera parte –y eso en el mejor de los casos- consiguiendo un aspecto desigual y curiosón a partes iguales.

Pero por si esta no fuera ya suficiente tarea para una madre agotada, resultó que la camiseta blanca de cuello vuelto que le había comprado para la ocasión, estaba diseñada para la cabeza de una barbie con microcefalia porque vale que la nena es cabezona –eso no lo discute nadie- pero aquello era ya de chiste, de chiste o que compré una para bebés de tres meses. A saber. La cuestión es que me vi obligada a usar la superfuerza y empujar y empujar y llamar al pater, que también empujó hasta dejarle a la niña la camiseta atascada en los ojos y ni ‘palante ni patrás’, con el consecuente ataque de risa y tos por nuestra parte y el consiguiente cabreo de la nena, condenada a una ceguera temporal.

Pero al final tuvimos suerte y la camiseta acabó entrando y pudimos colocarle el chaleco con su cordón -al pique de un repique de partirse de las canijeras que tenía- y el pañuelo avikingado que no acababa de bajarle a la nuca y, con todo eso, salir huyendo cámara en mano, hasta el cole donde nos esperaban dos millones de padres enfervorizados que se creían que aquello era un concierto de Frank Sinatra resucitado, pero ésa ya es otra historia.

16 comentarios:

  1. Y a la hora de sacarle el jersey? No le arrancas las orejas de milagro jajajaj

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    1. Pues yo pensaba cortarlo y a tomar viento, pero se ve que aquello debió de ceder porque salió casi bien...

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  2. Que me vas a contar!!! Hay madres que se creen que sus hijos van a debutar en Broadway...
    Menos mal que este año nos tocó un disfraz fácil ;) papá noel y duendecillo

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  3. Yo también tuve disfraz fácil, de Mamá Noel, lo compré en los chinos por 3 €, y obviamente, después del día D ya está en la basura ;-P
    Besucos y feliz semana "corta"

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    1. Eso es lo mejor!! Yo como soy antidiógenes lo tiro todo! Hasta lo que luego necesito! jajajjaja

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  4. A nosotros nos tocó de pastorcito y la verdad cuando supe que había otros niños de lavanderos, panaderos y demás me dieron ganas de montar una fiesta.... asique por muy vulgar que resulte lo de pastorcito puedes irte al centro comercial y encontrarte miles de disfraces que te salvan de la ocasión...

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  5. yo esa lección la aprendí hace tiempo:nunca dejes las cosas para el final que siempre saldra mal. si aunque lo tengas todo planeado siempre surge algun inconveniente ya si lo dejas al azar ni te cuento.
    la mia tambien fue de pastora...

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    1. Yo lo había comprado todo, pero no se me ocurrió probarle la camiseta... Cosa mala!!!

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  6. A mí también me tocaba siempre de pastorcilla. Hubiera dado lo que fuera por ser, al menos, oveja. Por variar un poco.

    Vives al límite del peligro, nena...

    Besotes!!!

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  7. Yo me voy librando de estas,ya en el cole se encargan de ponerles todo,pero que susto con la camiseta blanca jajaja,la de los churumbeles.Un saludo de miércoles frito.

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  8. Aquí se les viste con los trajes típicos vascos, jeje, así que es muy fácil porque todos los niños tienen uno y siempre se usa en "ocasiones especiales" en plan Navidades, Fiestas del pueblo, Santo Tomás o lo que surja. La verdad es que la fiesta en el cole de mi hija fue muy sencillita y me alegro mucho!!
    Lo de dejar para última hora cierto tipo de comprobaciones con la indumentaria es bastante delicado! En fin, de todo se aprende.
    Por cierto, hoy primer día full time con la niña que no tiene cole y estoy al borde de un ataque de ansiedad. Como lo soporta una ama de casa cuyos hijos no van a la guarde o al cole día a día?? Es un no parar de exigencias, noes, gritos, llantos, pataletas y pises en el momento que acabas de coger el carro en el hiper, tienes a la niña montada y estás a punto de empezar a hacer las compras. Y encima no quiere dormir siesta.
    Lexatin ven a mi!! :-S

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    1. Ufff, qué me vas a contar! Yo le temo a las vacaciones más que a una vara verde!! Busco curro para escapar de casa, aunque no me paguen!!! jajajja

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